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Mirella Frangella

Mirella Frangella

Raíces vivas. Retratos de amistad...

Llegó al mundo en pleno invierno de 1976, en el seno de una familia para la cual la creatividad era y es materia vital. Mirella Frangella representa a la tercera generación de fotógrafos que dieron qué hablar en Uruguay. Hija de Francisco Quico Frangella y Hella Frangella, sobrina de Nenona Frangella, nieta de Enrique Frangella, y sobrina nieta de Humberto Frangella; la historia del clan, entre parte del siglo XX y lo que va del XXI, fue contada por Juan Antonio Varese, investigador, fotógrafo y autor del libro Historia de la fotografía en el Uruguay: fotógrafos de Montevideo (Editorial Banda Oriental, 2007). Según el fragmento de un texto que la propia Mirella compartió con PAULA, (La saga de los Frangella; Enrique, Nenona, Quico, Hella y Mirella. De Montevideo a Diepholz), todo indica que la historia comenzó “en 1923 cuando el fotógrafo Enrique Frangella, junto con su esposa Maruja, una reconocida pintora, abrieron una galería en la calle Bartolomé Mitre 1323. (...) Bien pronto, gracias al tecnicismo de Enrique y la calidad de los fondos pintados por Maruja (...), lograron una selecta clientela. (...) El matrimonio tuvo dos hijos: Nenona (1929-1994) y Quico (1932- 2005) quienes aprendieron y trabajaron junto a sus padres”. Luego Quico conoció a Hella, nacida en Berlín en 1942, quien en ese entonces se dedicaba a las Relaciones Públicas. Pero una vez “llegada a Montevideo por razones de trabajo, y luego de conocer y enamorarse de Quico, se dedicó a aprender fotografía de manera profesional”.
Mirella creció en este ambiente donde hogar y estudio fotográfico se amalgamaban a la perfección. Vivió rodeada de cámaras de todo tipo, pero lo que siempre le despertó fascinación fue el laboratorio de revelado. “Desde pequeña acompañé a mi padre y él me enseñó el trabajo en el laboratorio. Para mí era mágico que de una hoja blanca, con un químico, surgiera una imagen. Todo eso me encantaba. Tengo recuerdos muy bonitos. Mi padre tenía fórmulas propias para calcular los procesos, hacía sus propios obturadores, filtros y tramas. Las mesas, los estantes, todo era hecho a mano y a medida para el laboratorio”.
Cuando Mirella cumplió nueve años, la familia se mudó a Alemania. Estos cambios vitales tendrían repercusiones en todos los integrantes, pero más aún en ella que todavía era una niña. “Es como si te arrancaran un pedazo de tu identidad; y comienzas a buscarla, hasta darte cuenta que tienes que construirla tú misma, ahí donde estás, con lo que eres y tienes. Por eso valoro mucho las raíces, las culturas, las tradiciones. Pienso que la tierra donde uno nace tiene una fuerza propia para cada ser. O puede tenerlo”.

Retratos de amistad en tierra gaucha

Radicada y afianzada en el país de origen de su madre, Mirella comenzó su formación profesional. Primero estudió en la HAWK University of Applied Sciences and Arts de la ciudad de Hildesheim, después se radicó un tiempo en República Dominicana y en España, donde cursó un año en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Fue recién entonces cuando decidió tomar el camino de la fotografía. “Ahí me di cuenta que la fotografía puede contar historias y mover corazones”.
Ya de regreso a Berlín, donde vive actualmente, se especializó en fotografía de retrato y documental. Su libro Raíces vivas. Retratos de amistad en tierra gaucha (Editorial Planeta, 2024), es resultado de una búsqueda personal y profesional. El trabajo se realizó a lo largo de cuatro viajes por el norte uruguayo (entre 2015 y 2023), en los que entrevistó en profundidad primero, y retrató después, a decenas de personas para comprender el legado de los gauchos. “Siempre tuve mucho amor por Uruguay. Y mi padre me contaba a veces, sobre los gauchos. Quería conocer el país de tierra adentro. Cada viaje que hice fue una gran transformación personal, y fotográficamente incluso el tema se transformaba. Agradezco a las personas que se cruzaron en mi camino, no solo por su amistad, por su apoyo, por su confianza y todas las enseñanzas; también porque ellos me guiaron en el proceso hacia este libro, que creamos juntos”.
Desde 2019, Mirella Frangella trabaja también en un proyecto en la Amazonia colombiana donde "las mujeres que defienden su territorio y cultura" son las protagonistas. “Una parte significativa de mi trabajo consiste en explorar la relación simbiótica entre los seres humanos y la naturaleza, especialmente en la selva amazónica. Estos proyectos buscan tender puentes y crear espacios para la creación compartida, el intercambio y la colaboración, con el fin de fomentar una vida mejor. Con cada historia que cuento, me esfuerzo por sacar a la luz temas invisibles pero esenciales, e inspirar nuevas perspectivas. En mi trabajo de retrato, me enfoco en capturar a las personas en su esencia única, con su dignidad y en relación con el mundo. En la fotografía, todo importa: quién eres, qué te define y el camino que eliges. Es magia, y es poderosa”.
https://mirellafrangella.com/

Ximena Borrazás

Ximena Borrazás

No me olvides, la muestra

En 2018, durante un viaje por el Sudeste Asiático, Ximena Borrazás sintió la necesidad de dar un vuelco en su vida. Por eso, aquel recorrido de varios meses realizado junto a su novio y otros estudiantes de Ciencias Económicas, fue el comienzo de un cambio profundo. “Allí vi mi vida desde lejos. Tuve tiempo de reencontrarme y me di cuenta de que no me sentía orgullosa de nada de lo que estaba haciendo. Que todo en mi mundo era bastante superficial. Entonces pensé en la fotografía. De la nada me dije: ‘quizás es el camino’. Fue algo presente en mi vida desde chica, pero jamás me lo planteé como una profesión”. Al regresar al país, se inscribió en dos cursos cortos en Casa Arbus y reafirmó esa intuición. “Me encantó. Ya hacía tiempo que me quería ir de Uruguay. Quería explorar el mundo, seguir conociendo, descubriéndome a mí misma”.
Mucha agua corrió desde el momento en el que le dijo a su novio: “me quiero ir”. Armaron juntos las valijas y emprendieron vuelo. Al día de hoy, con 31 años, esta montevideana radicada en Barcelona, mira aquel tiempo con orgullo. Darse cuenta de lo que nos pide la vida es una cosa, tener el valor y la perseverancia de seguir ese nuevo rumbo hacia lo desconocido, es otro asunto muy distinto. “No está ni bien ni mal. Son elecciones”. Desde entonces, Ximena es una fotógrafa de guerra que ha reportado la realidad desde la primera línea de fuego en Ucrania, desde Tigray en Etiopía, o lo que pasa con las olas migratorias desde África a Europa. Cuando salió de Uruguay con 24 años, dejó tras de sí a la licenciada en Relaciones Públicas egresada de ORT, y la licenciada en marketing por la UDE, así como su puesto de jefa de marketing en La Trigueña. “Me siento orgullosa. Primero de haber salido de la burbuja en la que vivía. De alguna manera dejé todo lo que tenía, lo que había construido y ya tenía seguro; para empezar de nuevo desde cero, sin nada, sin contactos. Al final de cuentas empecé en el periodismo internacional con la guerra de Ucrania, no hace tanto, y logré cosas espectaculares, tanto a nivel laboral como personal”.

No me olvides, la muestra

En España, Ximena perfeccionó sus estudios de fotografía y cursó un máster de cine documental. Fue durante unas prácticas de campo, donde ratificó su mirada, su punto de vista más sensible, al fotografiar a personas sin techo en su ciudad de adopción. Aquello que fue una experiencia académica se convirtió en su primer portfolio y luego en el libro Los fantasmas del Gótico (Editorial Círculo Rojo, 2022). En simultáneo estalló la guerra en Ucrania, y Ximena Borrazás viajó a aquel territorio para documentar lo que sucedía. Sus reportajes gráficos se publicaron en Deutsche Welle, National Geographic, The Guardian, BBC, CNN, Al Jazeera, y Le Monde, entre otros medios. Sus experiencias más recientes sucedieron en Etiopía, donde documentó la crisis humanitaria en Tigray; y en el Mediterráneo, embarcada en buques de salvamento humanitario, en dos momentos distintos. De esa experiencia germinó la exposición No me olvides, compuesta por fotografías que retratan las historias de personas que atraviesan esas rutas migratorias, también en busca de una vida mejor. Las fotografías que la componen se exhibieron primero, en la sede de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la UNESCO en Uruguay; y el 17 de setiembre pasado se inauguró con ellas, una muestra en Casa de América en Madrid. “Encontré mi vocación; lo que me mueve y me da vida. Soy una gran convencida de que las cosas las tenés que hacer cuando te salen del corazón. No elijo temas que venden. Elijo temas que me mueven como persona primero, y como profesional después. ¿Por qué? Porque eso se nota muchísimo en el resultado final. Siempre me sentí muy vinculada a todo lo humanitario. En Uruguay también hice actividades de cooperaciones con ONGs. Soy una privilegiada. Me crie en un ambiente en el que nunca me faltó nada, fui a colegios privados, a universidades privadas, siempre tuve acceso a cosas que mucha gente no tiene, y lo valoro profundamente, pero no por eso me siento ajena a las personas que no tienen tantos privilegios. Al contrario”.
Con su trabajo, Ximena muestra lo que muchos no quieren ver. Abrirse paso en el mundo de la fotografía documental no es fácil, hacer de eso su profesión y medio de vida, tampoco. Sin embargo, cada vez que quiso bajar los brazos, alguien llegó a su puerta para decirle que siga detrás de la cámara. Para ella, que es consciente de que su intuición la guía, esas son las mejores señales para sentir que ahora sí está andando su propio camino.
https://www.borrazasph.com

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