Publicidad

La carrera entre vacunas y contagios: ¿cuándo pueden bajar los casos graves?

Compartir esta noticia
Foto: Estefanía Leal / Archivo El País

ENTRE EL MIEDO Y LA FE

Uruguay es uno de los países que más ha vacunado en el mundo. A la vez, suben contagios y muertes. Personal de salud de los CTI teme el peor escenario, pero esperan que la vacuna frene los ingresos.

Hay dos carreras que avanzan en Uruguay a pasos agigantados: la vacunación y los contagios. Cientos de miles de uruguayos ya festejaron su primera dosis; algunos miles la segunda. Se ve en las fotos que inundan las redes sociales y en los testimonios en la televisión: nunca una aguja clavada en el brazo generó tanta alegría. Al fin parece vislumbrarse algo de aquella vida que conocimos.

Pero termina la jornada de vacunación, llega la noche y el informe del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) trae las malas noticias. Mil, dos mil, tres mil contagios diarios. Son 366 las personas fallecidas por COVID-19 solo en el mes de marzo. Es entonces cuando el temor al colapso se acrecienta y los médicos vuelven a alertar, como lo hicieron en la conferencia el pasado 22 de marzo y como lo hacen cada día desde sus redes sociales, que la saturación del sistema es inminente si no baja la curva de contagios.

¿Qué va a llegar primero? ¿La inmunidad o el colapso? ¿Puede la primera dosis de la vacuna frenar la enfermedad grave, el ingreso a los centros de cuidados intensivos (CTI)? ¿Cuándo vamos a ser inmunes?

No hay respuestas certeras; la pandemia está sucediendo en tiempo real y las malas noticias conviven día a día con las buenas. Por otro lado, la variante P1 del SARS-CoV-2 y su mayor grado de transmisibilidad entran en el cóctel, y, según el virólogo Santiago Mirazo, es muy probable que esta cepa —dos veces y media más contagiosa que la predominante en Uruguay— pase a ser la variante dominante en el país. Esto es igual a más contagios.

Pero vayamos a las buenas: la vacunación.

A un mes de la llegada de las primeras dosis al territorio, Uruguay se posicionó en el podio de los países que más personas ha vacunado por día en el promedio de los últimos siete días; solo superado por cuatro islas y dos países que no llegan al millón de habitantes, según datos de la organización Our World in Data.

Esto se refleja en el porcentaje de habitantes vacunados: hasta el sábado de tarde, el 20,34% de la población —713.091 personas— recibió la primera dosis, mientras que el 1,94% —67.954 personas— recibió la segunda.

El subsecretario del Ministerio de Salud Pública (MSP), José Luis Satdjian, dice a El País que en Semana Santa se llegaron a vacunar más de 260.000 personas y que el plan “avanza a buen ritmo”. Fue la semana en la que se vacunó más gente hasta ahora. Al inicio, cuenta el viceministro, la cartera se había fijado la meta de inocular a 30.000 personas por día, “y esa cifra la estamos superando ampliamente, llegando a vacunar más de 57.000 personas en un solo día”, señala el jerarca.

Hasta el viernes, la franja de entre 71 y 79 años, que forma parte de la población de riesgo, era la única que no había sido contemplada hasta el momento. “Nos quedaron atrapados los que tienen entre 71 y 79 años, por la baja cantidad de vacunas que nos fueron llegando”, dijo a El País el director de Salud, Miguel Asqueta, en una nota publicada el jueves.

Al día siguiente, por la tarde del viernes, el gobierno anunció que en el transcurso de este mes “se completará la vacunación de todas las personas mayores de 70 años, con al menos una dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech”. Según expresó en su cuenta de Twitter el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, la decisión “se basa en el buen desempeño evidenciado por la primera dosis de Pfizer y en la necesidad de mitigar el ingreso a CTI de los segmentos de población con mayor riesgo de perder la vida por los efectos de la COVID-19”.

Para lograr cubrir la franja de entre 71 y 79 años con las vacunas disponibles, se aumentará el intervalo entre la primera y la segunda dosis de la vacuna de Pfizer para grupos ya vacunados con primera dosis, informó Delgado.

Este retraso entre la primera dosis y la segunda se ha hecho en varios países tras conocerse la experiencia de Israel, que demostró la alta eficacia de la primera dosis de la vacuna Pfizer para prevenir la enfermedad grave.

Satdjian reconoce que hay una “correlación” entre la eventual sobrecarga de los CTI y el avance de la vacunación; “o sea, las personas que reciben la vacuna tienen mucha menos probabilidad de padecer la enfermedad en su forma grave, por eso desde el gobierno estamos trabajando fuertemente para vacunar de manera masiva a los mayores de 70 años”, señala.

cronología

Así viene el plan de vacunación

Las primeras dosis contra el coronavirus fueron aplicadas a los vacunadores durante el fin de semana del 27 y 28 de febrero, tras la llegada del primer lote de vacunas de Sinovac: unas 192 mil dosis. Al día siguiente comenzó la campaña de vacunación masiva a grupos esenciales menores de 60 años (policías, bomberos, militares y trabajadores de centros educativos).

Diez días después aterrizaron 50.000 dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech, destinadas a trabajadores de la salud y residentes y trabajadores de establecimientos de larga estadía. La campaña continuó en las cárceles con CoronaVac y luego a personas de 50 a 70 años de edad. Previo a Semana Santa se vacunó a mayores de 80 años con Pfizer, y durante esta semana a personas de entre 18 y 70 años.

La amenaza de Manaos.

“En un contexto epidemiológico de dominancia de la P1, seguramente los esfuerzos de vacunación deben ser más altos para alcanzar niveles de mayor cobertura”, señala Mirazo, que prevé que esta variante, cuando empiece a ganar terreno, “va a desplazar a todas las variantes anteriores”. Según se demostró en investigaciones llevadas a cabo por el Institut Pasteur, al 22 de marzo la variante estaba presente en siete departamentos y fue el detonante que llevó al gobierno a anunciar varias medidas más restrictivas.

Álvaro Díaz, inmunólogo, docente e investigador de la Facultad de Química, comenta que ensayos de laboratorio han demostrado que la vacuna Pfizer es efectiva para combatir la variante brasileña P1, pese a que reduce su eficacia a nivel de anticuerpos. Estos ensayos de laboratorio “no cuentan toda la historia, pero son una aproximación útil”, dice Díaz.

En los ensayos se ha visto que, cuando una persona vacunada con Pfizer se enfrenta a la P1, sus anticuerpos tienen, en promedio, “un tercio de la capacidad de neutralizar el virus en comparación con la capacidad para neutralizar la cepa del virus convencional”, comenta el inmunólogo. Pero, aunque parezca poco, Díaz explica que la vacuna Pfizer genera niveles de anticuerpos “tan altos” que, aun con esa caída al tercio, “se está en niveles muy altos de anticuerpos, aun más altos que los que tiene la gente que pasó por la enfermedad de la cepa convencional”.

Sin embargo, no hay datos concretos respecto a la efectividad de CoronaVac en ese sentido. “No hay datos científicos, pero tengo la esperanza en base a casos anecdóticos de que una sola dosis de Sinovac haga fuerza en el sentido de disminuir las muertes y enfermedades severas”, dice Díaz, y pone el ejemplo de los dichos del médico intensivista Pedro Alzugaray, que en diálogo con El País comentó que ya no estaba recibiendo ingresos a CTI de personas varios días después de la vacunación.

Por otro lado, Díaz menciona que los anticuerpos “de los que tanto se habla”, que son los que se miden en los ensayos a los que hace referencia, “son fundamentales para proteger la enfermedad general, los que hacen que el virus no colonice”. Pero hay otras ramas de la inmunidad “de las que se habla menos”, dice Díaz, “que no van a bloquear el virus, no van a evitar que te infecte, pero sí van a evitar que esa infección se vuelva severa”, explica. “Y es mucho más difícil que una variante nueva del virus se escape de esas otras ramas de la inmunidad”.

Entonces, concluye el inmunólogo, es probable que veamos un aumento de casos si la variante P1 se termina de extender en Uruguay, pero “no necesariamente un aumento de gente en CTI en la misma proporción”.

“Es mas fácil proteger contra la enfermedad severa que contra la enfermedad en general”, sintetiza. “Lo más confiable y seguro que nos van a dar las vacunas es un aguante, un freno contra el número de gente en CTI”.

Sala de espera de un vacunatorio. Foto: Estefanía Leal
Sala de espera de un vacunatorio. Foto: Estefanía Leal

¿Y mientras tanto?

Andrea Pittaluga fija un horario para la entrevista telefónica, cuando la guardia “está más tranquila”. Pero, llega la hora y cancela: en el momento “tranquilo” le toca esperar el ingreso de dos pacientes COVID en uno de los tres CTI donde trabaja. “Esto es impredecible. Lo único seguro es que vamos a tener ingresos COVID”, escribe por WhatsApp.

Cuando finalmente puede hablar, lo primero que dice es que están “siempre al borde”. Pittaluga es coordinadora en el CTI del Hospital Militar y también trabaja en los CTI del la Asociación Española y de ASSE de Florida. Tanto en el interior como en Montevideo cuenta que están con “muy pocas camas libres y siempre contando con algún egreso o alta para tener alguna cama libre más”.

Entre el agotamiento de las guardias eternas, el estrés y la carga emocional con la que lidia todos los días, la doctora se enfrenta a una dualidad: el miedo a la saturación y la esperanza de la inmunidad. “Realmente pensamos que todavía puede llegar lo peor. El ritmo de crecimiento de casos e ingresos a CTI es tremendo, y pensamos que nos vamos a desbordar porque no nos quedan muchas camas”, dice. “Pero, a su vez estamos sumamente esperanzados de que la vacunación nos baje, por favor, la gravedad de los casos”.

Es casi una súplica: “Que ya no tengamos tantos ingresos, que muchos puedan pasar la enfermedad en su casa con síntomas leves y más nada”, pide.

Más al norte, en Salto, la nurse Ana da Cunha augura lo mismo: “Se viene brava”, dice. Da Cunha trabaja en el CTI COVID del Hospital de ASSE y en el de una mutualista. La ocupación es similar en ambos centros: los dos han rozado la totalidad, dice.

Pese al estrés y la incertidumbre, la nurse cuenta con voz calma y pausada el ritual de todos los días: “Yo entro y los saludo, tanto al paciente lúcido como al que está en coma. El último sentido que pierden los que están en coma es el oído; entonces siempre les hablo, les explico lo que vamos a hacer. Hay que tocarlos, acariciarlos. Que sientan que estamos ahí. Que sientan que todo el equipo trabaja por él. Que su familia lo espera. Siempre, así sea en el peor de los escenarios, siempre les damos para adelante”, cuenta.

Ella define el CTI y el “afuera” como realidades paralelas. Cuando sale y ve a la gente “juntarse como si nada” siente impotencia. “Están en un mundo distinto, en el que no se imaginan lo que puede llegar a pasar adentro; las complicaciones que pueden tener”.

Así y todo, Da Cunha tiene fe. Dice que se siente “bendecida” de trabajar donde trabaja: “La boca del lobo”, le llama ella. “Es donde nadie quiere estar. Pero por algún motivo de la vida estamos acá. Tenemos que darles fuerza porque dependen de nosotros”.

La muerte no es divertida.

“Somos todos culpables”, dice un enfermero del Hospital Maciel. “No aprendimos a mantener distancia”, lamenta después. El enfermero (pongámosle Luciano) cuenta que cuando sale del hospital pasa por la rambla y la ve siempre llena. “Eso no lo podés parar”, afirma. Trabajar con pacientes COVID le sigue afectando después de un año. Y ahora más. Tiene más miedo de contagiarse, pese a los estrictos protocolos. A sus 40 años ve con temor cómo va bajando la edad de los que ingresan. Antes eran ancianos, ahora tienen 40, 50, 60 años.

“La diferencia del Maciel es que nosotros hablamos mucho”, dice Luciano. “Estamos bastante unidos. Sabés que hiciste todo lo que tenías que hacer, que no es tu culpa que haya muerto el paciente. A veces pasa que te sentís culpable... Pero, es que simplemente no responden a los tratamientos”, se lamenta el enfermero.

Ahora hasta el vínculo con la muerte es distinto: “Entrás, le sacas todo, lo mortajás, te quedás adentro de la unidad esperando que venga un camillero para llevarlo a la morgue. Y estás ahí y el paciente es joven. Después de tanta soledad, estar ahí es lo que te hace sentir peor. La muerte no es divertida”.

José (no es su nombre real) coordina el CTI de un hospital de la capital y es médico de guardia en otro. “En uno de ellos estamos a tope y en el otro todavía no, pero estamos esperando un escenario de saturación”, dice. José se guía por la tendencia de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI) y concluye que “lo peor no pasó”, y que estos miles de contagios diarios se van a traducir en más ingresos.

Ese es el escenario para los cuatro trabajadores entrevistados.

“Todos estamos muy sobreexigidos y este ambiente de incertidumbre colabora un poco”, dice José. Para él, lo más angustiante es “la mortalidad masiva”. En los CTI de “antes” había distintos tipos de enfermedades; cada una con su mortalidad. Pero ahora, en los CTI COVID, la mortalidad “tan masiva, de pacientes tan parejos, tan iguales y con la misma patología... Es algo que nunca vivimos”.

Al igual que los demás, José vuelca toda su esperanza en la vacunación para, al menos, mitigar los ingresos en cuidados intensivos. “Faltan semanas, dice. “Pero está el horizonte”.

del fondo covax

¿Qué se sabe hasta ahora de la vacuna AstraZeneca?

El gobierno espera hoy la llegada de 48.000 dosis de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el grupo británico AstraZeneca, adquiridas por Uruguay a través del mecanismo Covax. En total, Uruguay recibirá 1,5 millones de dosis a través de este mecanismo. En las últimas semanas se reportaron casos de trombosis en Europa tras la inyección con esta vacuna. Esos casos “son muy infrecuentes”, explica el inmunólogo Álvaro Díaz. “Se trata de un tipo de trombosis muy atípico, que se ha visto solo en gente más joven, nunca en mayores de 65”, agrega. Y cita a un equipo de investigadores de la Universidad de Greifswald, en Alemania, que concluyó que este tipo de trombosis que se vinculó a las dosis de AstraZeneca “ocurre en una persona entre un millón”, y se vio que afectó más a mujeres jóvenes.

Consultado sobre a qué franja le corresponderá esta vacuna, el subsecretario de Salud Pública, José Luis Statdjian, sostiene que “va a ser una decisión técnica” que se estudiará en la Comisión Nacional Asesora de Vacunación. Por otro lado, resalta que “todas las vacunas adquiridas por Uruguay cumplen con los criterios de seguridad y eficacia”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad