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La escuela después del golpe

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Escuela Pública. Foto: Marcelo Bonjour

Cuando en las escuelas ocurre un hecho violento, como la agresión de una madre a una maestra, se moviliza la comunidad. Desde Primaria se activa un mecanismo para minimizar los daños de los involucrados y reparar las heridas de una sociedad que se coló en el aula.

Los moretones empalidecen, los cortes se suturan y, eventualmente, el dolor pasa. Luego de un golpe, cuerpo y alma se esfuerzan por sanar, muchas veces con ayuda externa. Lo mismo ocurre cuando una madre le pega a una maestra o directora: la escuela toda debe recomponerse. Este año, 10 escuelas han tenido que hacerlo en todo el país.

La última agresión ocurrió en la N° 251, en el barrio Conciliación. La agresora fue una madre de seis hijos a quien conocimos por la foto viral en la que se la ve vestida con calza azul eléctrico y campera, trepando la reja del recreo para escapar de la Policía. La mujer fue procesada con prisión por el juez Humberto Álvarez. Dos de sus hijos están ahora al cuidado del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) y cuatro con su abuela paterna por orden del juez de Familia Especializado Pablo Dalera. La maestra y directora agredidas están de licencia a causa de lo ocurrido.

Cuando esto sucede, entra en acción un grupo multidisciplinario del Programa Escuelas Disfrutables (PED), de Primaria. Su misión es atender a la escuela como organismo y dar un diagnóstico "situacional". Se concentran en tres escenarios: el grupo de docentes, los niños y la familia involucrada.

Los abordajes se adecuan a la madurez del receptor. Con los adultos se conversa. Se les proporciona, bajo el secreto profesional, instancias en las que puedan hablar grupalmente de lo ocurrido. Percibir cómo se sienten, medir su ansiedad. El objetivo principal de los talleres es diagnosticar el nivel de angustia que el episodio pueda haber causado, pero también reducirlo. Los psicólogos y trabajadores sociales que integran PED no pueden obligar o derivar a los adultos a terapia, pero sí pueden dar su opinión y sugerir, si se considera necesaria, atención médica o psicológica.

El segundo pilar del trabajo de este programa es intentar restablecer el vínculo entre la familia agresora y la escuela. La psicóloga y directora de este programa, Ana Everett, asegura que "muchas veces las madres terminan verbalizando su vergüenza y arrepentimiento por el golpe". Además, dice que no tienen registro que el incidente se haya repetido después del trabajo de PED con las familias.

Lo que PED hace es, una vez que el tema se enfría, citar a la madre —aunque nunca al mismo tiempo que la maestra agredida— a una reunión. Se intenta que los niños no se cambien de escuela y que la relación con la familia se recomponga. "Muchas veces sucede, porque también está en el interés de la familia que así sea", dice Everett.

Con los niños que presenciaron el hecho violento se trabaja con un poco más de distancia: se los observa en clase, en educación física o en el recreo. No se les habla del tema directamente. Se intenta detectar problemas a través de actividades en clase: juegos, dibujos, trabajos escritos o "buzones" donde ellos puedan escribir lo que quieran. "Se presta atención a cosas como llantos o enojos sin motivo, cambios de actitud, si un grupo era muy bullicioso ahora es muy callado", detalla Everett. Si se detecta que los niños quedaron afectados, se cita a las familias y se le da aviso a Salud Pública para que se les ayude profesionalmente, ya que de eso ellos no se encargan.

Reflexionando juntos.

De la "moraleja" de la situación se debe encargar la propia escuela. Es decir, es sobre las maestras que recae la tarea de insistir en que lo que pasó "estuvo mal" y "no se hace". Por este motivo, está establecido que exista después de un golpe una "jornada de reflexión". La jornada está dirigida a alumnos y familias.

El viernes, después de la agresión, la escuela N° 251 se decoró con moñas negras en señal de luto y las maestras colgaron sus túnicas en las paredes. Se invitó a los padres y se leyó una carta repudiando lo sucedido y un niño de quinto de escuela también escribió una pidiendo a los adultos que se respetaran entre ellos. La carta estaba rematada así: "Ser maestro es un trabajo pero ellos lo hacen por amor".

En un intento por recuperar la alegría, la semana siguiente, la directora de la escuela volvió especialmente de su licencia para concretar un postergado festejo del Día del Niño. "Contraté un mago, hicimos dos tortas importantes para cada turno, decoramos todo y estuvimos a puro baile en el anfiteatro que es divino", detalla, "Y eso no se mostró. Se mostró todo lo malo, que espero que ayude a que no pase más algo así, pero me dolió que no se mostrara lo lindo después del golpe", expresa.

En penitencia.

Una mamá que le pega a una maestra es una mamá señalada. Se entera toda la comunidad y cae sobre ella un juicio aunque luego se muestre arrepentida y pida perdón. Andrea Frattini, maestra comunitaria de Casavalle, explica que la maestra es una referente barrial a la que aún todos quieren y cuidan: "Yo saludo más gente en el barrio donde doy clases que en el que vivo", cuenta.

Según Everett, puede pasar que padres de otros alumnos no quieran que esa madre se acerque más a la institución como puede ocurrir lo contrario: "También puede haber allegados a esa madre que se pongan en su lugar y la defiendan, poniéndose en contra de la escuela", dice.

También deben enfrentarse al cuestionamiento de sus propios hijos, que son afectados por el choque de dos de sus referentes más importantes: su maestra y su mamá. "Ante el planteo de los hijos se pueden arrepentir pero no pueden borrar lo que hicieron", dice Everett.

PED está integrado por psicólogos, trabajadores sociales y abogados. Los últimos se encargan del aspecto judicial del incidente, si llegara a haberlo. Es decir, son quienes acompañan a las maestras o directoras agredidas en caso que se hiciera una denuncia al agresor.

Luego de que a una madre la denuncian por agredir a una maestra, le sigue el dictamen de un juez. A priori, si la madre no es procesada con prisión los hijos se quedan con ella. "La sanción que recibe la madre es por ese golpe. No se asume que además es violenta con sus hijos", explica Everett. Sin embargo, si existiera una sospecha de que los derechos de los niños están siendo vulnerados, la institución, maestras o psicólogos que lo sospechen o sepan, están obligados a elevar un informe al juez de Familia Especializado.

También ocurre que si en una audiencia penal se pone en conocimiento que alguien a cargo de un niño consume drogas o delinque, automáticamente se remite el testimonio al juzgado de Familia Especializado para que valore la situación de los niños. Lo primero que se intenta es ver si tienen familiar que pueda hacerse cargo de ellos. Si no lo hay, los niños pasan a hogares del INAU.

No hay consenso en la comunidad educativa sobre si deben agravarse las penas a quienes cometan delitos en escuelas —como se ha exigido desde la Asociación de Maestros de Montevideo (Ademu)—, o por el contrario, se debe abandonar la actitud punitiva y concentrarse solo en los hijos de agresores.

La directora de la escuela N° 251 asegura que no tiene "nada que ver con lo que le pasa ahora a la mujer" que la golpeó. "No quiero su cabeza ni mucho menos. Mi único interés es el bienestar de los niños", dice. Lo que sí reclama es mayor seguridad para los centros educativos, pero "no solo por las golpizas" sino porque han sido "protagonistas de robos".

La térmica.

Ana Everett explica que en contextos críticos el nivel de tolerancia a la frustración es mucho menor, y el paso a la acción mucho más rápido. "Una persona que duerme mal, pasa frío y hambre va a frustrarse y enojarse mucho más rápido que alguien que duerme todas las noches calentito en su casa", detalla. Everett opina que "la sociedad está innegablemente más violenta" y eso se refleja sí o sí en las escuelas, que son una "microsociedad".

Muchas veces, los alumnos o familias agresoras no son solo victimarios, sino víctimas perpetuas del contexto en el que viven y las situaciones que les tocó presenciar. Y muchas veces, el actuar reprobable es fruto de una frustración acumulada que no se sabe canalizar.

"Cosas que les pasan en la casa o en el barrio, situaciones que pueden ser violentas o cosas como una madre enferma o padres separados hacen que vengan con esa negatividad y al primero que los mira mal les salta la chaveta", explica el coordinador de los talleres Don Bosco, Pierino Rava. Él define a los problemas que se presentan en los ámbitos educativos como "la punta del iceberg". Desde Don Bosco se intenta bajar los niveles de violencia desde el afecto, apuntando a un ambiente más personalizado y de mayor contención para los alumnos, muchos de los cuales vienen de situaciones familiares complicadas

"En varias ocasiones, los actos violentos de los adolescentes son llamados de atención porque no se los reconoce. Piensan que si arman relajo por lo menos son alguien: son al que echan, o el malo. Quieren salir del anonimato", opina Rava.

Educación Responsable es una organización sin fines de lucro que trabaja con escuelas para intentar, entre otras cosas, atacar estos problemas a nivel de educación emocional. Su director en Uruguay, Ilan Bajarlia, explica que "es lógico" que se den hechos violentos "por la polarización que hay en la sociedad".

"Los niveles de pobreza, el contexto de crimen o drogas, las familias incompletas, generan muchísimo estrés y ansiedad en los niños", explica Bajarlia. "Las maestras vienen con niveles de frustración bajos, ganan poco, el sistema las culpa. Nosotros trabajamos también con la autoestima de ellas, les decimos lo importantes que son y les damos herramientas para trabajar mejor con los niños y entender mejor qué les sucede en sus casas".

Apagando incendios.

En Secundaria también se registran hechos de violencia hacia los docentes, solo que allí los protagonistas suelen ser los propios alumnos. Según la sindicalista de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), Rita Bruschi, "las agresiones verbales son algo cotidiano". Si los insultos escalan a agresiones físicas o materiales, o si se entiende que la agresión verbal fue muy grave, se pone en marcha un "protocolo" que desde febrero existe por un acuerdo entre Fenapes y las autoridades de Secundaria.

El protocolo detalla que, ante un hecho de agresión, se debe notificar inmediatamente a las autoridades de Secundaria lo ocurrido, llamar a la emergencia móvil y permitir a la persona agredida retirarse y tomarse hasta dos días de licencia médica para recuperarse del episodio. Luego se reúne en el liceo el núcleo sindical (los profesores agremiados que allí se encuentren) y deciden qué medidas tomar a continuación, para que "no tenga que decidirlo unilateralmente el docente". Bruschi reconoce que todavía no está tan difundida la existencia de este protocolo pero sostiene que los docentes en general "están muy conformes" porque "hay mayor protección al trabajador".

PED interviene por diferentes problemas que puedan surgir en el ámbito escolar. En 2016 el motivo principal por el que intervino este órgano fueron problemas de conducta: 1065 casos de un total de casi 6.000 fueron por esta razón. Es poco frecuente que actúen por problemas de agresiones de madres a maestras. Según Everett, habrán atendido "como máximo" 13 o 14 casos en 2013, año en el que las agresiones en las escuelas coparon la agenda de la opinión pública. En lo que va de este año ya se cuentan 10 episodios.

El programa depende del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP). Cada año, se decide de antemano en qué escuelas se va a trabajar, pero además funciona "a demanda" cuando la situación así lo requiere. Trabajan talleres de educación sexual y emocional, pero también actúan cuando ocurren sucesos que movilizan a una clase o a la institución toda. Según la directora del programa, el objetivo de las intervenciones es "que la institución recupere su capacidad de enseñar". Entiende que un evento estresante anula o reduce esa capacidad.

Otros problemas que atendió PED en 2016 fueron: dificultades de aprendizaje (610 casos), abuso (323 casos), maltrato (240 casos), bullying (157 casos), muerte de un compañero (66 casos), muerte de un actor institucional (50 casos) y hasta intento de autoeliminación de un niño (32 casos).

Aunque se cuente con ayuda, no es posible para las instituciones educativas filtrar todos los problemas de la sociedad o repararlos. A lo que pueden aspirar maestros, directores y profesores es a apagar incendios cuando se presenten y aspirar a que su enseñanza cale hondo.

"Mi maestra es la más buena de las buenas".

La madre que agredió a la maestra y a la directora de la escuela N° 251 fue procesada con prisión por el juez Humberto Álvarez por dos delitos de lesiones en reiteración real. Es el segundo caso en el año en que un episodio de estas características acaba con la agresora tras las rejas.

En la audiencia penal en la que la mujer fue procesada, ella expresó que lo que hizo "obvio que no se puede hacer". "Tampoco me iba a dejar pegar o insultar de la nada", aclaró. Ante la pregunta de si estaba arrepentida, dijo: "Obvio, porque hay niños de por medio, hice algo que está mal".

La directora de la escuela, una de las agredidas, asegura que no quiere "la cabeza" de la mujer y que solo persigue "el bienestar de los niños". Con ella no volvió a tener contacto, y dice que ahora la situación está en manos de la Justicia.

El caso pasó también por un juzgado de Familia para decidir el futuro de los seis hijos de la madre procesada con prisión. En la audiencia, el mayor de los hermanos, de 11 años, se retractó de lo que le había dicho a sus maestras acerca del abuso que recibía en su casa: "Yo inventé y mentí que me pegaron con un caño. Lo dije porque estaba enojado con mis padres porque me maltrataban, quiero decir, que me decían cosas que no eran. Yo ya cambié, no soy como antes", expresó el niño. También negó que lo "mataran de hambre" o que le hubiesen pegado ese día: "Eso lo inventó la directora", aseguró. Además, dijo que su maestra era "la más buena de las buenas" y que "siempre lo apoyó".

El juez Pablo Dalera determinó que él y su hermana más pequeña, de meses, estén ahora en un hogar del INAU. Sus otros cuatro hermanos, que son hijos de otro padre, están con su abuela paterna, con quien el pequeño de 11 años dijo no llevarse bien. "La abuela de mis hermanos dice que soy un violador, eso es todo mentira, dice cosas que no son".

El padre de los cuatro hijos del medio declaró en la audiencia que su expareja, madre de los seis niños, "no era una buena madre", y que el trato al mayor de sus hijos "era muy violento". Una de las hijas de la mujer dijo que a veces le "pegaban con la escoba".

ALGUNAS AGRESIONES EN ESCUELAS EN LO QUE VA DEL AÑO.

3 - Mayo.

Una madre de la escuela N° 29 del Cerro golpeó en la boca y nariz a la directora de la institución. Ademu resolvió hacer un paro tras la agresión. Según declaró la dirigente Daysi Iglesias a El Observador, "no hubo un factor desencadenante" para la agresión de la mujer, que tenía antecedentes de violencia.

1 - Junio.

La madre de un alumno de la escuela N° 145 de San José de Carrasco golpeó a una secretaria de la institución, y posteriormente la abuela y la tía del niño se apersonaron y amenazaron a la maestra. Las tres fueron detenidas por la Justicia. Al día siguiente hubo un paro en Canelones como protesta al hecho.

9 - Junio.

Una maestra de Educación Inicial de la escuela N° 24 de Mercedes fue agredida por una madre, por lo que el gremio de maestros de Soriano resolvió parar y dar clases a puertas cerradas por lo que resta del año. Es decir, solo permitiendo el ingreso de familiares a la escuela cuando hayan sido citados por la maestra o la directora.

20 - Junio.

En la escuela N° 41 de Paso Hospital, en el departamento de Rivera, una madre increpó y agredió físicamente a la maestra de su hijo porque el día anterior, en una fiesta escolar, este se había quedado sin bailar una de las piezas que le tocaba. Se decretó un paro automático a raíz del incidente.

24 - Agosto.

Una mujer fue procesada sin prisión luego de intentar atropellar a la maestra de su hijo, cuando esta estaba intentando subirse a su moto. La jueza Fanny Canessa le quitó la libreta de conducir y le prohibió acercarse por 120 días a la maestra. El hecho ocurrió en la escuela N° 14 del Prado.

30 - Agosto.

Una madre fue citada a la escuela N° 251 para hablar de uno de sus seis hijos, y al sentirse "insultada" agredió a la maestra y a la directora. Cuando le avisaron que iba a venir la Policía, la mujer decidió saltar la reja para huir. Fue procesada con prisión por dos delitos de lesiones en reiteración real.

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Escuela Pública. Foto: Marcelo Bonjour

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