“Bichuchi” vino por siete días y a los 29 regresa a España con el trofeo “Mandela” y muchos más en el alma.

Qué bronca...!/ saber que el tiempo se va…/ y abandonar la pelea…/

antes del último round…/

A fines de los 70, cuando “Chico” Novarro compuso el tango “El último round”, Alfredo Evangelista hacía años que vivía en España, y hasta había peleado con Muhammad Alí por el título mundial de peso pesado.

Sin embargo, es como si por estos días quien fue siete veces campeón de Europa estuviera tarareando esa letra con el alma; porque el 5 de noviembre volvió al país luego de 14 años, como invitado de honor a la velada con que la Federación Uruguaya de Boxeo celebró su Centenario, sólo por una semana; pero las muestras de afecto y reconocimiento se entraron a sumar, y a pegarle arriba y abajo, hasta ganarle por nocaut: se fue quedando.

Así, “Bichuchi” fue a todos lados: Villa Española, su barrio; a la sede del “Villa”, su cuadro, donde el plantel encabezado por Santiago “Bigote” López le rindió homenaje; al Nasazzi cuando el equipo jugó contra Central Español con la imagen de su rostro estampada en la casaca; a Maroñas, donde una de las carreras llevó su nombre; y hasta al Teatro de Verano, donde DAECPU (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay) le entregó el trofeo “Mandela”, un premio que la entidad otorga a figuras que se destacan en las diferentes esferas de la vida ciudadana.

Evangelista aún está “groggy” por la emoción; por eso, cuando llega la hora de ir al centro del ring a saludar alzando los brazos por su vuelta a España, sólo atina a decir que “si hay amigos o gente conocida a los que no pude ver, que me disculpen”: vino por siete días y se va cuando mañana la cuenta llegue a 29, pero se sintió tan querido que, aún así, le faltó tiempo para ir con todos los que hubieran querido abrazarlo.

¡Qué bronca…!/

saber que el tiempo se va…/

y abandonar la pelea…/

antes del último round…/

BOXEOJORGE SAVIA