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Energía solar: la fuente que nos dimos el lujo de ignorar

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El costo de la energía solar se reduce 20% cada año. Foto: Laboratorio de Energía Solar
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Desde hace dos años en Salto funciona un laboratorio de energía solar. Lo gestionan científicos apasionados que tienen la convicción de que en pocas décadas, la principal fuente de energía de la humanidad será el Sol. Uruguay se prepara para cuando llegue ese momento.

En Salto no todos duermen la siesta. Incluso en Carnaval y con el calor rompiendo termómetros, un grupo de científicos cumple con jornadas extensísimas en el Laboratorio de Energía Solar. Tanto, que más de una vez debieron explicar a los encargados de la seguridad que siguen ahí, tan tarde, porque están trabajando. Montar un laboratorio que no tiene un precedente local es una tarea demandante. Más aún si quienes investigan están convencidos de que en algunas décadas la principal fuente de energía de la humanidad será el Sol.

La solar forma parte del paquete de energías renovables que impulsó el ex director nacional de Energía Ramón Méndez en 2005. En los últimos 10 años el país pasó de vivir una pesadilla por su dependencia del petróleo y el gas, a convertirse en el protagonista de un cambio de matriz energética envidiable, que nos posicionó como un ejemplo a seguir.

El gasto se redujo en unos 500 millones de dólares —es decir el 40% de su costo habitual— desde que entre el 90% y el 100% de la electricidad consumida proviene de fuentes renovables, en especial de la hidráulica (55%). Entre las energías novedosas, las mejores noticias llegan por parte de la eólica, convertida en la vedette con el 20% del consumo y una larga lista de inversores que vieron un buen negocio en la venta de electricidad al Estado. Le sigue la biomasa con 17%. Y lejos, bien lejos, como un extra en un elenco de celebridades, está la energía solar, con el 1,37%.

Buen futuro.

Sin embargo, figuras políticas con conocimientos científicos como Méndez, Gonzalo Casaravilla y Daniel Martínez miraron con interés el desarrollo de esta fuente, discreta pero con potencial de convertirse en estrella. Si por primera vez ni la sequía ni la lluvia ni el precio del barril nos pisaba los talones, era el momento indicado para comenzar a estudiar el valor del Sol: "Un recurso natural, autóctono, sustentable, que no daña el medio ambiente, limpio y gratuito", describe Méndez.

Según sus predicciones, así como la hidráulica fue la energía más conveniente del pasado y el presente es de la eólica, "en los próximos 20 años el futuro será de la energía solar". Las pistas están a la vista: la tecnología se viene desarrollando rápidamente, lo que hará que la construcción de los paneles reduzca sus altos costos y los privados empiecen a verla como una inversión tan atractiva como los molinos de viento.

Es solo cuestión de tiempo, dice confiado: "El costo de la energía solar fotovoltaica se reduce 20% cada año. A este ritmo, va a tener un precio más conveniente que cualquier otra, incluso la eólica, que es la más barata. Otra ventaja es que no necesita mantenimiento". Méndez asegura que el país tiene que estar listo para actuar cuando estos costos lleguen.

Con este paisaje en el horizonte, se hacía urgente preparar un equipo capacitado para medir el recurso y estudiar sus potencialidades de uso eléctrico y térmico, y testear las tecnologías derivadas. Es que antes de que el doctor en Física Gonzalo Abal y colaboradores de la Facultad de Ingeniería hicieran el primer Mapa Solar en 2009, para definir la distribución espacial de la radiación solar promedio en el territorio, nunca se había respondido a la pregunta de qué tanto se podía esperar de nuestro Sol.

Abal, algo así como el padre de este laboratorio, dice que esta ausencia de información es tan grave como ignorar si hay petróleo o minas de oro.

El resultado auspicioso que arrojó ese estudio generó que en 2013 UTE realizara el primer llamado a licitación para construir parques solares. Se comprometió a comprar electricidad a un precio fijo durante las próximos dos décadas. El año pasado pagó US$ 68 por MWh, casi US$ 10 más que la eólica. Además, se aprobó una ley para fomentar la multiplicación de plantas eléctricas a través de exoneraciones fiscales. Los dos parques más grandes están ubicados en Salto, una de las regiones con mayor radiación del país junto a Artigas y Paysandú.

Bichos al sol.

Este grupo pionero tiene a 10 integrantes trabajando en Salto y se suman otros ocho radicados en Montevideo, por eso Abal advierte que lo que se ve aquí es la punta del iceberg. El terreno de tres hectáreas está organizado por puestos, cada uno con sus propios "bichos" orientados al norte, mirando el Sol. "Bichos" es el apodo cariñoso que el ingeniero Rodrigo Alonso-Suárez —mano derecha de Abal— le puso a los distintos prototipos que están probando. Tiene razón: son estructuras robustas de metal con tubos que parecen antenas, aletas y patas. Sin embargo, en contraste con su apariencia, algunos de ellos deben mantener una alineación casi perfecta con el Sol, además de estar hospedados en una zona semirrural, lejos de polvos y polución: en una atmósfera limpia.

Este recorrido empieza con un puesto de investigación de energía solar térmica, con tres tipos distintos de colectores solares, de esos que se usan en residencias y que promueve UTE con su Plan Solar. El proceso es simple: el Sol calienta el agua, que podría utilizarse en las casas reemplazando el calefón. En los hogares el 40% de la energía se gasta en calentar agua. Esta porción representa el 10% del consumo energético nacional, una cifra que Abal refresca con una sonrisa irónica: "Es completamente absurdo", remata.

Lo que se está haciendo aquí es estimar el rendimiento de estos sistemas bajo nuestro clima, porque en lo que refiere a la energía solar es vital el componente de adaptación local. No todos los países tienen la suerte de estar ubicados en lugares adonde llegue buena radiación solar.

A pocos metros hay un experimento que prueba una posibilidad de la llamada arquitectura solar pasiva. "En Uruguay la mayoría de los arquitectos no utiliza en la práctica su formación para aprovechar el Sol en sus diseños", se lamenta Abal. Hay aquí un muro trombe de adobe. "Atrás de una abertura ponemos una masa orientada al norte, es decir al Sol. Durante el día almacena energía y durante la noche la libera al cuarto ubicado detrás de esa masa, calentándolo". Digamos que de resultar, la industria de la calefacción no estará muy feliz. Pero el bolsillo doméstico sí.

El laboratorio tiene un razonamiento mixto. Por un lado, está investigando para generar conocimiento académico y, por otro, para responder preguntas concretas y comerciales, como qué tan eficaces y duraderos podrían ser estos colectores para una economía familiar.

O, más complejo, si la instalación de un concentrador de energía solar en Bella Unión podría ser rentable. Es que el Sol tiene decenas de virtudes, pero en la lista de contras es sabido que su energía llega en forma dispersa y para aprovecharla es necesario colectarla en varias áreas. A pesar de su gran tamaño, el modelo de concentrador que descansa en Salto es varias veces más pequeño que los que andan por el mundo, con un caparazón hecho de espejos parabólicos que concentran la energía y la guardan en un tubo, por donde pasa el agua que puede llegar a los 300°, 400° o hasta 500°, y luego mueve turbinas.

Pero la mayor proyección está en el uso eléctrico de la energía solar a niveles industriales. El efecto fotoeléctrico es nada menos que el descubrimiento que le dio a Albert Einstein el Premio Nobel en 1921. Méndez lo explica: "El Sol llega a una placa, pone en movimiento electrones y genera una corriente eléctrica". Así de simple será el futuro.

Abal dice que para ver el presente alcanza con recorrer la Ruta 3 que lleva a Salto: los galpones tienen toneladas de leña amontonadas en la fachada. "El precio de la leña no deja de subir, mientras que existen aplicaciones de secado térmico solar que suministrarían este calor todos los días de Sol. Es ideal para tambos, secaderos de granos, lavado de botellas o curtiembres", opina. "¿Qué es lo que posterga su momento? Que todavía no haya experiencias locales. ¿Quién sabe instalar un campo de concentradores o colectores y utilizarlo inteligentemente? Muy pocos. Pero a la larga va a llegar. Lo que pasa es que, como todo, en Uruguay nos movemos con pies de plomo".

El nuevo boom.

Gonzalo Abal no cree en quijotes. No le interesa y, vaya ocurrencia, luchar contra molinos de viento. Antes de que le encargaran hacer el primer Mapa Solar del Uruguay, como no estaban dadas las condiciones para pensar en el Sol como fuente de energía, se dedicó a la física cuántica, un universo completamente distinto. Mientras estudiaba en Berkeley, en los 80 se vivió el primer miniboom de la energía solar. Fue testigo de cómo el brusco aumento del precio del petróleo, unos años antes, provocó que en California un día circularan los autos con matrículas pares y otro las impares. Frente a este panorama, el gobierno de Jimmy Carter fomentó el uso de energías renovables, en especial la solar con sus paneles, que por ese entonces se usaban en las naves espaciales. El empujón se detuvo con Ronald Reagan y recién se retomó durante la gestión de Barack Obama. Y el cambio fue brutal e irreversible.

Estados Unidos no tiene una política energética, sin embargo es uno de los principales países en utilizar energía fotovoltaica para alimentar su industria y calentar residencias. Se calcula que la enorme potencia que tiene en su terreno provee de electricidad a 8 millones de hogares. La meca de la energía solar en ese país es California, allí donde se formó Abal.

El accidente nuclear de Fukushima en 2011 también jugó a favor del nuevo boom. Alemania, cuyo consumo eléctrico es impresionante, decidió focalizarse en el desarrollo de tecnologías fotovoltaicas.

El aporte nacional a esta enorme ola se mide mejor en conocimientos e información que en cifras. El laboratorio salteño es el resultado de un cúmulo de fuerzas conjuntas que reúne, entre otros, a varios institutos y agencias de investigación, al LATU, la UdelaR y al Ministerio de Industria, Energía y Minería. Sin embargo, recibe un monto anual de $ 150.000 para su funcionamiento, "que UdelaR realiza con mucho esfuerzo". El dinero para avanzar surge de investigaciones y proyectos que científicos como Abal, Alonso-Suárez y otro puñado de jóvenes investigadores postulan a distintos llamados. Uno de los más recientes fue medir la radiación solar y ultravioleta en la Antártida. ¿Sabía que en un día de verano, sin nubes, el continente helado tiene más niveles de radiación diaria que el soleado Uruguay?

Queda demasiado por conocer y probar, por lo pronto analizar 10 años de medidas para poder definir cómo es nuestro Sol y qué podemos esperar de él. Por eso estos científicos no se toman descansos. "Hay que estar preparados", repite Abal: "Un día la humanidad va a necesitar de estas otras formas de energía que nos hemos dado el lujo de ignorar".

Salto crece como polo de investigación científica.

Gonzalo Abal cree que el Laboratorio de Energía Solar que dirige fue la manera que encontró la UdelaR de radicar investigadores en el interior del país y generar un departamento de Física en Salto. Es que este proyecto forma parte de la política de descentralización de la Universidad, y en la regionalización por zonas, Salto se definió con un perfil energético. Además de las extensas jornadas en el laboratorio, tanto Abal como Rodrigo Alonso-Suárez dictan clases de los primeros años para las carreras de Ingeniería que ahora se pueden iniciar desde el Regional Norte.

Uno de estos estudiantes es Andrés, un joven de 23 años que por las mañanas cultiva frutillas y por las tardes crea programas para el laboratorio, entre varias tareas. Según cuenta, hay unos 150 alumnos de primer año, un número importante si se compara con los 1.500 que se inscriben anualmente en la Facultad de Ingeniería en Montevideo.

"Es fundamental porque los dos primeros años son los más complejos para los chiquilines del interior", dice Abal.

Otra de las oficinas de estos científicos está en "La casa de las ciencias", nombre que se le puso a una residencia ubicada en el centro de Salto en donde funcionan los departamentos de Física, Matemática y Virología. Justamente, un grupo de virólogos se encuentra trabajando en la construcción de un laboratorio en donde estudiarán virus en animales y plantas. Dicen, orgullosos, que será una construcción de gran porte.

DOS PASOS CLAVE DE USO LOCAL.

Primera planta.

Desde la azotea del laboratorio se puede ver la primera planta fotovoltaica generadora de electricidad instalada en el país, un obsequio que hizo Japón en 2013. Esta "planta piloto" de altísima eficiencia, representó una inversión de US$ 7 millones. El interés por experimentar con energía solar comenzó en 2008 y Tabaré Vázquez terminó firmando un acuerdo un año después cuando visitó el país asiático.

Los colectores.

Son dispositivos de baja temperatura que funcionan según el mismo principio que cuando se deja la manguera al Sol y eso genera agua caliente. UTE implementó un Plan Solar para fomentar su compra y el BROU otorga préstamos para pagar el equipo.

Un colector puede reducir hasta en un 50% el gasto eléctrico de una residencia. El costo oscila entre 200 y 1.500 dólares. Los mejores duran 25 años.

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El costo de la energía solar se reduce 20% cada año. Foto: Laboratorio de Energía Solar

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