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Alimentación: cuando falla en el hogar y en el liceo

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Foto: Ariel Colmegna.
Liceales almorzando en el comedor del Instituto Adventista del Uruguay, centro de enseñanza religioso ubicado en Ruta 5 km 33,5, Progreso, Canelones, ND 20150413, foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

El hambre en los liceos es un problema histórico que persiste en las zonas más carenciadas. Mientras hay varios programas que apuntan a atacarla sin un criterio claro y sin coordinación, los docentes "apagan incendios" y ayudan a los estudiantes con sus propios recursos.

Los relatos se repiten. Tal o cual estudiante en determinado liceo no comió en todo el día. Lo echaron de clase por mala conducta y él se lo comentó a un docente o dijo que le dolía el estómago. La alarma de los adscriptos se prende, especialmente en aquellos liceos donde el hambre es una constante. Los más resignados dicen que es histórico y aquellos que se niegan a aceptarlo piden cambios.

Es que a pesar de que hay varias iniciativas dispersas, no hay un sistema unificado que resuelva el hambre en los liceos. La falta de recursos, el hecho de que no todos los alumnos manifiestan sus problemas, y las ayudas de los profesores que, por ejemplo, llevan comida desde sus propias casas, hacen que muchos de estos casos queden ocultos, según señalaron varios docentes. Quienes se enfrentan a los liceales mal alimentados día a día no siempre pueden dar una respuesta a este problema que trasciende a las autoridades de la educación, pero que, sin embargo, llega a las aulas.

No es obligación de Secundaria alimentar a los alumnos y eso lo dicen tanto las autoridades como los docentes. Tampoco es el Ministerio de Desarrollo Social el que se encarga de temas concretos cuando hay una necesidad. Mientras no se resuelve quién es responsable, los docentes apagan los incendios.

Muchas respuestas, un problema.

Hay dos formas en las que un liceo puede dar de comer a los alumnos que lo necesitan. Una es a través de las becas de cantina. "Las licitaciones de cantina suelen incluir un número de becas para alumnos en el marco de la oferta licitatoria que realizan", explicó la directora de Secundaria, Celsa Puente. Esto funciona para los alumnos "más necesitados". A veces también terminan yendo a comedores de la zona u otros centros.

Por otro lado, están los estudiantes que deben permanecer en el liceo para recibir tutorías. En ese caso, los directores suelen utilizar parte del presupuesto para cubrir una merienda. La cantidad del dinero que reciben depende de cuántos alumnos asisten al liceo. "Da para una especie de merienda, galletitas y jugo o un pedazo de torta con otra cosa para tomar", describió Virginia García Montecoral, presidenta de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes). Los casos más frecuentes ocurren en zonas de contexto crítico, donde en ocasiones las personas "no pueden llenar un formulario para acceder" a la asistencia del Ministerio de Desarrollo Social (Mides)", agregó.

Cuando no hay cantina en un liceo no se entrega comida. Y cuando la hay, las becas son acotadas. En el liceo de Paso Carrasco, donde García Montecoral es directora, para cerca de 900 alumnos hubo alrededor de 12 becas en la última concesión de cantina que se realizó.

En el liceo Nº 13 el año empezó sin cantina. Desde la dirección esperan que Secundaria gestione la licitación, para la cual, a priori, hay un solo interesado. Por ahora los estudiantes no recibirán alimentos hasta que se vuelva a instalar. Y aún teniendo un comercio de este tipo, el menú depende de quién lo gestione.

El año pasado en el Nº 13 se solía dar una porción de pizza a los alumnos al menos dos o tres veces por semana, cuenta la adscripta Giovanna Fernández. Otros días podía haber hamburguesas o un trozo pequeño de pascualina. Nunca un menú variado o suficiente. "Es horrible", opinó Fernández. "Hoy una nena le dijo a un profesor que tenía hambre y él la convidó con algo", narró. "Nosotras (las adscriptas) también tenemos comida. Yo siempre traigo galletitas o frutas de más". De 25 alumnos de una clase, aproximadamente 10 tienen problemas de alimentación en este liceo, estimó Fernández.

"Las becas de cantina son escasas, para casos muy extremos. Hay alumnos muy carenciados que si no desayunan ahí no desayunan en ningún lado", dijo García Montecoral, quien opinó que los liceos deben responder a las situaciones más graves, pero que no es su función alimentar a los estudiantes.

Para Fernández, que trabaja hace una década en el liceo Nº 13, la gestión de la cantina suele ser "desastrosa". Ni siquiera se cumple con la ley de merienda saludable, aprobada hace ya más de dos años, que prohíbe específicamente determinados tipos de alimentos, como refrescos o snacks. Si bien el año pasado se anunció que se comenzaría a inspeccionar y sancionar liceos, desde Fenapes indicaron que la violación a la normativa es frecuente. Incluso destacaron que hay cantinas donde se señala la falta y luego de un tiempo se vuelven a incluir productos que no están permitidos.

Más horas, ¿más comida?

El año curricular se inauguró con una nueva medida: ya no habrá clases los sábados, o al menos eso es lo que se intentará lograr. Como consecuencia, hay jornadas que terminan más tarde de lo habitual. "En algunos liceos, en el turno de la mañana están terminando 13:40, y son gurises que salieron de su casa a las 7:30", graficó el dirigente de la Asociación de Docentes de Educación Secundaria (Ades) Montevideo, Julio Moreira.

El profesor y también dirigente de Ades, Javier Iglesias, dijo que no está previsto cómo evitar que los liceales pasen tantas horas sin comer. También destacó que no hay un protocolo sobre cómo actuar cuando un alumno se desmaya de hambre o se siente mal. Para Iglesias se debería dar un espacio para que los estudiantes se alimenten y más tiempo de recreo. Los dirigentes creen que se necesita una postura transversal a todas las instituciones.

Secundaria está trabajando junto al Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), ya que el equipo "tiene un acumulado de experiencia importante" en este tema, apuntó Puente. En los liceos de tiempo completo, por otro lado, los alumnos van al comedor de alguna escuela próxima o se alimentan dentro del liceo.

Asistencia.

El Mides también tiene parte en esto. El Instituto Nacional de Alimentación (Inda) implementa diferentes programas con los que provee de alimentación a estudiantes en situación vulnerable. Actualmente el Inda da apoyos a 235 centros que trabajan con adolescentes. Esto incluye UTU, hogares estudiantiles en el interior, aulas comunitarias, entre otros. Son unos 12.918 alumnos en total, y dado que algunos centros no han actualizado su información, desde el Mides creen que podrían llegar a 13.100.

En la mayoría de los casos los apoyos son con alimentos secos que se preparan en el mismo centro. En otros, se entregan bandejas "a granel". La calidad de los alimentos es supervisada por trabajadores sociales y nutricionistas del instituto, explicaron desde el ministerio. Por otro lado, el programa de Riesgo Nutricional o el Sistema Nacional de Comedores incorporan casos en los que no se cubren las necesidades básicas; los que ingresan los determina el Inda.

Muchas veces el hambre no se dice: se ve y se interpreta. En eso los adscriptos y trabajadores sociales son los mejores sensores. Por ahora, en buena medida, de ellos depende saciarla.

Un liceo donde se estudiaba con hambre.

En mayo de 2015, la situación de los alumnos del liceo de Parque del Plata llegó a los medios. Profesores que armaban viandas extra para alimentar alumnos, que hacían colectas para llenar estómagos vacíos de adolescentes que podían estar todo un día sin comer. En ese momento, uno de los grandes problemas era el contexto y otro era que los alumnos de sexto se alimentaban en la escuela, y cuando llegaban al liceo la necesidad quedaba insatisfecha. El problema se había agravado luego de que Secundaria cesara a 84 psicólogos y asistentes sociales, lo que había dejado a varios centros sin que se cubrieran estos cargos. Uno de ellos es el liceo 13 de Maroñas, que ya no tiene asistentes sociales, aunque sí dos psicólogas. Desde el liceo de Parque del Plata prefirieron no hacer comentarios sobre el tema, pero fuentes dentro de la institución indicaron que el problema mejoró con el tiempo. No precisaron más detalles.

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Foto: Ariel Colmegna.

Con el estómago vacíoMARIANA CASTIÑEIRAS

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