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Uruguay-Brasil en 1959: la pelea del siglo

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Una imagen de la segunda gresca, desatada al final del partido. José Sasía, William Martínez con el grueso vendaje aplicado tras la primera pelea y Goncálvez.

HACIENDO HISTORIA

Hace 60 años y con los ecos de Maracaná todavía en el aire, los celestes y los verdeamarillos se pegaron duro durante la Copa América de Buenos Aires.

Apartir de Maracaná, la Selección uruguaya vivió en la década de 1950 un lento declive: se logró el cuarto puesto en el Mundial de Suiza, se ganó el Sudamericano de 1956, pero se produjo la catástrofe de Puerto Sajonia, que significó la eliminación de Suecia 1958, y se protagonizó un escándalo histórico en la Copa América de 1959 en Buenos Aires.

La noche del 26 de marzo, hace ahora 60 años, uruguayos y brasileños protagonizaron en el estadio Monumental una verdadera batalla campal, símbolo además de una campaña desafortunada en todo el torneo.

La impresión que quedó en el plantel celeste es que los brasileños estaban preparados para pelearse, todavía con la sangre en el ojo por el Maracanazo de 1950. De hecho, por aquellos años hubo incidentes en varios partidos entre las dos selecciones o clubes de ambos países. La prensa montevideana de 1959 fue muy dura con uruguayos y brasileños por igual, sin buscar justificaciones.

La participación en aquella Copa estuvo en duda debido a diferencias entre la AUF y la Mutual de jugadores, lo que llevó a la disolución de la Selección y su reorganización en apenas 24 horas.

Uruguay debía jugar contra Brasil el 25 de marzo, pero se postergó un día por la lluvia. Los celestes fueron Juan Carlos Leiva, William Martínez, Alcides Silveira, Walter Davoine, Néstor Goncálvez, Juan Carlos Mesías, Carlos Borges (Roque Fernández), Héctor Demarco, Vladas Douksas, José Sasía, Guillermo Escalada (Zelmar Aguilera). Los brasileños: Castilho (Gilmar), Djalma Santos, Bellini, Coronel (Paulo Valentim) Formiga, Orlando, Garrincha (Dorval), Didí, Almir, Pelé y Chinesinho.

Pese a que entre los norteños había varios campeones mundiales de 1958, Uruguay empezó mejor, firme en defensa y con velocidad en el ataque. Sin embargo, ya se apreciaban algunos roces. Escalada le entró fuerte a Djalma Santos. Enseguida, Bellini le dio una patada sobre Sasía. Y los celestes comenzaron a mirar de reojo al delantero rival Almir, que en cada jugada dejaba puesta la plancha, según relató años después Sasía.

Almir era tan buen futbolista como pendenciero. En 1973 la revista Placar comenzó a publicar semanalmente sus memorias, en las cuales admitió incluso haber jugado dopado. Antes de que la serie de notas concluyera, Almir fue asesinado durante una pelea en un bar de Río de Janeiro.

El instante clave fue una entrada de Almir sobre Silveira en el área uruguaya, aunque la prensa admitió que Silveira exageró en su caída. Goncálvez le dio un puntapié a Almir y la gresca se generalizó entre todos los jugadores, los suplentes, los cuerpos técnicos y algunos fotógrafos que en vez de cumplir su trabajo agredieron a los uruguayos.

Uno de los combatientes más activos fue el masajista brasileño, Mario Américo, repartiendo golpes de karate o sujetando a William Martínez para que Pelé lo golpeara. Didí, en tanto, le aplicó una patada voladora con ambos pies. El zaguero cayó y recibió agresiones de todos lados, pese a lo cual siguió jugando, con la cabeza cubierta por un enorme vendaje.

Pelea Uruguay - Brasil 1959
El masajista brasileño Mario Américo aferra a William Martínez para que Didí y Pelé le peguen.

Cuando todo se tranquilizó, largo rato después, el árbitro chileno Robles expulsó a dos de cada equipo: Davoine y Goncálvez, Almir y Orlando. Los enviados uruguayos coincidieron en que debió haber echado a los 22 jugadores.

Poco después de la reanudación, Uruguay se puso en ventaja con un golazo de Escalada: un zapatazo al ángulo del recién ingresado Gilmar. Y así se cerró el primer tiempo.

En el intervalo, Brasil puso otro delantero, Paulo Valentim, debutante con la verdeamarilla y con los años ídolo en Boca. Logró tres goles que cambiaron por completo el partido. Hubo críticas al arquero celeste Leiva, flojo en las tres oportunidades.

Cuando terminó el encuentro, Sasía se acercó a Bellini y lo agredió, con lo cual se produjo una nueva riña generalizada. Por esa actitud, la AUF separó del plantel al Pepe, aunque por pedido de sus compañeros lo reintegró.

Uruguay 1959
La patada voladora de Didí contra un futbolista celeste.

Al otro día, el Tribunal de Penas de la Conmebol suspendió con tres partidos a Goncálvez y Sasía y con uno a Davoine, Almir y Orlando. El coronel Álvaro Isasmendi, miembro uruguayo del tribunal, abandonó ofuscado la reunión, al entender que las sanciones habían sido “exageradas” para los uruguayos y “contemplativas” con los brasileños.

Uruguay terminó esa Copa América con cuatro derrotas y apenas dos triunfos. La tormenta prosiguió en la AUF con el informe del preparador físico, el capitán del Ejército Humberto Mendivil. El militar analizó a cada futbolista celeste por su rendimiento físico y técnico e incluso por sus actitudes personales fuera de la cancha, apelando en algunos casos a expresiones como “ladino”, “vanidoso”, “frío y sin alma”.

Después de todo lo ocurrido durante aquel agitado año futbolístico de 1959, en diciembre se jugó otro Sudamericano, el Extra de Guayaquil. Y Uruguay fue campeón invicto y con grandes exhibiciones, nueva prueba del eterno renacimiento de la Celeste.

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