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Mujica quería a Rodrigo Arocena como ministro de Educación. Foto: A. Colmegna
Inauguracion de la Escuela 121 de tiempo completo de Delta del Tigre, San Jose, ND 20151028, foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

Un académico apasionado, un docente conocedor de los vericuetos de la burocracia, una ministra sin conocimientos de educación y el negociado de un presidente con un expresidente para asegurarse paz. ¿Quiénes son los protagonistas de la crisis que explotó esta semana en la educación?

Tabaré Vázquez arrancó la campaña electoral minimizando los problemas en la educación. "Es uno de los temas que, según la derecha, pueden complicar al Frente Amplio. Si esa es la apuesta, se equivoca la paloma", ironizó un 24 de enero en el balneario San Luis. Aquel día dedicó parte de su primer discurso a destacar "los logros" del FA: más presupuesto, mejores salarios, más escuelas.

Pero en el correr de 2014 fue cambiando el tono, y después de las internas no solo abandonó el "vamos bien", sino que también incorporó a su equipo de asesores más cercanos a una figura novedosa y de peso: Fernando Filgueira.

Filgueira, un sociólogo muy reconocido en el exterior, que se desempeñaba como director del Fondo de Población de Naciones Unidas en Uruguay, empezó a colaborar con Vázquez y a participar de las reuniones en el Four Points. Fue el principal redactor del programa del FA en educación y unos meses después ya se lo escuchaba hablar de la necesidad de "reformar el ADN". Todo indicaba que sería el próximo ministro de Educación.

Sin embargo, Vázquez le planteó a Filgueira que la ministra sería María Julia Muñoz y él sería el subsecretario. En palabras de fuentes cercanas a Filgueira, ella se dedicaría a "aguantar las balas" y "lidiar con los sindicatos", y él sería el encargado de reformar la educación: de "hacer". El trato cerraba con un pequeño detalle: Filgueira podría elegir a las autoridades de la ANEP, el brazo ejecutor que tiene el Estado en la enseñanza.

Vázquez ganó el balotaje el 30 de noviembre y dos días después anunció su gabinete. No concedió tiempo a nadie de negociar nombres, ni siquiera al MPP, que había salido fortalecido de la elección.

El presidente del Codicen (el máximo órgano de gobierno de ANEP), Wilson Netto, tampoco perdió el tiempo y por aquellas fechas se le presentó a Muñoz en su despacho. Según contaron allegados a Netto, la ministra designada tenía un "papelito" con algunos nombres. Netto llegó a leer dos de ellos y lo que vio no le gustó nada. Uno de los nombres era el de Luis Garibaldi, director de Educación durante los 10 años del FA, y el otro era el de Héctor Florit, director de Primaria en el último gobierno. Eran los hombres que Filgueira quería poner en lugar de Netto, a quien veía como un obstáculo para el desarrollo de su mentada reforma.

Después de esa reunión, el presidente del Codicen llamó a José Mujica y lo puso al tanto. Netto es militante del MPP, muy cercano al exmandatario y, sobre todo, a su esposa, Lucía Topolansky. Dicen que Mujica "estaba recaliente". Si ya se había enojado cuando Vázquez había anunciado el gabinete de ministros sin consultar a los sectores, este nuevo episodio se convertía en la gota que rebasaba el vaso.

Es que entre los planes que Vázquez le había frustrado a Mujica con su rápida jugada estaba la intención de impulsar como titular del MEC a Rodrigo Arocena, exrector de Udelar. La salida de Netto del Codicen (donde está desde 2012) implicaba que el MPP perdería poder en un terreno clave como es la educación.

Según las fuentes, Mujica se le "apareció" a Vázquez mientras pescaba en el interior, a mediados de diciembre, y le expresó su calentura. Un informante contó que en esa conversación Mujica exigió que mantuviera a Netto como condición para darle el apoyo del MPP —el sector más grande del FA— en el Parlamento. Y, además, le pidió que le permitiera nombrar a su gente en el Codicen y en los órganos desconcentrados (Primaria, Secundaria, UTU y Formación Docente). Vázquez dijo que sí: canjeó paz en el Legislativo por continuidad en educación.

A partir de ese día, lo del "cambio del ADN" empezó a sonar utópico incluso para sus propios mentores. ¿Una reforma de la educación a manos del mismo conductor de los últimos tres años?

Quién es quién

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A fines de diciembre Muñoz comunicó oficialmente que Netto seguiría en el cargo. Ahí también empezó "la derrota de Filgueira", según sus allegados. "Y él lo vivió muy mal. Ya era consciente de que no iba a poder hacer nada", dijo uno de ellos. Netto no solo seguiría en el cargo, sino que ahora se hacía fuerte y estaba molesto con Filgueira.

Convivencia conflictiva.

Filgueira llegó al ministerio con un sociólogo, Sergio Lijtenstein, como único asesor. En la subsecretaría del MEC había una secretaria contratada por seis horas, y nadie más. Pero él no quiso engrosar mucho más su equipo: llevó a otras dos funcionarias del ministerio y más adelante firmó contratos temporales con dos consultores por tareas puntuales. Lijtenstein asumió como propios temas variados (desde la participación en política de drogas hasta las comisiones reparatorias), pero no se metió en educación. Filgueira tomó como único colaborador en ese tema al maestro Juan Pedro Mir, a quien impulsó como director de Educación del MEC.

Mir, integrante del Frente Líber Seregni pero de bajo perfil político, había participado en el diseño de la reforma que se volcó en el programa y se convertiría en el aliado de Filgueira para llevarla adelante tal como la habían ideado.

Entre tanto, Netto comenzó a reunirse frecuentemente con Muñoz para estrechar lazos. Entre ellos acordaron que Laura Motta y Margarita Luaces serían las consejeras designadas por el Ejecutivo en el Codicen. Teresita Capurro y Néstor Pereira, los consejeros electos, seguirían en sus cargos hasta que los gremios docentes votaran de nuevo (en elecciones que se realizarán este mes).

A su vez, Muñoz y Netto resolvieron que cuatro mujeres liderarían los desconcentrados: Celsa Puente seguiría en Secundaria, Irupé Buzzetti sería ascendida en Primaria, Nilsa Pérez iría a la UTU y Ana Lopater a Formación Docente.

Los desplazados fueron tres hombres cuyas carreras venían "en ascenso": Florit, que pasó de director a consejero en Primaria; Garibaldi, de director de Educación en el MEC a tercer consejero en Formación Docente; y Javier Landoni, que se había desempeñado como consejero del Codicen y se había convertido en la mano derecha de Netto en el gobierno pasado, pasó a ser "segundo" de Celsa Puente. Distintas fuentes consultadas coincidieron en que los tres podrían haberle hecho "sombra" a Netto.

Netto, a quien Mujica había sacado de la UTU para llevarlo a "apagar un incendio" en el Codicen, apelando a su ejecutividad y "mano dura", ahora pisaba fuerte. Se quedaba con la conducción del Codicen, con un equipo que le era cercano y, además, con el respaldo nada más y nada menos que de Mujica y Vázquez. Su único obstáculo era Filgueira.

Quienes han trabajado con Netto dicen que es un hombre amable, simpático y hasta cariñoso, pero obstinado y duro cuando algo no le cierra. Le gusta imponer su ritmo de trabajo y ser protagonista. Es el primero en llegar y el último en irse del Codicen. El lunes, por ejemplo, llegó 7:30 de la mañana y cerró la puerta a las 23 horas. Saluda a cada funcionario que se le cruza y le gusta recorrer todo el país. Visita todos los centros educativos que puede porque quiere "llevar la ANEP al territorio", mostrar que está presente y que ejerce la autoridad, aunque eso no implica que delegue mayor autonomía en escuelas y liceos.

Y así se desempeñó en lo que va de este gobierno en el Codicen, por lo cual no hizo falta mucho tiempo para que comenzaran a crecer los choques con el MEC, puntualmente con Filgueira y con Mir, quienes alentaban una reforma que él no compartía ni lideraba.

Filgueira, un hombre "enérgico, apasionado" y con talante de líder, en palabras de un allegado, se dio de frente contra un equipo y una agenda que no compartía, y contra una ministra que más que dispuesta a batallar, parecía inclinada a convivir y zurcir diferencias. La misma fuente contó que en mayo, solo dos meses después de asumir, en el entorno de Filgueira ya especulaban cuánto aguantaría el sociólogo en el cargo.

Fueron ocho meses de convivencia en tensión. Al principio, Netto, Muñoz, Filgueira y Mir se reunían una vez por semana en el ministerio. De algunos encuentros también participaban las consejeras Motta y Luaces, aunque no Capurro ni Pereira. En aquellas reuniones Filgueira y Mir hablaban de cambios y propuestas y los demás asentían sin confrontar, pero después pasaban las semanas y las ideas reformistas quedaban en la nada.

Empezaron a chocar: Filgueira pensaba desde los objetivos, y Netto proyectaba desde la realidad burocrática que bien conoce. El MEC presionaba con planes y resultados, y el Codicen alegaba que las transformaciones llevan su tiempo. Filgueira hablaba de "marco curricular común" y Netto de "territorialidad".

Las diferencias eran tales, que Filgueira y Mir buscaron la forma de "sacarse de arriba a Netto", lo que encontraron políticamente imposible. Filgueira siguió intentando que sus ideas permearan, pero las puertas se le fueron cerrando. Según una fuente cercana, en las últimas semanas intentó "meterse en el área de la educación inicial, dialogando con INAU y CAIF para reformular ahí, porque era el único reducto que le quedaba".

La tensión se disparó cuando en un congreso del Frente Líber Seregni Mir confesó que no estaban dadas las "condiciones políticas" como para cambiar el ADN de la educación. "A lo sumo haremos una transfusión", dijo.

El final de la historia es más conocido: Vázquez no toleró la "deslealtad" de Mir y le pidió a Muñoz que le reclamara su renuncia. Y con la salida de su colaborador más cercano, Filgueira encontró en la "solidariadad" la excusa perfecta para abandonar una batalla perdida de arranque.

Cuentan sus allegados que para él fueron meses de desgaste, estrés y tiempo perdido en lo académico. Incluso debió rechazar una invitación del bengalí Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998, para hacer un libro juntos.

Lo que quedó.

Mir se fue un viernes y al lunes siguiente renunció Filgueira. Al primero ya le encontraron una sustituta, pero la decisión sobre el segundo aún está pendiente (ver recuadro).

Según supo El País, Filgueira todavía va de a ratos al ministerio pero ha empezado a delegar los temas que manejaba.

En el Codicen, en tanto, el lunes hubo una larga reunión entre los consejeros y se habló del tema, aunque no formalmente. Según la consejera Laura Motta —esposa del intendente Daniel Martínez—, "es un asunto del MEC y no corresponde tratarlo en sesión". Tampoco se mencionó en la habitual reunión de consejeros y directores de los martes.

En estos días el Codicen cerró filas y, con Muñoz de aliada, Netto salió a exhibirse en acción. El miércoles pasaron el día entero juntos recorriendo centros educativos de San José, inaugurando locales nuevos (en octubre, una rareza) y anunciando nuevos proyectos.

Consultada para este informe, Motta se esforzó en transmitir que todo sigue con normalidad y armonía. Aseguró, además, que nunca percibió cortocircuitos entre el MEC y el Codicen. Ella entiende que el marco curricular común de tres a 17 años sobre el que insistía Filgueira se está aplicando aunque sin esas palabras, sino mediante la definición de "perfiles de egreso". Motta no habla de reforma sino de "transformación", y advierte que será un proceso "largo y complejo".

Néstor Pereira, el representante de los docentes en el Codicen —que tiene un pie afuera, porque dejará su cargo en noviembre—, se animó a decir un poco más. A su entender, "faltó tiempo y espacio para ajustar las dos dinámicas, las del MEC y la de ANEP, de manera tal de respetar las particularidades de cada uno, que son la autonomía de la ANEP y el rol coordinador del MEC".

De todas formas, Pereira consideró "extraño" que se quisieran aplicar medidas y "titulares" sin considerar las propuestas del Codicen, que es el organismo que, en definitiva, trabaja en territorio.

Esa pulseada que pretendió dar Filgueira en estos ocho meses tuvo un claro ganador: Netto. Pero la palabra ahora la tiene Vázquez: él decidirá si lanza a otro soldado al campo de batalla, o si da esta guerra por perdida.

Brechner y Celsa Puente, dos candidatos opuestos para el hueco que deja Filgueira

El presidente Tabaré Vázquez está en Francia y aún no ha decidido —o comunicado— quién será el remplazo de Fernando Filgueira en el MEC. Sin embargo, dos nombres suenan con fuerza en el ambiente de la política y la educación: Miguel Brechner, hoy al frente del Plan Ceibal, y Celsa Puente, directora de Secundaria. Brechner sería una apuesta clara a seguir intentando "cambiar el ADN" de la educación. Es un hombre de confianza del presidente y, al igual que Filgueira, participó del diseño del programa del Frente Amplio en materia educativa. Sin embargo, quienes conocen a Brechner dicen que Vázquez tendría que prácticamente suplicarle que fuera subsecretario del MEC, ya que el ingeniero aprecia más bien poco la institucionalidad de la Anep, a la que debería enfrentarse en caso de asumir ese cargo.

Si la opción es por Puente, la decisión de Vázquez también es clara: darle el timón a Netto por completo. La directora de Secundaria está allí desde enero de 2014, y fue nombrada por Netto. Si bien ha tenido roces con él, es una mujer de carácter afable que a priori no se impondría a las ideas de Netto.

En definitiva, son caminos opuestos. Vázquez ya tomó una decisión con la sustituta de Juan Pedro Mir, el exdirector de Educación. La designada es Rosita Inés Ángelo, una profesora de Historia formada en Antropología, administración y educación. Ángelo no es conocida en el ambiente, excepto por la consejera Laura Motta, con quien trabajó en Formación Docente. Por eso su nombramiento fue interpretado como una señal de la capacidad de influencia de Motta en la ministra María Julia Muñoz. Por su parte, la consejera aseguró a El País que no fue ella quien recomendó a Ángelo, pese a que está "muy contenta" de su designación por "su importante curriculum".

En los hechos, el nombramiento de Ángelo implica fortalecer el núcleo de poder que ha montado Netto. El Codicen de hoy está compuesto por dos personas leales a él (Motta y Margarita Luaces) y una que a veces opone resistencias, pero tiene un pie afuera, como es Néstor Pereira, el representante de los docentes. Teresita Capurro, en tanto, renunció a su cargo a raíz de la decisión del Ejecutivo de declarar la esencialidad en la educación en el momento de más paros.

En los consejos desconcentrados tampoco hay quienes enfrenten a Netto. Según fuentes de Anep, la más leal a él es Nilsa Pérez, la directora de UTU (anterior reducto de Netto). Las otras tres —Puente, Irupé Buzzetti y Ana Lopater— mantienen un perfil propio sin llegar a implicar un obstáculo.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Mujica quería a Rodrigo Arocena como ministro de Educación. Foto: A. Colmegna

la pulseada por la educaciónPAULA BARQUET / ANDRÉS ROIZEN

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