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A los trabajadores hípicos: salud!

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Jornada de Gran Premio Ramírez 2022 en el Hipódromo de Maroñas. Foto: Estefanía Leal

TURF

Tras un domingo sin carreras, un primero de mayo marca, a algunos los hace retroceder siete décadas.

En viejos tiempos, con las carreras reguladas por el Jockey Club de Montevideo se organizaban carreras los 1º de mayo, en épocas de bonanza de la hípica nacional.

Eran los tiempos de Numan Lalinde, según recuerda aquel pibe de 16 años que hace 73 años comenzaba a trabajar en el Palacio de cemento de 18 de julio y Andes y como a todos los nuevos empleados les presentaban al hipódromo de forma inmediata.

Su único trabajo de toda su historia laboral hizo que sus horas, luego de muchos años se dividiera entre las oficinas con entrada por la calle Andes y el viejo Maroñas.

Tras varios años vinieron las “barras” de amigos, los primeros festejos, sus viajes a la vecina orilla a disfrutar de los Pellegrini de San Isidro y de los primeros pingos y colores.

Colores que siguen vigentes por mandato familiar de uno de sus socios, que no dejaron que la chaquetilla roja con mangas blancas, brazales azules y gorra azul quedaran en la historia del viejo Maroñas para recuerdo de El Carumbé, ganador del Ubaldo Seré de Las Piedras o del tordillo Chirolito, una ilusión que en las pistas fue solo eso.

También de Calejo, un pingo que supo lucir las sedas del Don Andrés y que tras una rápida operación paso a lucir los colores del club de los amores de los dos, del ex y nuevo dueño.

Hace 73 años aquel pibe que residía en Melo y Aguilar y que supo transmitir sus dos pasiones a sus progenitores sigue al pie del cañon mirando las carreras con la misma pasión, con la misma mirada, con el mismo entusiasmo como cuando posó al lado de Luzeiro tras ganar una Polla hace más de siete décadas.

En el día del trabajador, mi humilde homenaje a un trabajador del turf. Salud!

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