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Las moscas dejan de volar

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José Mastandrea
Archivo El Pais

DESDE EL ARCO

JOSÉ MASTANDREA

José Mastandrea

Uruguay. Sábado 30 de junio de 2018, tres de la tarde. ”Cada vez que el equipo juega, sin importar el rival, el país contiene la respiración, políticos, cantantes y vendedores ambulantes están en silencio, los amantes interrumpen sus caricias, y las moscas dejan de volar”. Lo escribió Eduardo Galeano y se repite una y otra vez cuando la Celeste aparece en la cancha.

Montevideo es una ciudad fantasma, en cada departamento, un lugar desierto, casi abandonado por sus habitantes que se refugian frente al televisor detrás de una pasión, esa pasión que se replica en los jugadores, en el maestro Tabárez, y en cada uno de los que conforman la selección.

Está escrito. Uruguay tiene todo para llegar hasta el último partido, y lo va logrando, fiel a su estilo, manteniendo su identidad, sin posesión, sin toques intrascendentes, sin haber caído en ese virus barcelonista que tanto mal le ha hecho a otros. La Celeste muestra su cédula en cada partido.

Buena defensa, gran mediocampo, y dos bestias sagradas en el ataque. Con ese estilo, con el corazón en la mano, y el overol como camiseta se abre paso en Rusia 2018. Egipto, Arabia Saudita, Rusia, y ayer Portugal, Campeón de Europa y con Cristiano Ronaldo en la cancha. A muchos no les gusta.

Y bueno, pacencia. Lo importante es que sigue adelante sin perder una pizca de su esencia. Y digan lo que digan ya está entre los ocho mejores del Mundial. Se viene Francia. Y me gusta. No repasen el partido con Argentina. Uruguay es otro rival, un equipo que no gusta, pero que puede sacudir hasta la Torre Eiffel.

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