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Los superprofesionales juegan "por la camiseta" en la Ryder Cup

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Copa Ryder
Warren Little

GOLF INTERNACIONAL

Solo los jugadores estadounidenses reciben dinero pero lo destinan a obras de beneficencia

La Ryder Cup ha sido históricamente un torneo en donde se compite por el orgullo de representar a su nación, más que por el lado económico.

Si consideramos que los cuatro Majors (Masters, US Open, The Open, PGA Championship) reparten más de 8 millones de dólares al ganador, sería de esperar que los ganadores de la Ryder Cup embolsen importantes sumas de dinero. Todo lo contrario.

Hace ya algunos años los jugadores hicieron un movimiento para participar de manera más lucrativa en este evento, ya que por ejemplo los derechos de televisión y el merchandising, entre otros ingresos, son muy abultados. Rory McIIroy y Dustin Johnson expresaron su desencanto por esto pero el movimiento que quisieron crear rápidamente perdió fuerza.

De cualquier manera, existen beneficios para los jugadores de ambos equipos. Por el lado de Estados Unidos, los jugadores son retribuidos con el equivalente a 200.000 dólares cada uno. Estos fondos deben de ser destinados a obras de caridad, siendo el 50% para promocionar el golf a nivel infantil y el restante 50% a las entidades que ellos quieran. Por ejemplo, Daniel Berger donó 50.000 a la fundación Mia's Miracle, creada por el golfista colombiano Camilo Villegas en honor a su hija que falleció el año pasado a raíz de un cáncer. Los restantes 50.000 van a FedeX St Jude, hospital que atiende a niños con cáncer en Estados Unidos.

Bastante diferente es la realidad de los jugadores europeos. Sabido es que la PGA Europa es bastante más modesta que la norteamericana y por ende no retribuye a sus jugadores con ningún premio económico. Históricamente los jugadores reciben regalos por parte de su capitán. A modo de ejemplo en la edición 2018, en donde vapulearon a Estados Unidos en París, el capitán Thomas Bjorn le regalo a sus jugadores un reloj Rolex personalizado.

Parte de todo esto es lo que hace que la Ryder Cup sea una copa en donde se mantiene el sentimiento amateur del deporte. Se juega por orgullo y prestigio, algo que la profesionalización ha ido dejando de lado.

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