Se viene el clásico. Quedan siete días, pero ya se está hablando desde hace varias semanas, cuando Peñarol remontó en la tabla y Nacional empezó a frenarse.

Pero, pase lo que pase en el clásico, no parece ser definitivo ni decisivo en la definición del Apertura.

Los dos llegan cabeza a cabeza, es cierto, y eso es lo que hace que el final del torneo sea incierto.

Después del clásico tendrán que afrontar tres partidos más. Y habrá que sortear rivales para seguir arriba en la tabla.

Lo que sí parece definitivo es que van a ser los grandes quienes terminen pulseando por el cetro.

Y es, hasta si se quiere, lógico. Por sus planteles largos, por las figuras que tienen, y por el poderío económico que poseen sobre los demás.

La brecha parece agrandarse un poco más cada año. Por esa competencia entre ambos, por ese afán de crecer en todo, por mostrar quién tiene más hinchas, más títulos, más copas, y también más clásicos ganados.

Los chicos miran esa lucha como meros espectadores. Por ahí, alguno se entrevera y saca provecho de un traspié, pero es cada vez más difícil. Los grandes se agrandan. Y vale.

desde el arco