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15 rounds con Dios

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Foto: Darwin Borrelli.

Evangelista: de Villa Española a pelear por el título mundial.

Alfredo Evangelista estuvo 15 rounds en un mismo ring con Muhammad Ali. O con Dios, como afirma él. Y cada segundo le quedó grabado, aunque el martes se cumplan ya 40 años de aquella pelea. Desde Zaragoza, donde vive actualmente, el exboxeador uruguayo contó aquellas 15 vueltas que quedaron en la historia.

-¿Cuál fue su reacción cuando le dijeron que iba a pelear con Ali?

-Cinco o seis meses antes me preguntó el promotor Martín Berrocal si pelearía con Ali. ¿Por qué no?, le dije. Me sentía seguro. Venía pintándole por los primeros combates que había hecho. Al tiempo, Berrocal me anunció: “Alfredo, tenemos que ir a París. Vamos a firmar el contrato por el título de Europa”. Me acuerdo como si fuera hoy. Yo no era campeón de Europa ni de España. Pero en el aeropuerto me dijo: “Vamos a Nueva York a firmar el contrato con Ali”. Me quedé de piedra. Pero ya que estamos en el baile, vamos a seguir bailando, pensé.

-En ese momento a usted lo entrenaba el cubano Kid Tunero, que no quería que aceptara la pelea porque era muy joven. ¿Qué pasó?

-Tunero no quería que yo peleara con Ali porque tenía 21 años y 14 peleas profesionales. Y por eso rompimos el contrato. Entonces mi manager y entrenador pasó a ser el español José María Martín, “Búfalo”. Todo fue de prisa.

-¿Cómo fue su preparación?

-Faltando tres o cuatro meses para la pelea me fui a concentrar a Segovia. Estuve como tres meses entrenando y viendo películas de super 8 de Ali porque no había videos. Yo tenía mucho boxeo y quería demostrarlo. Había hecho solo 14 peleas pero ya me había pegado con toda Europa. Esa pelea fue la única en mi vida, en toda mi vida, para la que estuve entrenado al cien por cien. Estuve los 15 rounds pegando palos y corriéndolo al hombre por todos lados.

-¿Estaba nervioso antes de subir al ring?

-No, te lo juro, palabra. Eso sí, tenía un respeto enorme por Ali. Vi su pelea con Joe Frazier en el ‘71 en la casa de un vecino en Montevideo, y ya lo admiraba. Pero yo me mentalicé de una manera muy grande. Me dije: “Aquí gano el mundo pero no pierdo nada”. Ese fue el lema que me metí en la cabeza. Di todo lo que tenía que dar. La verdad, no pude dar más, con 21 añitos y 14 peleas. Y él venía de pegarse con todos los monstruos...

-¿Cuál era su expectativa?

-Lo juro por mi madre que está en el cielo y por mis nietas: yo fui a ganar. Y di todo lo que tenía para dar. Lo que pasa es que peleé con un sabio, con un monstruo del boxeo. Fue como pelear con Dios.

-¿Qué recuerda de la pelea?

-Tengo grabado en la cabeza lo que ocurrió en todos los rounds y todos los descansos. Hubo dos fases de pelea. Del primero al sexto Ali jugó conmigo. Me hacía la bicicleta, me amagaba, cuando le pegaba me decía que no le dolía, me hacía burlas... Eso lo hizo con todos sus rivales, con Foreman, Frazier, Norton. Y yo era un niño al lado de él, ¿cómo no lo iba a hacer conmigo? Cuando tomé confianza a partir del séptimo la pelea fue diferente..

-¿Cómo y por qué cambió?

-Me fui afianzando. Y cuando en el sexto me pegó un par de manos, en vez de dar un paso hacia atrás, me fui arriba de él. Ahí, creo yo, abrió los ojos como diciendo: “Este no es el paquete que yo creía”. Y desde el séptimo asalto empecé a responder todo.

-¿Pensó en algún momento que podía ganarla?

-Sí, en el doce. Estuvimos en un rincón, cambiando palos como locos con él. Para mí, fue el mejor asalto de mi vida. Pensé que podía tener la suerte de meterle una mano. Si lo llego a tirar, imagínate, se cae el estadio ahí mismo.

-Usted ya tenía varios nocauts entonces, ¿no?

-Si, aparte era técnico, tenía cintura, metía manos por todos lados. Aquí en España me llamaban “El pequeño Clay”, “El lince de Montevideo”, “La metralleta de Montevideo”. También “el Tupamaro”. Me pusieron tantos motes... Si andaría bien, que nadie peleó en 13 o 14 meses por dos títulos mundiales pesados como lo hice yo. En el ‘77 con Ali y en el ‘78 con Larry Holmes. Después que alguien pelea por el título debe esperar dos o tres años…

-¿Y cómo fue el final de la pelea con Ali?

-Cuando llegó el final, mi padre, mi manager, todos en mi rincón me decían: “Le ganaste Alfredo, le ganaste”. Fue el mejor combate de mi vida. Es imborrable. Encerrarme entre las 12 cuerdas con él, aunque hubiera perdido en el primer round, me alcanzaba. Para mí fue un triunfo perder por puntos en 15 rounds.

-¿Cómo fue su relación con Ali?

-Excelente. Antes de la pelea me hacía enfadar. Me sacaba un pañuelo como si él fuera el torero y yo el toro. Me insultaba, pero era todo para hacer publicidad de la pelea, como hacía siempre. Hasta que le dije: “Tu eres un viejo, te voy a destronar”. La gente se empezó a reír y él se enojó. Se levantó y me quería pegar, pero era todo pantomima. Después de la pelea quedamos bárbaro con él. Fuimos a cenar entre todos. Luego tuve la suerte de verlo otras veces en Las Vegas, en Nueva York. Y cada vez que me veía me abrazaba.

-Después, usted volvió a pelear por la corona con Larry Holmes pero le fue mal, lo noquearon. ¿Qué pasó?

-Me enfermé. Estaba concentrado en Los Angeles y metí la cabeza en un jacuzzi. Yo nunca había estado en uno. Y como sufría de otitis, estuve 15 días tomando antibióticos. Quise suspender la pelea. Pero me dijeron que si no peleaba ese día, no peleaba más por el título mundial. Cobré 300 mil dólares (contra Ali fueron 100 mil). Nunca cobré tanto por una pelea pero perdí feo.

- ¿Cómo valora su carrera en el boxeo?

-Estoy muy feliz con lo que hice. Y la pelea con Ali me abrió puertas de par en par.

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