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Para copiar, de mal a bien

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De la mala localía del Latino de Monterrico se tomaron enseñanzas. Los caballos visitantes viajaron en tiempo y forma, los vuelos en este caso estuvieron “en horario” y no existieron demoras excesivas en la aduana de llegada.

En la Villa Hípica de Palermo a los equinos de visita los trataron como tales. Ante el calor y humedad reinante, hasta ventiladores fueron necesarios para darles a peruanos, chilenos, brasileños y uruguayos un trato que se acercaba más a lo VIP que a un standard a nivel de hotelería.

El resto de lo necesario siempre estuvo a la orden de cuidas y peones de los representantes invitados. Varios profesionales hicieron referencia a ello. Con sólo ser local, conocer la cancha (lo profundo de la pista en Perú fue un caso anormal), el saber oír el ruido del paso de aviones a corta distancia les daba ese “plus” que la visita podía y logró sufrir. En la cancha se ven los pingos y los locales sufrieron nuevamente en carne propia una derrota en el mismo disco. Las quejas no demoraron en llegar por parte de algunos locales ante la buena atención que se les dio a los extranjeros. Tan equivocados como las actitudes del Latino pasado. El solo hecho de ser visita alcanza.

El Latino debe ser la carrera emblema del turf del continente. Que en La Gavea, Valparaíso y en Maroñas se repita lo de Palermo. Todo, menos en la pista donde hay que vengar las derrotas de Lotus y Necessaire. Son carreras. Es la esencia del turf.

Héctor García - Desde el disco

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