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¿Quién manda en esta fiesta?

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Foto: Marcelo Bonjour
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El botín del concurso de carnaval supera hoy el millón de dólares y, en este escenario, crece la puja por el poder: los carnavaleros reclaman por sus derechos de imagen, Daecpu se aferra a sus conquistas y la Intendencia de Montevideo procura recuperar un terreno del que ya no es dueña.

Celia Cruz tenía razón: la vida es un carnaval. No precisamente porque todo sea juerga, sino porque esta fiesta popular, al menos en su versión uruguaya, tiene enredos, competencia, celos, contratos firmados y de palabra, como en la vida misma. El concurso oficial de este año no es la excepción. Esta vez la tensión se siente en los derechos de imagen, el reparto de dinero y el poder. Y como suele suceder en este certamen, las propias murgas lo manifiestan.

Don Timoteo, el conjunto de Álvaro Recoba, basa su actuación en las madres de los murguistas que ante su ausencia repentina pasan a ocupar su lugar en el escenario. Sobre el final del espectáculo y como tirón de orejas a los integrantes de los conjuntos, critican: "Te dejás jopear la plata, pero eso no es lo peor, tu trabajo regalás y tu imagen, tu derecho…".

Algunos carnavaleros vienen reclamando que los artistas y técnicos sean los verdaderos beneficiados de las transmisiones televisivas, en lugar de los dueños. A tal punto llega la molestia, que la murga Don Timoteo deja entrever que sería necesaria una gremial de integrantes de los conjuntos, similar a la mutual que existe en el fútbol.

El periodista Marcelo Fernández, especialista en carnaval, recuerda que ya hubo un intento de este tipo hace "más de una década", pero que apenas duró un año. Según el comunicador, "hay muchas diferencias entre los carnavaleros como para ponerse de acuerdo". Pero, de concretarse, sería un cambio de rumbo en la fiesta popular, como lo fue la creación de la gremial de dueños (Daecpu) en 1952. Por aquel entonces la necesidad era obtener un caché por presentarse en un tablado, ya que el dinero ingresaba por los premios de pequeños concursos barriales, recuerda la historiadora Milita Alfaro.

La crítica de Don Timoteo no es la única que se despertó en este carnaval. La Asociación Uruguaya de Candombe (Audeca), que nuclea a unas 30 comparsas de negros y lubolos, reclama que se les pague $ 150 mil a cada conjunto por la televisación del desfile de Llamadas. Si bien la clásica fiesta de los barrios Sur y Palermo será el próximo jueves y viernes, aún esta semana no se ha logrado un acuerdo y el pedido ya descendió a $ 100 mil por grupo. En este caso la solicitud es a la Intendencia de Montevideo, como organizadora del desfile, y a Tenfield como empresa que goza de los derechos de transmisión en TV.

Puede que el reclamo de los jugadores de fútbol —sobre todo de la Selección—, haya sido el impulso para el debate planteado este año. O bien puede que sea una consecuencia del dinero —cada vez más abultado— que mueve el carnaval.

Si se tiene en cuenta solo el concurso en el Teatro de Verano, Daecpu recaudó el año pasado $ 28.217.967. Poco más de la mitad (el 55%) se repartió en premios y en la participación de los conjuntos. Los ganadores de murgas, humoristas y revistas (las tres categorías con menos despliegue de componentes y gastos técnicos) obtuvieron $ 672.792 cada uno. En el caso de lubolos y parodistas la cifra ascendió a $ 777.326. El resto fueron gastos de funcionamiento, logística y pago a los más de 50 empleados que la asociación colocó en el teatro.

La recaudación de Daecpu no incluye lo que cada conjunto pueda obtener por ir a los tablados (cada actuación ronda los $ 15.000), ni las ventas de publicidad que hace cada grupo (anuncios al inicio de la presentación, principalmente) o los $ 30 millones que aporta la Intendencia de Montevideo. Pero Daecpu sí recibe los US$ 505 mil que paga Tenfield por los derechos de televisación que son, sobre todo desde que hay menos tablados en la ciudad, el gran diferencial. Y ese contrato está vigente hasta 2020.

El primer acuerdo entre Tenfield y Daecpu es de 2003, cuando la empresa de Francisco Casal ofreció US$ 80 mil, "un dineral para lo que daban los canales privados de aire por televisar los desfiles", señala Alfaro. Pero en 2009 hubo una jugada de los directores de carnaval que, ocho años después, es vista como el batacazo: Daecpu decidió transmitir el concurso por dos años en Televisión Nacional y tras ello Tenfield optó por sextuplicar la oferta.

El carnaval ya se transmitía en vivo por radio desde la década de 1930. Sin embargo, el dinero que ingresó con la televisión y el impacto en el público dieron un giro al concurso. Según la encuesta de consumo cultural de 2014 (MEC y Udelar), el 27,9% de los uruguayos señala haber visto un espectáculo de carnaval a través de la TV. La cifra duplica a quienes acudieron al Teatro de Verano y casi triplica la concurrencia de los tablados.

Alfaro cuenta que el crecimiento de las transmisiones televisivas coincidió con el cierre de varios tablados comerciales, pasando de 20 a cinco, aunque no exista una única causa de este fenómeno. De hecho, para la mayoría de los componentes que cobran por actuación en escenario, "hoy los tablados populares son los que están bancando el carnaval", explica. Hay 15 escenarios de este tipo: de los cuatro conjuntos que hay por noche, la intendencia paga a tres, y el tablado se hace cargo del restante. Esta apuesta le implica a la comuna $ 11 millones. Se siguen sumando cifras a la calculadora y engorda el negocio.

Chacritas.

Cuando Enrique Espert llega al Teatro de Verano, sus allegados se van acercando de a uno. No le dan tiempo de bajar de su Volkswagen Beetle rojo que ya comienzan los pedidos. El presidente de Daecpu abre la puerta del coqueto vehículo y camina con cierta dificultad hasta un deck que está detrás del escenario, a 20 pasos de donde estacionó. Una funcionaria le pide una entrada para un conocido que se quedó sin localidades; un jurado le bromea con que será necesario techar el teatro para que no se suspenda por lluvia; una hincha le hace una alocada oferta sobre la devolución de dinero de entradas; el director de un conjunto le pide autorización para ingresar con un fotógrafo propio… así todas las noches, las 40 noches que, en promedio, dura el concurso.

Pero esos "pedidos" no son lo que molesta a Espert, sino los "entre 80.000 y 90.000 dólares" que Daecpu deja de recaudar por entradas que debe conceder a la Intendencia de Montevideo. Ese es el trato de palabra: la comuna cede el uso del teatro y Daecpu libera localidades para los compromisos que tiene el gobierno de la ciudad.

De todas formas, la cuenta favorece a Daecpu. Cuarenta días de uso de ese escenario cuestan US$ 184 mil a cualquier banda de música nacional. Por eso la asociación estudia la posibilidad de firmar un acuerdo para hacer uso del teatro por 30 años. Daecpu entre febrero y marzo tiene la potestad de alquilar el espacio a puestos de comida, radios, publicidad y, por supuesto, se hace de la recaudación de entradas de platea y tribuna.

Ese acuerdo surgió, aunque parezca curioso, en plena dictadura. Hasta 1974 era la intendencia la que pagaba los premios del concurso oficial y la que manejaba la recaudación. Pero ese año el intendente Óscar Víctor Rachetti se negó a solventar el concurso. A cambio le ofreció a Daecpu que fueran ellos los que manejaran el concurso y los premios. "Al principio hubo dudas", dice la historiadora Alfaro, "pero a la larga los dueños de los conjuntos notaron que era una ecuación perfecta".

Este privilegio fue empoderando a los dueños de los conjuntos y "la intendencia fue quedando acorralada", continúa Alfaro. A tal punto que el director de Eventos de la IM, Gerardo Reyes, se alegra de que este 2017 se haya conseguido "que un fotógrafo propio pueda tomar imágenes para la página oficial de la comuna". Es decir: la intendencia fue autorizada a ingresar un fotógrafo en la fiesta que coorganiza en su propia "casa".

Desde que Daecpu maneja el desarrollo del concurso decide quién puede sacar fotos y quién no. El fotógrafo José Arisi es el único que toma imágenes con autorización y tiene la exclusividad de su venta. "Él y su señora están haciendo un archivo de carnaval en Daecpu y, a cambio, tienen el derecho de sacar las fotos en el concurso", explica Espert.

Un grupo de fotógrafos profesionales reclamó semanas atrás a la intendencia el derecho de fotografiar un espectáculo público en un escenario público. Para el jerarca Reyes, "es bienvenido el debate y deberá hablarse durante el año". Espert, en tanto, dice: "Nosotros (Daecpu) decidimos quién entra y quién no, y somos nosotros quienes queremos que entren nuestros amigos".

Espert no anda con vueltas. "La intendencia se debería desligar del carnaval, no puede estar en todo lo que sucede en la ciudad. ¿No vio la cantidad de basura que hay en la calle?".

Más allá de su orientación política —el presidente de Daecpu ha manifestado su simpatía por el Partido Colorado—, de fondo hay una disputa por quién gobierna el carnaval que ya había aflorado el año pasado.

Cuando fue el concurso de reinas, la intendencia, que es la que paga los $ 2 millones que cuesta el evento, pidió un cambio de reglamento. Eso llevó a una confrontación que no aún terminó. Espert adelanta que "para el año que viene Daecpu va a elegir a sus propias reinas, en un concurso a la vieja usanza y con la designación de un rey (el Marqués de las Cabriolas)".

El periodista Fernández explica que parte de este comportamiento responde a que "la intendencia ha dado demasiados privilegios a Daecpu", por ejemplo al permitirle censurar a algún miembro del jurado cuando es la intendencia la que lo elige y lo paga (cuesta $ 1,1 millones)".

Por su parte, el director de Eventos del gobierno capitalino indica que a la intendencia le "importa" el carnaval y que prueba de ello es que se hacen obras viales (como el asfalto de Isla de Flores) y que, al asumir su cargo, el intendente Daniel Martínez dijo que el candombe sería "una de las prioridades".

Del total de gastos que realiza la Intendencia de Montevideo a las artes escénicas, el carnaval representa solo el 4%. El teatro y los cuerpos sinfónicos se llevan, en cambio, el 39% cada uno. Los datos que analizó la contadora Carolina Asuaga, en base a la Cuenta Satélite de Cultura, refleja que lo invertido por la comuna no va de la mano con la asistencia de público. De hecho, un tercio de las localidades de espectáculos artísticos en vivo (incluyendo recitales y ballet) son del carnaval.

Las cifras son, a juicio de Alfaro, una demostración de que "el carnaval ha sido históricamente un arte postergado". Prácticamente dos tercios de los uruguayos (63,8%) han visto espectáculos de carnaval el último año, revela la encuesta de consumo cultural ya mencionada.

Más que el dinero, lo que parece primar aquí es una puja por quién gobierna. "Ningún director se hace millonario con el carnaval", dice Espert en ese sentido. "La mayoría de los dueños pierden o empatan. Una murga como Diablos Verdes (una de las más populares) tiene deudas que superan los $ 600 mil".

La clave del éxito, según Espert, radica en que un conjunto trabaje bien, consiga publicidades y tenga un dueño adinerado. "Eso es lo que hace la diferencia", sentencia.

El deporte más popular y el arte más popular se parecen en esto de los reclamos y en las pujas. Pero Fernández advierte: en el carnaval son "necesarios" los fondos públicos. Se requiere de todos para que siga la fiesta.

El día en que la intendencia empezó a perder el poder.

El primer concurso de carnaval en Uruguay fue en 1874, pero recién en 1909, con la participación de la naciente Intendencia de Montevideo, adquirió su institucionalidad. Desde entonces, recuerda la historiadora Milita Alfaro, la comuna es la que centraliza la organización y reglamentación de la fiesta. Pero en 1974, cuando por falta de fondos (e interés) el gobierno de la ciudad cedió el Teatro de Verano a Daecpu, la intendencia comenzó un lento desplazamiento de sus potestades. El gobierno del Frente Amplio no modificó la situación.

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Foto: Marcelo Bonjour

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