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Dolores Moreira es un espejo

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Dolores
Ariel Colmegna

En 2012, Alejandro Foglia fue a Paysandú a dar una charla luego de su participación en los Juegos Olímpicos de Londres, donde consiguió el octavo lugar y el Diploma Olímpico. En el grupo de niños y jóvenes que asistieron a esa actividad estaba Dolores Moreira, quien por ese entonces se iniciaba en optimist, la clase más pequeña de la vela.

Fue ahí cuando la reciente campeona del Mundial Juvenil en la clase láser femenino hizo un click. "Cuando fui a escuchar las anécdotas de Jano, el esfuerzo y todo el sacrificio que había hecho para llegar a ese logro, dije por dentro que quería eso para mí, que iba a empezar a luchar para llegar a los Juegos Olímpicos", le contó Lola a Ovación Domingo.

Desde muy chica, la velerista del Yacht Club Uruguayo optó por tomar ese camino. "Yo quería entrenar por un objetivo olímpico y dije: si él pudo lograrlo, ¿por qué yo no?. Hoy llegué y es una locura todo lo que está pasando", remarcó.

Y el Mundial Juvenil de Nueva Zelanda no fue uno más para la joven sanducera de 17 años, no solo por el título conseguido, sino por cómo se dio todo. Lola salió a la última regata siendo una de las cinco competidoras que podían quedarse con el campeonato.

Sin embargo, la carrera no comenzó bien. En la salida, un cambio en la dirección del viento complicó a la uruguaya y le hizo perder posiciones. Estando en el lugar 25, Lola comenzó a demostrar toda su "garra charrúa" y empezó a repuntar posiciones. Primero pasó a ser 17ª y después superó a la competidora de Hungría y a la de Alemania, dos rivales directas en la lucha por el título mundial.

En el segundo barlovento, la sanducera pasó a ser la número 13 y siguió avanzando hasta quedar en el quinto escalón. "Fue para el infarto, la verdad que nunca esperé que se dieran así las cosas, ni desde el principio con ese cambio del viento que me mató ni en el final con ese desenlace. Fue un regatón y ahora que pasaron los días sigo recordando. Se me vienen imágenes a la cabeza y fue una de las mejores regatas de mi vida", contó Lola entre risas, ya con la tranquilidad que le genera estar en Uruguay, con la medalla colgada en el pecho y el trofeo en la mano.

Ni bien terminó esa espectacular regata, la sanducera se tiró al agua desde el barco con una vuelta en el aire, reeditando un clásico festejo que usaba en optimist. "Cuando crucé la línea fue como que bajé todos los nervios y la adrenalina que tenía durante la carrera y ya estaba tranquila, pero con una felicidad increíble. Arranqué a gritar ¡Uruguay nomá! como 50 veces, estaba como loca y nadie me podía borrar la sonrisa de la cara. Ahí pensé en mi familia y en todos los que me ayudaron: mi entrenador y el equipo que me rodea porque todo el trabajo que estamos haciendo viene dando sus frutos y vamos por buen camino", afirmó.

En medio de los festejos, sus rivales y los amigos que Lola va haciendo producto de la enorme cantidad de torneos internacionales a los que concurre, tenían una gran incógnita: "¿Qué es la garra charrúa?". Esa pregunta se la hicieron con mucha frecuencia a la uruguaya y ella no titubeó para responder como corresponde. "Les dije que era algo que todo deportista de Uruguay mostraba cuando sale a competir al exterior, que es básicamente no rendirse nunca y siempre dar todo hasta último momento", explicó.

Es que en esa última regata, la que le dio el título de campeona mundial, la uruguaya la remó de atrás y terminó logrando un resultado que la llevó al primer lugar del podio para despertar el asombro del mundo de la vela en Auckland.

Pero no todo fue color de rosa para Lola en este Mundial Juvenil. La sanducera viajó sola, sin entrenador ya que por un lado significaba un viaje muy largo y costoso, y por otro, en este torneo el contacto entre ambos es escaso porque durante la competición, todos los técnicos van juntos en un gomón, sin poder dar muchas indicaciones como suele suceder en esta disciplina.

"La verdad que fue una de las cosas a sortear y por suerte terminó todo muy bien, pero fue difícil porque la ayuda del entrenador siempre es muy importante", contó Dolores. "Se disimuló muy bien porque fui campeona (se ríe), pero fue bravo porque tuve que hacer el trabajo de entrenador y competidora. Justamente estuvimos entrenando ese tipo de cosas, las estrategias, qué tácticas utilizar y demás aspectos que resultan claves a la hora de competir y creo que nos fue bastante bien, pero también hay que remarcar que estuve siempre en contacto con el Chato (Luis Chaparro, su entrenador) todos los días. Le hacía un resumen de cómo habían sido las regatas y eso me ayudó muchísimo. Creo que lo manejamos muy bien y por suerte ahora ya no hay otros campeonatos en los que él no va a poder estar así que volveremos a viajar juntos de nuevo", relató.

El recibimiento en casa.

Luego de consagrarse campeona del Mundial Juvenil en la clase láser radial femenina, Dolores Moreira regresó a Uruguay para reencontrarse con sus seres queridos y ser recibida primero por el Yacht Club Uruguayo y luego por el Yacht Club Punta del Este, clubes que reconocieron a la deportista que sigue cosechando éxitos a nivel internacional.

Antes de su viaje a Auckland, Lola tuvo que rendir un examen de quinto de Liceo y los nervios estuvieron a la orden del día, aunque no impidieron que salvara Historia. La sanducera había dejado los estudios cuando comenzó la preparación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y ahora retomó tras competir en la cita olímpica.

"Estoy con el Programa Uruguay Estudia, que te permite tener clases a distancia o presenciales con tutorías y eso me viene muy bien porque me da la chance de poder entrenar todo el tiempo que necesite y a su vez estudiar y no dejar el liceo", contó.

Con 17 años y un presente de maravillas, todos están pendientes de ella en su entorno, desde sus padres hasta las autoridades de la vela y el equipo multidisciplinario que trabaja junto a Lola.

Tal es así que su preparadora física, María Frins, chocha con el título obtenido por la sanducera, le recomendó que no hiciera actividad física por dos semanas y que en los primeros días de enero comenzarían con la preparación para la etapa del Circuito Mundial de Vela en Miami.

No solo su entorno está pendiente de Dolores, los pequeños también y así lo hicieron saber en el homenaje que le hicieron en el Yacht Club Uruguayo. Lola, una joven con mucho futuro, es referente de los más chicos: "Es increíble que con mi edad sea el espejo de todos estos chicos. Nunca me esperé una cosa como esta. Es una locura y un poco chocante, pero estoy re contenta con todo lo que me está tocando vivir. Ahora vamos por más".

FUE TODO ESPONTÁNEO.

Los más chicos navegaron para el homenaje a la campeona.

Enterados de la recepción que el Yacht Club Uruguayo le iba a hacer a Lola Moreira, varios chicos de diferentes escuelas de vela (Yacht Club Uruguayo, Nautilus Yachting club y Yacht Club Punta del Este) navegaron desde Trouville al Puerto del Buceo para rendirle un homenaje a la campeona del Mundial Juvenil de láser radial en Nueva Zelanda.

LA FAMILIA.

El apoyo de los seres queridos también es más que importante para Lola.

Los padres de Dolores Moreira apostaron al desarrollo deportivo de su hija y Lola no falló. El apoyo de la familia es vital y ellos siempre dicen presente en cada preparación, viaje o lo que sea para ayudar a la velerista que ya dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad, no solo para la vela, sino que también para todo el deporte uruguayo.

MUNDIALISTAS.

Uruguay estuvo representado por ocho veleristas en Auckland.

Además de la campeona mundial Dolores Moreira en láser, Uruguay tuvo más representación en Nueva Zelanda: José Pedro Chifflet y Federico Radovitzky (29er.), Nicolás y Martín Radovitzky (420 masculino), Santiago Diz (láser radial masculino), Candelaria Gari y Cecilia Coll (29er. femenino). La Celeste ocupó el lugar 15 de la clasificación general entre 47 países.

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