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Qué hay atrás de la ayuda uruguaya a China para convertirse en potencia futbolística

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fútbol en china

DIPLOMACIA NOVEDOSA

Para conseguir un lugar en el mercado del fútbol chino, autoridades, dirigentes de clubes y atletas planifican cómo insertarse laboralmente y usar el deporte para estrechar las relaciones comerciales.

En los parques de China es más común ver a ancianos practicando tai chi que a niños pateando una pelota. Los niños primero estudian y después juegan. Sus padres consideran al deporte una actividad muy secundaria, que en todo caso podrían valorar como una posibilidad de acceso a un centro de estudios de mayor renombre: nada más.

Hoy ningún niño chino sueña —por ejemplo— con ser futbolista, pero eso es algo que el presidente Xi Jinping está determinado a cambiar. Y cuando el líder de la segunda potencia mundial quiere algo, va en serio.

Motivadas por la afinidad de Jinping a los deportes y específicamente por su fanatismo futbolístico, las corporaciones negocian pases millonarios de estrellas como el brasileño Oscar o el argentino Carlos Tévez para enriquecer la fama de la Superliga China. Pero importar figuras no es suficiente para ser un campeón.

Hasta ahora el desempeño de China en el deporte más popular es tibio y Jinping sabe que los malos resultados se detendrán el día en que se vuelva una pasión. ¿Puede la monumental billetera china y el poder de su gobierno hacer surgir un sentimiento tan arraigado a la genética cultural como es el amor a la camiseta? El presidente piensa que sí. Por eso en 2015 el gobierno lanzó un plan para reformar el fútbol con objetivos a corto, mediano y largo plazo.

En 2020, ser potencia regional.
En 2030, organizar un mundial.
En 2050, ganarlo.

Para llevarlo a cabo ordenó la construcción de 50.000 canchas, la apertura de 20.000 academias y convirtió al fútbol en una asignatura obligatoria en las escuelas y liceos. De esta forma, en cinco años el gobierno prevé que haya 50 millones de pequeños dominando una pelota y que entre ellos surjan unos 100.000 jugadores profesionales y los 22 cracks que integren una Selección renovada, competitiva, disciplinada, que traiga la victoria en un mundial relativamente cercano.

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El plan de la reforma del fútbol prevé que en 2025 unos 50 millones de niños lo jueguen. Aquí, práctica en la academia de Xiamen. Foto: L.Fajardo.

Sin embargo, ni siquiera los sueños de los más poderosos se concretan en solitario. China necesita ayuda de las potencias futbolísticas para plantar esta semilla y que florezca bien. Está dispuesto a pagar por ello. Y ahí, estudiando cómo el gigante aspira a construir esa pasión que Uruguay respira, sufre y muchas veces critica, están las autoridades gubernamentales, los dirigentes deportivos y los atletas que sienten que este deseo ajeno es un tren al que podrían subirse, y de paso cooperar para que nuestro principal socio comercial nos tenga en mayor estima.

Todos, a su manera, tienen un plan.

La diplomacia del fútbol

Estamos en 2015. El plan para reformar el fútbol empezó a ejecutarse. El gobierno firma convenios para trabajar con los equipos más destacados de Europa. El Real Madrid inaugura una escuela sociodeportiva en Guangzhou, Barcelona hace lo mismo en Hainan. Rápidamente las provincias se llenan de entrenadores extranjeros que llegan para transmitir la fórmula del fútbol entre niños y técnicos. Pero al mundo académico esta revolución cultural — consecuencias económicas y diplomáticas— parecería no importarle.

Lucía Fajardo es uruguaya y en ese momento estaba cursando una maestría en relaciones internacionales en la Universidad de Xiamen. Atenta a este contexto, les propone a sus supervisores hacer su tesis sobre la hipótesis de que el fútbol podría jugar un rol fundamental en las relaciones bilaterales entre Uruguay y China. Quiere ahondar en la nueva y desafiante modalidad de diplomacia deportiva. Pero ninguno acepta la propuesta: mejor sería que busque un tema tradicional, le sugieren.

primera división

Clubes uruguayos buscan cómo pegarla en China

Alejandro Balbi, vicepresidente del Club Nacional de Football, dice que la directiva “ha venido hablando informalmente” sobre la internacionalización de la marca en China”, y que ya generaron un contacto. Se concretaron intercambios, y en diálogo con el presidente del Real Madrid les contó cómo es la experiencia de televisar los partidos en horario chino. En tanto, Rodolfo Catino, vicepresidente del Club Atlético Peñarol, asegura que llevan tres años trabajando en esto. El primer paso fue la participación en 2016 de una delegación de juveniles en un campeonato organizado por el club Guangzhou Evergrande. “Fuimos porque sabemos que es un mercado en crecimiento y con lograr que apenas un barrio siga a nuestro club ya nos traería beneficios”, dice. Una de las ideas de Catino es traer a un juvenil, y el mayor sueño es pensar en abrir una escuela de fútbol de Peñarol, pero el dirigente cree que todavía falta mucho para lograrlo, porque en Asia Peñarol no es conocido. ¿China se interesó en comprar algún jugador de la primera división local? “Todavía no”. Mientras tanto, el club apuesta a asociarse con provincias y empresas chinas para venderles el know how en cuanto a técnicas de formación de juveniles y organización de campeonatos. Unos meses atrás, una comitiva china visitó el Campeón del Siglo y hay expectativas de firmar un convenio.

Pasan unos meses. Ahora estamos en 2016 y el entonces presidente Tabaré Vázquez visita China. Lleva como parte de la delegación al ídolo del fútbol Álvaro “Chino” Recoba, quien participará de la inauguración del campeonato de fútbol playa entre China y América Latina. Jinping saluda a Recoba y se toma una selfie con él; de sus manos recibe, emocionado, la camiseta de la Selección.

Como parte de la política de relacionamiento, y convertido Uruguay en socio estratégico de esta potencia, las autoridades firman dos convenios deportivos. “Hoy te puedo decir que significaron un punto de inflexión en la historia del país para el desarrollo de nuestros atletas”, opina Fernando Cáceres, exsecretario nacional del Deporte. Y agrega:“Ya sabíamos que el fútbol podría abrir puertas de valor estratégico en el área comercial y económica”. Y a eso apostaron.

Mientras tanto, en el campus de la Universidad de Xiamen, Lucía Fajardo lee estas noticias y festeja. Finalmente un supervisor decide aceptar su propuesta. Presenta la tesis; la aplauden de pie.

fútbol en china
Desde 2015 el fútbol es una asignatura obligatoria en escuelas y liceos. Esta foto la tomó Lucía Fajardo en la secundaria de Qingdao.

Dos años más tarde la misma universidad la contacta y le pide que regrese a China: quieren que curse un doctorado y estudie el rol de los padres en el desarrollo del fútbol infantil y sus repercusiones en el fútbol profesional; en otras palabras, quieren que analice el peso que tiene el fútbol en la cultura. Acepta.
Y en eso está todavía.

Como parte de esta tarea, Fajardo pretende detectar las posibles fallas que podrían surgir en la adaptación de estos proyectos de cooperación a las particularidades culturales del gigante.En lo que va de la investigación, recorrió varias ciudades de China y Uruguay, visitó academias privadas, escuelas primarias públicas, campeonatos universitarios, y entrevistó a actores claves vinculados al fútbol en ambos países.

Dice:

—Una de mis preguntas a los padres chinos y uruguayos es si les gustaría que su hijo fuera futbolista internacional. Las respuestas son extremadamente opuestas. Cualquier padre del baby fútbol te responde que sueña con eso y que el niño también; en China, en cambio, ni siquiera tienen esa posibilidad en el radar. Si bien los fines de semana llevan a los niños a las academias y los ves jugando en las escuelas, el fútbol todavía se ve como una pérdida de tiempo.

Con este panorama se encontraron los técnicos Fabián Tejera y Martín Parodi, elegidos por la Secretaría Nacional del Deporte (Senade) para inaugurar la primera escuela de fútbol uruguayo en China, cuando en agosto del año pasado viajaron hasta la ciudad de Tangshan, en la provincia de Hebei.

Salieron de un país con unos 600 clubes de fútbol infantil y unas 60 ligas, y llegaron a otro en el que nada de esto existe todavía: son las escuelas las que enseñan el deporte y los pocos campeonatos que existen son muy inexperientes.

El desconocimiento del deporte y la falta de coordinación era tal, que pasaron dos meses enseñándoles a los pequeños a lanzar la pelota con las manos a sus compañeros. En los partidos, los jugadores festejaban todos los goles, incluso los del contrincante.

Tejera y Parodi no podían entender lo que veían.
Incrédulos, se agarraban la cabeza con las manos.

"Garrita" china

Cáceres, el exsecretario del Deporte, sospechó que el gigante podría interesarse en el modelo uruguayo unos ocho o nueve años atrás, cuando en su rol de secretario ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) recibió a delegaciones del Ministerio de Deportes de China y de la Asociación China de Fútbol que visitaron el país para conocer el proceso uruguayo para la formación de jugadores profesionales. “Fueron jornadas extremadamente exigentes. Estaban elaborando las bases para el plan de reforma del fútbol y preguntaron acerca de todo lo que te imagines”, recuerda.

Un tiempo después, en 2016, durante el viaje de Vázquez a China en el que se firmaron los dos acuerdos, estas autoridades le confesaron a Cáceres que tras relevar los métodos de las principales potencias futbolísticas, tomaron de la fórmula uruguaya dos aspectos clave para desarrollar su plan: que el deporte debe ser practicado desde edades muy tempranas, y acompañado de una cultura del fútbol en la que se involucre la familia.

fútbol en china
Los técnicos Fabián Tejera y Martín Parodi en la primera escuela de fútbol uruguayo en China.

Desde aquel momento, sucedió esto.

El primer convenio se firmó a nivel gubernamental y habilitó, por un período de tres años, la posibilidad de enviar delegaciones deportivas junto a sus entrenadores para formarse por 90 días, con todos los gastos cubiertos, en centros de alto rendimiento donde se preparan medallistas olímpicos.

A su vez, estos entrenadores vendrían a nuestro país por un período de un mes para seguir impartiendo sus enseñanzas entre técnicos locales. El mismo convenio le permitió a Uruguay acceder a donaciones de equipamiento. Este nivel de especialización era inédito para los 400 atletas que ya viajaron. Los resultados fueron directos: Uruguay ya ganó sus primeras medallas en gimnasia artística.

En cuanto a lo que refiere a la cooperación en fútbol, se firmó un segundo convenio. Para Cáceres, este demostró “la intención explícita de que Uruguay colaborara en el desarrollo del fútbol chino”. En este caso, el acuerdo fue con la provincia de Hebei, donde en agosto pasado se construyó la primera escuela de fútbol uruguayo.

El plan es formar allí a los niños con las mejores condiciones del distrito. La institución, tipo internado, fusiona la educación curricular con el entrenamiento de alto rendimiento.

El gobierno chino delegó la ejecución de esta cooperación en una empresa, mientras que Uruguay lo dejó en manos del programa de Gol al futuro, de la Senade. Tras hacer un llamado, fueron entrevistados decenas de entrenadores, y finalmente seleccionaron a Tejera y a Parodi.En agosto pasado viajaron para cumplir una misión entre deportiva y diplomática, que implicaba colaborar en la construcción de un fútbol chino dejando la huella charrúa.

El proyecto duraría un año y tendría dos etapas. Durante la primera, habría que hacer un diagnóstico de los alumnos de las escuelas más cercanas y generar las bases para conformar una liga infantil que funcionara como una vidriera para captar a los talentos. A su vez, formarían a los docentes que instruirían las clases de fútbol en primaria.

No fue nada fácil.

“Fuimos a un campeonato del distrito, una experiencia reciente, categoría sub 14, y elegimos a 50 niños. Pero nos dimos cuenta sobre la marcha de que la distancia entre una ciudad y otra era de unas tres horas, por lo tanto a las prácticas venían menos de la mitad. Entonces se optó por trabajar con unos 28 niños de la zona e incluir a las generaciones 2008-2009”, cuenta Parodi.

Hay más.

“El nivel de desorganización era muy grande. Desde los niños que llegaban y ni siquiera saludaban, hasta cómo se daba el calentamiento y su vínculo con los entrenadores, que en algunos casos los castigaban si cometían errores. Nosotros estamos acostumbrados a trabajar desde el error y por más que nos decían que era un tema cultural, nos negábamos a trabajar así. Estos son niños que estudian desde las 07:30 AM hasta las 17 horas, estaban estresados, y hubo que inculcarles que las prácticas eran un rato para que ellos disfrutaran, que tenían que divertirse jugando al fútbol para poder aprenderlo”, dice Tejera.

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Se prevé la construcción de una segunda escuela dirigida por técnicos uruguayos.

Hacia el final del año, los vínculos mejoraron. “Las autoridades deportivas nos empezaron a preguntar cómo armar encuentros interescolares, que es lo que tenemos pensado concretar en una segunda etapa: generar una liga escolar y mejorar el equilibrio del deporte con la parte educativa, que es lo que más les interesa a los padres”, explica Tejera.

Cuando dejaron China iban avanzadas las obras del comedor y de las habitaciones para que los niños, el siguiente año, se instalen allí. Mientras esperan que la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus nos dé una tregua y ellos puedan volver, ambos técnicos se afianzan al recuerdo de los cambios que notaron en las últimas semanas.

Los niños pasaron de no saludarlos a darles un abrazo al inicio de cada práctica. Los padres, que antes veían pasar la pelota cuando se salía de la cancha, se volvieron activos en la colaboración. Le decían al traductor que sus hijos esperaban con ansias esos días de la semana (tres de lunes a viernes, uno en fin de semana). Y en vez de festejar hasta los goles de los rivales, los pequeños jugadores empezaron a incorporar el sentimiento de querer ganar. En los dos últimos partidos, tras perder, se pusieron a llorar.

Dice Parodi:

—Ese llanto, que suele ser algo negativo en nuestro país, es una de las mayores satisfacciones que me traje.

La estrategia celeste.

Uno de los primeros gestos chinos para empezar a despedir la paralización fruto del coronavirus fue la reanudación de la construcción del estadio de Pudong, que será la sede del Mundial de Clubes de la FIFA en 2021 y la nueva casa del club Shanghái SIPG.

El mensaje del gobierno es que el nacimiento del fútbol no puede esperar.
En diciembre pasado, Cáceres hizo una última visita oficial en la que presentó una carta de intención para renovar estos convenios, y acordó además incluir delegaciones de atletas con discapacidad, que la contraparte China avaló.

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Los nuevos atletas orientales

lberto Espansandín, excoordinador del Área Deporte Federado de la Secretaría Nacional del Deporte, cree que el primer convenio firmado con el gobierno chino fue un punto de inflexión en la formación de 400 atletas que accedieron a entrenamientos en centros de alto rendimiento junto a sus entrenadores. Allí trabajaron con medallistas olímpicos y campeones mundiales chinos. Los 90 días de estadía y los costos del viaje los pagó China, mientras que el acuerdo se completaba con una visita de un mes de un entrenador asiático a nuestro país. A esto se le sumaron donaciones en equipamientos, por ejemplo de gimnasia artística, que permitieron la creación de un centro especializado en un antiguo depósito municipal en Canelones. “Los resultados han sido inmediatos”, dice Espansandín. Víctor Rostagno, gimnasta que viajó en tres oportunidades a China, trajo las primeras medallas para esta disciplina. Además, jugadoras de básquetbol fueron contratadas por equipos internacionales. “Construir estos centros acá hubiera implicado una inversión de US$ 30 millones, otros US$ 5 para su mantenimiento, más sueldos”, plantea. Otra ventaja es que entre 2015 y 2019 se duplicó la participación femenina en deportes federados —de 6,3% a 13,6%—, Espansandín está convencido de que este acuerdo influyó.

Por otro lado, la administración anterior logró que Cancillería aprobara la creación de la figura del embajador deportivo, cuya función asesora se asemejaría a la de un agregado cultural o militar.

Renovar los convenios y darle vida a este cargo, está ahora en manos de las nuevas autoridades.

Alejandro Sagasti, actual director del Área Programas Especiales de la Senade, confía ciegamente en la diplomacia deportiva. Sabe que el deporte y especialmente el fútbol son la llave para afianzar el relacionamiento comercial con nuestro principal socio.

No solo eso: “Estos convenios son una enorme puerta de entrada para oportunidades laborales para cientos de futbolistas uruguayos que podrían convertirse en entrenadores en escuelas chinas”, dice.

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Tras una práctica. Foto: L.Fajardo.

Y también, que debe mejorarse la presencia de la Selección y de los clubes de primera división con el fin de lograr inversiones y, por qué no, un grupo de fanáticos que traigan beneficios económicos impensados. “Vamos a salir de una situación muy complicada por la pandemia y no vamos a tener grandes cifras para gastar en deporte, así que tendremos que ser inteligentes, reforzar nuestro acuerdo con China y salir a buscar otros”, adelanta.

La ilusión es grande.
Y el camino para cumplirla ya arrancó.

La semana pasada las nuevas autoridades se reunieron en Montevideo con Fernando Lugris, embajador de Uruguay en China, y ya planifican una misión apenas termine el período de aislamiento. Esta dirección está diseñando un plan estratégico que genere “un hilo conductor entre las políticas deportivas y las ventas comerciales”.

¿Cómo? Por ejemplo, asociando el know how y los logros deportivos a diferentes productos y empresas. “El éxito de nuestro fútbol infantil es único en el mundo. Esos niños tienen una alimentación en base a proteínas, entonces asociemos ese éxito a Conaprole y al Instituto Nacional de Carnes de manera de presentar ambas propuestas en conjunto”, plantea Sagasti.

El asunto es “dar en el blanco”. Partiendo de la primera experiencia que tuvieron Tejera y Parodi, y frente a la confirmación de la apertura de una segunda escuela de fútbol uruguayo, esta vez en Guilin, Sagasti está convencido de que hay que trabajar en ampliar ese mercado conjuntamente con la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol, la AUF y la Organización Nacional de Fútbol Infantil, con quienes ya agendó una reunión.

“La Selección ya trabaja con alguna empresa china, pero hasta ahora no ha tenido un gran resultado económico. Este es un mercado imponente en el que los principales clubes del mundo están marcando presencia y eso tenemos que hacer. Sería interesante que vinieran más jugadores chinos a las divisiones juveniles de nuestros clubes, empezar a generar torneos que los incluyan. Hemos hablado mucho con Ignacio Alonso acerca de la importancia de que los equipos de primera división tengan a sus fanáticos allá”.
Se imagina:

Con lograr el interés de un barrio chino ya sería un mercado de miles de personas interesadas en un club uruguayo. Esas miles comprarían merchandising y pagarían para ver los partidos de ese equipo, que debido al interés suscitado podría lograr un convenio con alguna provincia y tener su propia escuela de alto rendimiento como ya existen las del Real Madrid o la del Barcelona; o podría armar una museo con experiencias deportivas como los que inaugurará el Manchester United en 2020.

Justamente Manchester United: el equipo que se ganó el corazón de Xi Jinping, el presidente que tiene el sueño de desarrollar el fútbol en un país que tiene 400 veces más habitantes que Uruguay, y quiere que le enseñemos cómo desarrollar ese sentimiento que tanto ha agrandado a esta nación minúscula en el mundo.

academias charrúas

El secreto uruguayo que abre puertas

Desde agosto y hasta fines de diciembre de 2019, los entrenadores Fabián Tejera y Martín Parodi capacitaron a unos 40 técnicos y a una treintena de niños en la primera escuela de fútbol uruguayo construida en la ciudad de Tangshan. La inversión y los sueldos fueron pagados por el gobierno chino. Previo al viaje, una delegación con 40 jugadores sub 14 había venido a entrenar a nuestro país. El coronavirus impidió que regresaran a ejecutar la segunda etapa en febrero, pero lo harán en cuanto sea posible.

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