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Un duelo con la historia

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Foto: AFP

Otra vez crisis en Argentina

La historia es conocida: inflación, el dólar por las nubes, el préstamo del FMI, protestas callejeras y la oposición peronista lanzando una ola de críticas contra el gobierno. Le pasó a Alfonsín, le pasó a De La Rúa y debieron dejar sus cargos antes de tiempo. ¿Macri puede correr la misma suerte?

"Tenemos una deuda que nos tiene estancados desde hace décadas, sin credibilidad, sin crédito y sin crecimiento. Pero tenemos la voluntad de cambiarlo (…). Al que propone apartarse del déficit cero pregúntele también de dónde consigue la plata y verá que es un engaño. La Argentina no tiene otra opción".

Se parece al discurso que dio el presidente Mauricio Macri la semana pasada: no hay capacidad de crédito, hay que ir hacia el déficit cero, es la única alternativa. Pero no. Es parte de lo que dijo Fernando de la Rúa en 2001, unas semanas antes de escapar en un helicóptero de la Casa Rosada.

El exmandatario radical, líder de una coalición —igual que Macri— que llevó por nombre la Alianza, pronunció esas palabras en cadena nacional —igual que Macri— y lo hizo luego de que la ayuda dada a conocer como "blindaje" que le había otorgado el Fondo Monetario Internacional (FMI) no fuera suficiente. Lo mismo que le pasó a Macri después de que el organismo le habilitara US$ 55.000 millones hace dos meses.

La debacle de De la Rúa tuvo su más alto punto de tensión con una corrida bancaria, que motivó un posterior corralito, una serie de protestas callejeras, represión, cinco muertos, 117 heridos y la declaración de toque de queda. El terremoto que afronta Macri, en tanto, vive su peor momento por una crisis no bancaria, sino cambiaria: la gente no quiere pesos, quiere dólares y por eso el precio del dólar llegó en estos días al doble del que estaba a principio de año. El Banco Central está interviniendo, ya ha vendido cientos de millones de dólares para intentar amortiguar la suba, pero la situación es crítica. Hay protestas callejeras, pero de mucha menor magnitud a las de 2001. El gobierno sabe que el momento más difícil lo va a vivir en el mes de diciembre, igual que De la Rúa, cuando se aproximen las fiestas de Navidad y Fin de Año.

De la Rúa no fue el primer presidente posdemocracia que tuvo que abandonar el sillón presidencial. En 1989, el también radical Raúl Alfonsín debió hacer lo mismo luego de una hiperinflación de 3.079% y un aumento del dólar de 2.038%. La salida fue más elegante, con un llamado anticipado a las urnas. El desenlace fue el mismo: un gobierno peronista que llegó para "poner las cosas en orden".

A Alfonsín lo sucedieron 10 años de menemismo (el "peronismo neoliberal") y después una ola de denuncias por corrupción; a De la Rúa lo sustituyeron por 12 años de kirchnerismo (el "peronismo de izquierda") y luego, también, vendría un tsunami de juicios por coimas y bolsos de dinero sucio.

Un paréntesis: el peronismo es neoliberalismo para los que se dicen de izquierda. El peronismo es populismo para los que se dicen de centro o centroderecha. El peronismo es corrupción para los que están de un lado. El peronismo es el más crítico contra la corrupción para los que están del otro. El peronismo es todo, según para dónde se mueva el viento. Fue el mismo Juan Domingo Perón el que se encargó de hacerlo así. "Dentro hay distintas posiciones. A mí se me presentan todos los días y me dicen: Estos son los traidores. Y vienen otros y me dicen: Los traidores son los otros. Y yo siempre les digo lo mismo: yo no soy juez, no estoy para darles la razón. Yo estoy para llevarlos a todos, buenos y malos. Porque si quiero llevar solo a los buenos me voy a quedar con muy poquitos", decía el general, con esa particular forma de decir.

El peronismo es, también, aunque en la oposición, aunque debilitado, aunque fragmentado, la usina más grande de poder que existe en Argentina. Se ha caído y levantado mil veces. Sabe cuándo hay que replegarse. Y sabe cuándo hay que volver. Pierde el apoyo de los sindicatos, del campo, de los empresarios, de los medios, de todos. Y luego lo vuelve a recuperar. Siempre resurge de las cenizas.

Con este panorama, ¿puede Macri, que no es radical, pero gobierna con el apoyo de los radicales, correr la misma suerte que Alfonsín y De la Rúa? Economistas, periodistas e historiadores argentinos han dicho que por ahora no, que la coyuntura internacional no es la misma, que tiene más apoyo del que consiguieron sus predecesores, y que internamente también hay una realidad más favorable. Pero al mismo tiempo sostienen que el presidente tiene debilidades: que cometió errores, que reaccionó tarde a la crisis y que no cuenta con el apoyo popular.

Macri tiene más de un 50% de imagen negativa en cualquier sondeo —en algunos la desaprobación al gobierno es de más del 60%—, pero el peronismo esta vez está en época de repliegue. El polo alineado detrás de Cristina Fernández de Kirchner es duro con el gobierno, pero está golpeado por las constantes denuncias de corrupción. El llamado "peronismo moderado" intenta despegarse del cristinismo mostrando un costado más conciliador.

Otro punto a favor son los planes sociales, que venían del gobierno anterior y Macri decidió mantenerlos y en algunos casos reforzarlos. Eso pasó esta semana con el programa precios cuidados, que impone topes en el costo de los productos de la canasta básica. Lo mismo sucede con las asignaciones universales por hijo, pese a que ya hubo protestas y piquetes por partes de agrupaciones que pedían duplicar los montos —cobran $ 5.000 argentinos, que hace unos meses eran unos $ 6.000 uruguayos y hoy poco más de $ 4.000.

Tras minimizar la crisis durante varios meses, Macri reconoció que se vive una situación difícil y que todavía  no pasó lo peor. Foto: Reuters
Tras minimizar la crisis durante varios meses, Macri reconoció que se vive una situación difícil y que todavía no pasó lo peor. Foto: Reuters

El secuestro que Macri comparó con la emergencia

"Estos fueron los peores cinco meses de mi vida, después de mi secuestro", dijo Macri. Y solo con estas palabras les reveló a los argentinos la dimensión de la crisis. Al presidente lo secuestraron el 24 de agosto de 1991. Todavía no había sido jefe de gobierno, ni presidente de Boca. Lo conocían más como el hijo del empresario Franco Macri y era el vicepresidente de Socma (Sociedad Macri), la firma de su papá. Mientras llegaba a su casa en horas de la noche lo interceptaron tres delincuentes. Uno le pegó una piña en la cara, otro lo agarró del cuello y todos juntos lo metieron en una camioneta Volkswagen blanca. Dentro había un ataúd, donde lo obligaron a meterse. Al rato estaba en un sótano, encadenado y lo único que tenía a su alrededor era un inodoro químico. Su interlocutor era Mario, uno de los secuestradores, que le pasaba comida por un hueco en el techo. Lo liberaron 12 días después tras el pago de US$ 6 millones. Los delincuentes cayeron dos meses después.

Blindados.

"Hay gente que cree que esto puede llevar a una situación similar a la de 1989 y 2001, pero son crisis distintas", sostiene Sergio Berensztein, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y analista político argentino. El primer punto en que se centra esta diferencia, sostiene, está en el contexto internacional. Mientras Alfonsín y De la Rúa se enfrentaron a un escenario exterior desfavorable, en el que Argentina estaba aislada, "hoy pasa todo lo contrario".

"Es un país que ha logrado una reinserción exitosa en el mundo. Que ha tenido apoyos, tanto del FMI como de Donald Trump. Es evidente que hay una cooperación y una flexibilización mayor que la que estos actores tuvieron en las crisis anteriores", señala Berensztein. En este sentido, el experto advierte que también "hay cuestiones geopolíticas favorables a considerar". Y enumera: "Argentina es un experimento de salida de un populismo autoritario sin trauma institucional, sin discontinuidad, sin que ni siquiera se generaran polémicas como las que ocurrieron en Paraguay, con Fernando Lugo, y en Brasil, con Dilma Rousseff. Al mismo tiempo hay un elemento nuevo, que es la presencia de China en la región, sobre todo a la luz de la importancia que tiene China y Rusia en el contexto venezolano, y del intento de Estados Unidos por recuperar su influencia en América Latina". Para Berensztein, Trump puede ver en la crisis Argentina una oportunidad para volver a pisar fuerte en nuestro vecindario, como una estrategia en contra de China y Rusia que son, junto con Irán, los únicos países que prestan un verdadero apoyo a la Venezuela chavista de Nicolás Maduro. En las anteriores crisis Argentina ligó verdaderamente mal: en 1989 el mundo estaba mirando hacia la Unión Soviética, que empezaba a desarmarse tras la caída del Muro de Berlín; y en 2001 el Estados Unidos de George W. Bush solo tenía ojos para reforzar su lucha contra el terrorismo después del atentado contra las Torres Gemelas.

Carlos Pagni, analista político y columnista del diario La Nación, también dice que el contexto internacional convierte en distinta la crisis que enfrenta Macri a la de los dos expresidentes radicales. "La caída de De la Rúa fue en un contexto internacional en el que se le cerraron todos los mercados emergentes tras la caída de las Torres. Todo empezó en el sudeste asiático, después se produjo el default en Rusia y después la devaluación brasileña. En medio de eso Argentina sufrió una pérdida de flujos muy importante, pero esto en un país que estaba en una situación fiscal mucho más grave y con un tipo de cambio fijo. Hoy está la posibilidad de absorber los shocks externos por vía de la devaluación, que es lo que está pasando, y es el motivo por el que el dólar llegó a $ 40", señala Pagni.

El analista relata otra diferencia: la presencia de planes sociales. "La situación social es distinta, hay toda una red de seguridad de presupuesto público que funciona. Esta red se montó y se fue gestando a lo largo de los años a raíz de la lección aprendida en 2001. La cobertura social, además, se está incrementando. Y el peronismo está en crisis, muy dividido, muy fracturado entre Cristina y el resto que no encuentra candidato, entonces tiene un estímulo para promover la racionalidad. La situación es otra".

Foto: AFP
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¿Blindados?

Pagni, sin embargo, alerta que hay cuestiones en las que el gobierno de Macri sí se parece, por lo menos al de De la Rúa. "Lo de Alfonsín fue muy distinto, porque había otro contexto, porque todavía existía el factor militar. Pero lo que sí hay es una fragilidad política por parte del gobierno, que sí es parecida a la que tenía la Alianza de De la Rúa. Macri se repliega mucho sobre sí mismo. En parte porque él considera que su único activo político es mostrarse como distinto al resto. El problema es que sí depende del resto", señala el analista de La Nación.

Para Pagni la "nueva política", que es una de las banderas del Pro, el partido de Macri, y de Cambiemos, la alianza que formó con otros sectores —radicales y la Coalición Cívica de Elisa Carrió— funciona siempre y cuando el presidente cuente con un apoyo fuerte a nivel de la opinión pública, cosa que no pasa. Un sondeo dado a conocer la pasada semana por la Universidad de San Andrés señala que el 64% de los argentinos desaprueban su gestión. Otro de la consultora Analogías coloca esta cifra en el 59%. La consultora Circuitos hizo un sondeo en la provincia de Buenos Aires, gobernada por María Eugenia Vidal, de Cambiemos, en el que 33% dijo que la situación del país era muy mala, el 30% mala y 14% regular. La encuestadora Raúl Aragón y asociados hizo una medición que dio que el 66% de los argentinos no votarían por Macri en la próxima elección.

"Vos podés decir soy la nueva política, soy distinto del resto, si tenés una gran alianza con la opinión pública, que hace que la opinión pública, por tu prestigio y tu atractivo, presione a los demás para ayudarte. Pero si no tenés puente con la política y se rompió el puente con la opinión pública, que es lo que pasa hoy con Macri que tiene una imagen negativa muy alta, de más del 50%, el aislamiento te mata", señala Pagni.

Analistas políticos han apuntado contra Macri por mantener estático el gabinete, pese a reducir a la mitad el número de ministerios. Entre el sábado y el domingo pasados Macri ofreció a cuatro personas distintos ministerios. A Carlos Melconian, expresidente del Banco de la Nación al inicio de la administración de Cambiemos, y en la mira de la oposición por decir dos días después de la asunción de Macri que Argentina era "inviable" con el nivel de salarios que había y proponer una baja de al menos el 40%, le pidió tomar la cartera de Economía. Melconian no aceptó. Según trascendidos de prensa el motivo fue que Macri se negó a cesar, como este le pidió, a su jefe de gabinete, Marcos Peña, que milita desde muy joven en el Pro y que fue el cerebro de su campaña electoral.

Pese a las críticas, Pagni advierte que aunque "es todo muy fluctuante día a día" por ahora no peligran las posibilidades de Macri de terminar su mandato. "Él tiene que dar una señal política, hacer un acuerdo con el Partido Justicialista (peronismo) rápido para aprobar el presupuesto. Y conseguir el financiamiento externo, que todo indica que lo va a conseguir. Yo creo que debería haber hecho también un cambio de gabinete, pero no lo quiere hacer. Los que no le agarran los cargos no se los agarran porque no quiere hacer los cambios. El quiere seguir con el esquema de siempre: él y sus amigos, él y los gerentes de su empresa".

Berensztein también es crítico con Macri. "Hay una sensación de crisis cambiaria que derivó en una crisis de confianza y credibilidad. Y esto pasó, fundamentalmente, porque el gobierno tardó cuatro meses en aceptar que estaba en una crisis. Esto empezó en abril y recién el lunes pasado el presidente reconoció que esto era una crisis. Así que, indudablemente, hubo una contradicción bastante flagrante en la comunicación, que fue desde decir que no pasaba nada, que estaba todo bien, que estábamos exagerando, a plantear que fueron los cinco peores meses de su vida desde el secuestro que sufrió a comienzos de los 90".

Rosendo Fraga, analista político y director del centro de estudios Nueva Mayoría, en tanto, advierte que "Macri ha perdido el control de la economía, habiéndose duplicado el valor del dólar desde que se inició la corrida en abril, frente a una inflación de aproximadamente 15% en el mismo período. Argentina recibió un apoyo financiero de 55.000 millones de dólares del FMI —el 10% lo aportaron otros organismos internacionales—, que antes de los dos meses no resultó eficaz para restablecer la confianza. Al finalizar agosto, Argentina tiene el riesgo país más alto de los mercados emergentes, el costo del seguro de default también es el mayor y ha sufrido en este marco la mayor devaluación de su moneda. La cuestión ahora pasa a ser cómo y cuándo se traslada esta situación económica al campo social. En los dos casos anteriores, los tiempos no fueron meses, sino sólo semanas".

El historiador Felipe Pigna, en tanto, ve la situación de una forma más pesimista y aunque cree que las crisis son distintas, no descarta un mismo desenlace. "En el caso de Alfonsín se venía arrastrando la crisis de deuda que dejó la dictadura militar, a lo que se sumó la explosión de México en 1982, que tuvo graves repercusiones en América Latina. Después vino la sequía y la campaña de (Carlos) Menem, que anunciaba que no iba a pagar la deuda y que se iba a declarar en default, lo que generó por parte de los acreedores una aceleración de los cobros de las remesas y por parte de los productores locales una negativa a liquidar sus exportaciones y las divisas. Asumió Menem y dijeron que el Estado era el culpable de la situación a la que se había llegado; se llevó adelante una reforma, con privatizaciones que derivaron en casos de corrupción, se unió el peso al dólar, y en 10 años estalló todo, y ahí se generó la crisis de 2001. Y ahora estamos en una situación en la que la soberbia de los economistas locales lleva a repetir recetas que no han funcionado. Se lanzó una apertura liberal y de mercados en un momento en que el mundo se está cerrando, lo vemos con el Brexit en Reino Unido y las políticas absolutamente proteccionistas que propone Trump. Argentina abrió las importaciones destruyendo la industria nacional. Multiplicó la deuda llevando a una falta de recursos muy grave. Espero que Macri pueda terminar el gobierno".

La Corrupción K también afecta los planes del presidente

El País de Madrid comparó en estos días a Oscar Centeno con Funes el memorioso, el personaje de Jorge Luis Borges que lo recordaba todo. Centeno fue chofer de Roberto Baratta, el número dos del exministro de Planificación K, Julio de Vido, y fue quien se encargó de anotar durante 10 años en ocho cuadernos los viajes de bolsos llenos de dinero de supuestos sobornos que empresas constructoras pagaban a cambio de contratos con el Estado. Esta podría ser una buena noticia para Mauricio Macri, al ver a su principal rival política, Cristina Fernández de Kirchner, más hundida que nunca. Pero lo cierto es que los cuadernos lo perjudican más de lo que lo benefician.

"El gobierno está preocupado porque lo de los cuadernos retrae mucho el financiamiento y trae mucha más recesión. Entonces es probable que le aleje más votos", sostiene el analista político y periodista del diario La Nación, Carlos Pagni. El argentino dice que el plan de Macri estaba basado en bajar el déficit fiscal pidiendo dólares afuera —cosa que ya no puede hacer— y reemplazando la inversión privada que no llega con obra pública. Y lo de los cuadernos lo afecta en este último punto.

"Para Macri lo de los cuadernos es un shock en el sector al que había apostado para mantener el nivel de actividad, entonces esto aumenta la recesión. Un antecedente para ver lo que puede llegar a pasar está en Brasil, donde mientras avanzaba el Lava Jato caía más el nivel de actividad, se derrumbaba toda la inversión en infraestructura", señala Pagni.

Tensión en el país de las crisis.

Sergio Berensztein

Sergio Berensztein

“Macri no es De la Rúa, que perdió su vicepresidente en plena crisis y que había perdido las elecciones de mitad de mandato. Macri ganó y está relativamente fuerte. También es distinto a Alfonsín. En 1989 la oposición estaba unificada y lista para competir por el gobierno. Hoy el peronismo está muy fragmentado, con una parte intentando distanciarse de la amenaza de gobernabilidad de Cristina”.

Felipe Pigna

Felipe Pigna

“Es distinto a lo que pasó en 2001. En ese entonces habían grupos con voluntad de ascender al poder. Lo que puede pasar en este contexto es que haya un estallido social sin que nadie lo conduzca, que se haga inmanejable. Frente a De la Rúa había un peronismo fuerte en la provincia de Buenos Aires. Hoy eso no existe, pero hay algo que sí está: hay gente que tiene hambre. La crisis que hoy se vive es mucho más grande de lo que se admite”.

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