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Roja veloz: pecados y prejuicios

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Batista

Historias mundialistas

José Batista fue expulsado antes del minuto de juego en el partido frente a Escocia en el Mundial de México 1986

José Batista se lamenta de que solo cada cuatro años el periodismo internacional se acuerda de él, para presentarlo como el expulsado más rápido en la historia de los mundiales.

En Uruguay se conoce la historia: el lateral celeste vio la roja antes del minuto de juego del partido contra Escocia, el 13 de junio de 1986 en el estadio de Neza, por el Mundial de México 86. Lo mejor será entonces no realizar la enésima mención a esa jugada, sino relatar lo ocurrido antes y después de aquel segundo 56 de un aburrido y protestado cero a cero ante los británicos.

Hugo Matteo, uno de los enviados de El País a México, tuvo una teoría: el árbitro francés Joel Quiniou pretendió mostrarle la amarilla al uruguayo, tras su dura entrada sobre el escocés Gordon Strachan, pero se equivocó de color y luego no quiso rectificar, en medio de las airadas protestas de los compañeros de Batista, en especial del capitán Jorge Barrios.

Sin embargo, todo el seleccionado uruguayo tenía de antes una simbólica tarjeta amarilla por su juego fuerte, que era real, aunque tampoco era el único equipo que pegaba en aquel certamen. La FIFA había dado instrucciones a los árbitros para aplicar el reglamento con severidad, algo que no siempre se cumplió. El ambiente en México era adverso desde que los celestes protagonizaran una batalla campal contra su selección en un amistoso, pocos meses antes.

Ya en la Copa, se debutó con un trabajoso empate ante Alemania, seguido por la catastrófica derrota por 6-1 ante Dinamarca. En ese encuentro, el mediocampista Miguel Bossio fue expulsado después de apenas 19 minutos y dos faltas aparatosas en el medio de la cancha.

Cuando Quiniou vio el foul de Batista, aplicó las instrucciones de la FIFA y todos los prejuicios contra Uruguay, y así decidió la expulsión.

Los celestes todavía tenían posibilidades de pasar a los octavos de final gracias al sistema de los “mejores terceros”. Una serie de resultados en las otras series determinó que el empate con Escocia le alcanzara, por más que apenas sumara dos puntos y una diferencia de goles de menos cinco. Jugar con diez hombres durante 89 minutos representaba una carga adicional para un equipo que había perdido la brújula, pero en algún sentido la tarjeta roja percibida como injusticia obró como estímulo a la rebeldía.

Y se logró mantener el cero hasta el final, aunque el partido fue aburrido, conversadísimo y con los celestes haciendo todo en cámara lenta para que el tiempo se fuera sin más daños. Los escoceses, por su parte, mostraron muy poco como para aspirar al triunfo.

Lo movido ocurrió luego. El técnico celeste, Omar Borrás, calificó al árbitro como un “asesino” y dijo que su equipo había sido víctima de “propaganda”. “Esto es algo orquestado por la FIFA”, afirmó el dirigente Roberto Recalt.

El técnico escocés era entonces Alex Ferguson, mucho antes de su ingreso al Manchester United. Y esa tarde en Neza estaba furioso con los uruguayos: “Su comportamiento convierte el juego en una farsa completa”, declaró. Y fue más lejos, al llamar a Uruguay “bloody nation”, que se puede traducir como “nación sangrienta” o “nación maldita”.

Borrás fue suspendido por un partido y Uruguay multado en 13.000 dólares por la FIFA, que advirtió que en caso de reincidencia el equipo sería expulsado del torneo.

No hubo sanción para Ferguson por sus palabras. Joel Quiniou volvió a dirigir en los mundiales de 1990 y 1994. Otro detalle singular: el veedor de Uruguay-Escocia fue el argentino Julio Grondona, cuando ya se sabía que quien se clasificara en ese partido sería el próximo rival de Argentina.

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