MI OPINIÓN

Es un momento difícil para los fabricantes de automóviles. Los motores de combustión interna están siendo atacados por los desafiantes eléctricos. En algunos países, y en estos tiempos de “Uber”, ser propietario de un vehículo es opcional. Los gobiernos intentan regular y multar a las empresas automotrices que no cortan con las emisiones de dióxido de carbono de sus automóviles y las ventas globales caen por primera vez en una década.

Las empresas FCA y Renault estudiaron la probabilidad de unirse para sobrevivir. Al abortarse la posibilidad de crear la tercera fábrica de automotores más importante del mundo, somos testigos de la problemática que rige sobre tantos puestos de trabajo, y de un tema crucial para las economías de los Estados Unidos, Europa y Japón.

En un futuro muy próximo, vamos a experimentar el cambio más importante de los últimos cien años: se invertirán 400 billones de dólares en el desarrollo de la tecnología eléctrica autónoma. Las fábricas deberán transformarse y comenzar a replantear la idea de lo que significa un automóvil, quiénes serán los potenciales compradores y qué producto deberán colocar en el mercado.