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Ingeniero en carrera

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Planifica, hace cuentas, no para un segundo y, aún así, Daniel Martínez sabe que no podrá dejar en la Intendencia de Montevideo más que “el 20 o 30%” de lo que hubiera querido. Luego de un año y medio, dice que en 2017 se verán resultados. Su ambición presidencial depende de ello.

Daniel Martínez llegó a trabajar en su auto personal y no en bicicleta, como había anunciado que haría al ser electo. Al final, resultó que "tres de cada cuatro veces" debió dejarla en la intendencia porque de allí salía a una reunión, y luego a otra, y si no se hacía muy tarde el regreso a casa. Ese martes de diciembre el día debía arrancar a las 9, pero Martínez no fue lo puntual que suele ser. Había mucho tránsito por la rambla.

Las cosas durante este año y medio tampoco han sido como las había planeado. La crisis de Raincoop, la irrupción de Uber, la escasez de camiones para la recolección de residuos: entre los "problemas estructurales" heredados y los imprevistos se le esfumó el tiempo y hoy es consciente de que solo podrá concretar "el 20 o 30%" de lo que quería hacer.

Pero el intendente de Montevideo no pierde la alegría y en la explanada de la intendencia se mueve con soltura. Ese día viste traje (sin corbata) por las actividades que tendrá, pero no por eso se priva de calzar el termo en la cintura y convidar mate a quienes se le acercan. Saluda, se saca fotos, reparte besos y buenos deseos, pide unos minutos para conversar con unos, se las ingenia para escuchar reclamos de otros y dar respuestas lo suficientemente amables, sin comprometer más de lo razonable.

"Nueve de cada 10 de los que saludé ahí no tengo idea de quiénes son", dice ya de vuelta en su despacho casi señorial, con varios sillones, una mesa oval, 12 sillas, un amplio escritorio, y varios metros cuadrados de sobra. El contacto que mantuvo con esos desconocidos será, seguramente, lo mejor de su día. Está en pleno conflicto con Adeom por la acumulación de basura en las calles.

Martínez se jacta de su gusto por el roce social. "Estuve cinco años trillando Montevideo. Conozco, hago chistes, rompo los huevos. Cuando fui senador (2010-2015) la recorrí de punta a punta. Doscientos cincuenta lugares visité, y algunos 10 veces".

Martínez se jacta de muchas cosas. Y las cuantifica obsesivamente.

"Siempre digo: empecé a militar a los 16, a los 17 empecé a trabajar, me casé a los 19, fui padre a los 21 y a los 24 me recibí de ingeniero. Eso se logra —aparte de con amor a la ingeniería— con orden, disciplina. Soy Bismarck. Tengo una gigantesca capacidad de trabajo. Me dicen que estoy loco. Todo está en su lugar, todo tiene su tiempo, el estándar y procedimiento para hacer las cosas. Lo que peleo acá, ¿no?"

El Pelado, como le dicen, habla rapidísimo y sesea un poco. El interlocutor se ve obligado a escucharlo con atención para seguirle el ritmo. Dice que es "hiperactivo" y se le nota. Cuesta imaginárselo pescando o regando plantas, aunque asegura que esas son algunas de sus "terapias".

Calcula que tiene al 40% de los empleados de la intendencia saludados desde que es intendente. Maneja el dato de que 6 o 7% de los funcionarios municipales son considerados "irrecuperables" por sus jefes. Estima que recibe mensajes de unas 10 personas por hora. Después se disculpa por ponerse muy numérico argumentando que no tiene más remedio, que es ingeniero, pero enseguida retoma diciendo que en promedio tiene 12 "cosas" por día, entre entrevistas, reuniones y eventos, y que su pico máximo fue 18.

Sobre el escritorio despejado reposa una carpeta rotulada "actividades del día". Más de su impronta excesivamente planificadora se ve en una pizarra blanca en la que ha listado 24 ítems pendientes, cada uno con su responsable directo: "Accesibilidad: Fabiana. Baños públicos: Cachila. Guías turísticas: Elizabeth. Vertidos industriales: Óscar. Mesa Juventud Departamental: Maite", y así. Solo dos cuentan con un tick: "Ensanche y mejoras viales" y "Eliminación de bolsas plásticas".

El intendente asegura que este será un año clave. A partir de marzo se va a empezar a notar una diferencia en la limpieza de la ciudad con la llegada de nuevos camiones y contenedores, y se lanzarán varias licitaciones de obras viales y de saneamiento. A los que ya le piden resultados, les responde que esperen al final del período. Que sean menos "hinchas" y que le "pongan cabeza a la cosa".

Martínez se considera "humilde", asegura que ha aprendido de sus errores, pero no escatima en elogios a sí mismo y a sus logros. Dice que cuando fue ministro de Industria (2008-2009) convocó a Roberto Kreimerman y juntos diseñaron el plan estratégico de industria, que lo mismo hizo con Ramón Méndez y hoy se ven los resultados del cambio de la matriz energética. "En el mundo nos tienen como dioses. ¡Lo que es tener un plan, marcar objetivos y políticas coherentes! Yo fui el ministro de la iniciativa, él la llevó a cabo con brillantez", aclara.

"En Ancap (donde fue presidente entre 2005 y 2008) yo lideré un proceso de cambio cultural descomunal, pero el líder que estaba convencido de que la excelencia de gestión era fundamental era yo, y quieras o no se perdió la dinámica. No estoy cuestionando a Raúl (Sendic), lo quiero pila, pero los liderazgos son fundamentales", dice, y se excusa de hablar sobre la crisis financiera que explotó en el ente petrolero.

En la sala de acuerdos de la intendencia puso un cartel que resume su filosofía. Dice: "Ojos y oídos para las necesidades de la gente", porque "la intendencia no debe ser una burocracia autorreferencial"; "transversabilidad", porque más allá de las especialidades, hay que trabajar en equipo; "procedimientos", porque "la genialidad debe limitarse a la solución de los problemas que no están dentro de los cánones"; y finalmente "información para la toma de decisiones", que no es más que dejar la "inspiración divina" de lado y estudiar antes de ejecutar.

"Son cuatro cosas que yo entiendo que no existían o existían muy poco en la intendencia", alega, consciente de que la crítica recae sobre los frenteamplistas que lo antecedieron. Aplicar esos mandatos implica, como en Ancap, "un cambio cultural". Y esa es la huella que él quiere dejar.

El candidato.

Hace 13 años, Tabaré Vázquez lo llamó para pedirle que asumiera la presidencia de Ancap. En aquel momento Martínez, ingeniero industrial, estaba alejado de la actividad pública. "Yo sé que a vos te va bárbaro, que te encanta lo que hacés, económicamente brillante, pero en el Frente falta gente con capacidad de gestión. Necesito gente como vos, con experiencia de gestión", dijo Vázquez según el relato del hoy intendente de Montevideo. Él le contestó que después de haber pasado 11 años en la clandestinidad, no se perdería la oportunidad de integrar el primer gobierno de izquierda.

Desde aquella conversación hasta hoy el vínculo entre ellos ha ido en ascenso. Martínez se integró a la masonería, con lo cual se acercó a Vázquez. El presidente lo ha orientado en algunos de los problemas de la gestión municipal, y también le ha dado consejos para potenciar y emprolijar su imagen política.

Con José Mujica hubo una reunión hace algunas semanas en el despacho del intendente. Allí, según pudo saber El País, el expresidente rompió el hielo que se había instalado tras la fallida candidatura de Lucía Topolansky a la intendencia. Martínez aportó lo suyo en agosto al designar a Pablo Inthamoussu como director de Movilidad, y de esa forma incluir al MPP en un gabinete que inicialmente había ignorado los equilibrios políticos siempre bien vistos en el frenteamplismo. En la reunión, Mujica le dijo que "apoyaba" su gestión y hablaron de 2019.

En diciembre, de acuerdo a Equipos Consultores, Martínez secundaba a Váz-quez en el saldo entre antipatías y simpatías; más atrás venían Mujica y Luis Lacalle Pou. Un mes antes, la misma empresa preguntó a los uruguayos a quién votarían si la elección fuera ese día, y Martínez se colocó tercero en preferencias tras Lacalle y Mujica. En setiembre, otra consulta de Equipos lo ubicó a Martínez a la par de Vázquez en cuanto a popularidad.

Martínez y su entorno se empeñan en transmitir que es pronto para proyectar candidatos presidenciales e insisten en que todas las energías están puestas en la intendencia. Lo cierto es que las encuestas lo muestran en carrera y con el camino bastante allanado en la interna del FA, ya que Vázquez no puede volver a presentarse y Mujica, si bien ha coqueteado con la idea, jura que no habrá próxima vez.

"A nadie se le escapa que (Martínez) es el candidato, o que por el momento es el único candidato", dice Eduardo Lalo Fernández, amigo, correligionario en el Partido Socialista (PS) y hoy asesor de Martínez en la intendencia. Pero Fernández le dice: "Vos sos intendente, no te dejes atraer por las sirenas que llaman desde el mar".

"Si no hay una correcta gestión, olvidate. Montevideo es un electorado por ahora frenteamplista, pero los años desgastan. Hay que hacerlo muy fuerte para que lo vean como un buen gobernante, y distinto", razona el exsecretario del PS.

En esa línea, más allá de la alegría que le provocan los buenos pronósticos, Martínez dice que se resiste a adelantar una decisión que aún no debe tomar. Confiesa que tiene "miedo" porque "el poder es algo que genera adicción y confusión".

Entre tanto afán planificador, el ingeniero asegura no tener resuelto cuándo dejará la intendencia para abocarse a la campaña electoral. Por primera vez parece querer soltar las riendas de su vida: "Se verá".

En el Frente sostienen que las conversaciones sobre candidaturas no pasarán del verano de 2018.

Tiempos intensos.

Su primer trabajo consistió en limpiar cortinas. En bachillerato peló ajos a destajo. Ya en facultad fue boletero y portero en un cine. Trabajó 14 años como ingeniero en la refinería de Ancap. Fue dos veces presidente del sindicato y una vez secretario ejecutivo del Pit-Cnt. En la actividad privada trabajó en un par de empresas vinculadas al envasado de productos. Fue presidente de Ancap, ministro de Industria y senador.

Pero nunca, en toda su vida, sintió el trabajo con tanta intensidad como ahora, en la Intendencia de Montevideo.

En las cenas que comparten habitualmente Martínez y su esposa, Laura Motta, que es consejera del Codicen, intentan no hablar de trabajo pero muchas veces no logran evitar caer en los temas de preocupación de cada uno. Ella es más de exteriorizar; él dice que antes de contar, procesa las calenturas por dentro.

En diciembre, Martínez casi no cenó con su mujer. Se pasó "con el Jesús en la boca" —expresión que le debe a su madre, católica ferviente— especialmente por los problemas de la basura. Manejó la posibilidad de decretar la esencialidad del servicio de recolección y se mostró duro con Adeom. En entrevista con El País dijo: "Yo creo que el sindicato se aísla. A mí me gustaría que no fuera el sindicato con la peor valoración de la ciudadanía porque eso le saca fuerza. Un sindicato no debe ser solo reivindicativo, debe también ser parte de la sociedad".

El tema lo desveló —literalmente—, como en otros momentos le sucedió con los asuntos presupuestales o las muchas dificultades del transporte público. En 2016 no solo Uber lo puso contra las cuerdas, también se enfrentó al presidente de Cutcsa, Juan Salgado, que en junio se plantó rebelde ante las obras del intercambiador Belloni y del corredor de General Flores. Aunque más tarde Salgado se disculpó, el entredicho público con uno de los hombres más cercanos al presidente fue un momento de tensión.

A las constantes críticas de la oposición, que lo acusan de ser mucho ruido y pocas nueces, se le sumó una cuota de resistencia del MPP en la Junta Departamental hacia algunas de sus ideas (ver recuadro).

"Te podría dar una lista de mil tipos que políticamente me han querido cagar, sea con acciones, ensuciándome. Es problema de ellos", dice Martínez, a esta altura acostumbrado al escrutinio público.

El último año fue difícil, y especialmente el último mes fue tal vez el peor de todos los que lleva al frente de la intendencia. Pero el comienzo de 2017 representa un quiebre para el intendente.

El 26 de diciembre viajó junto a su esposa a Madison, Wisconsin, para reencontrarse con una de sus tres hijas y tres de sus siete nietos, que están temporalmente allí por los estudios de su padre. En estos días, con 15 grados bajo cero, ensayó esquí sobre hielo con "bastante dignidad", según contó su esposa. El último día del año festejó con su familia y un grupo de uruguayos coincidentes en esa ciudad de Estados Unidos. Brindó por un 2017 de sueño cumplidos. El viernes 20 vuelve al ruedo municipal.

(Producción: Mariana Castiñeiras)

Un día en su agenda, infracción incluida

Martes 13 de diciembre. Daniel Martínez abre su día a las 9 con una entrevista con El País. A las 10:30 recibe en su despacho al embajador de Egipto y luego participa de dos reuniones “cerradas”. No almuerza -es de comer “una tarta a la pasada”, y procura tener una ingesta de fruta o yogur cada dos horas- y a las 14.30 su agenda lo lleva a Pocitos para la inauguración de un monumento a Líber Seregni. Allí mantiene conversaciones con vecinos y hace un discurso breve. Entre tanto, monitorea por teléfono el asunto de la basura y el conflicto con Adeom. A las 16 se traslada a la Torre Ejecutiva para una actividad del Mides sobre voluntariado. Como está apurado porque a las 17 tiene que estar en Carrasco para recibir una donación de la Embajada de Japón, le conceden hablar aun sin que haya llegado la ministra Marina Arismendi. Parte rumbo a la casa de la embajadora.

Cuando el auto llega al Parque Rodó, zona cuyo límite de velocidad es 45 km/h, Martínez le dice al chofer que acelere, y se excusa: “La Intendencia de Montevideo no le va a pagar la multa a la Intendencia de Montevideo”. A los pocos minutos tres motos rodean el auto e inician una carrera furiosa contra el incipiente tránsito de fin de jornada. Martínez dice que no le gusta andar “con las motos” y asegura que es la segunda vez que lo hace. La agenda sigue con una consulta a su dermatóloga y finaliza con un encuentro del FA en la plaza Líber Seregni.

LA MIRADA OPOSITORA

“Un cúmulo de buenas intenciones, más nada”

El edil blanco Diego Rodríguez cree que a Martínez le falta planificación, que es “puro talenteo”, y que ha resultado ser “un cúmulo de buenas intenciones y más nada”. Dice que eso quedó a la vista cuando lo llamó a sala por la crisis de Raincoop. “Le llevé 36 preguntas y su respuesta fue ‘no pensé que fuera a haber tantas’. Los directores intentaron salvarlo. No tenía idea”, relató.

“La intendencia va camino a la debacle”

Fuerte oposición ha tenido el intendente también de parte de los ediles de Edgardo Novick, pese a que este fue un aliado para la aprobación del Fondo Capital. El edil Marcos Laens dice que “la debacle de Ancap empezó con Martínez y la IM va camino a eso”. Entiende que hay un “evidente afán recaudatorio” y que “falta gestión en los temas esenciales de la ciudad”: basura y tránsito.

“Hubo dificultades pero viene en ascenso”

Para el edil del MPP Eduardo Lucas, la gestión de Martínez “empezó con dificultades” porque “no se tomó en cuenta como criterio lo mucho que se había hecho anteriormente” y se puso “énfasis en lo económico-financiero, y no en las políticas”. Sin embargo, dice que “va en ascenso” y que la incorporación de Pablo Inthamoussu en Movilidad y de Ramón Méndez como coordinador fue para bien.

EL INTENDENTE AL QUE APUESTA EL FAPAULA BARQUET

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