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La trama de la FIFA al descubierto

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Jules Rimet le entrega la Copa del Mundo a Obdulio Varela en 1950.

FÚTBOL

El investigador Pierre Arrighi asegura que Jules Rimet era “un profesional de la falsedad” y que la verdad se oculta para favorecer la candidatura inglesa para 2030.

Jules Rimet, el dirigente francés supuesto creador de la Copa del Mundo, era “un profesional de la falsedad” ; Inglaterra durante años boicoteó a la FIFA y ahora se reescribe la historia de los mundiales con el objetivo de respaldar la candidatura británica para la Copa del Mundo 2030. Esas conclusiones pertenecen al investigador histórico franco-uruguayo Pierre Arrighi, autor del reciente libro Treinta y seis mentiras de Jules Rimet, que se puede adquirir en Amazon.

En su obra, Arrighi refuta una serie de afirmaciones de Rimet contenidas en su libro sobre la historia de la Copa del Mundo. El expresidente de la FIFA mintió reiteradamente con el objetivo de postularse al Premio Nobel de la Paz. Incluso, contra todo lo pensado durante décadas, Rimet boicoteó a Uruguay como sede del Mundial de 1930.

En un libro anterior, Arrighi demostró que el torneo olímpico de París 1924 fue el primer mundial de fútbol. Este es un resumen de la entrevista, realizada vía mail, ya que Arrighi reside en Francia, donde accedió a múltiples archivos para fundamentar sus dichos.

Pierre Arrighi, autor del libro Treinta y seis mentiras de Jules Rimet.
Pierre Arrighi, autor del libro Treinta y seis mentiras de Jules Rimet.

-Jules Rimet es a menudo considerado el padre fundador del fútbol. A la luz de sus investigaciones, ¿cómo lo definiría?

-Rimet no puede ser considerado como el padre de la FIFA porque la gran figura de la federación internacional, el que le atribuyó una vocación verdaderamente deportiva, fue el francés Robert Guérin, que fue el primer presidente y que creó íntegramente la organización. Lamentablemente, al año y medio, a fines de 1905, una coalición dirigida por la Football Association inglesa puso fin a ese proyecto y nació la "FIFA 2", que era una organización burocrática, cuyo objetivo principal era controlar, no desarrollar. Y Rimet mantuvo en buena medida esa mentalidad inglesa hasta el fin de su largo mandato (1921-1954). Tampoco fue el padre de la Copa del Mundo, ya que el primer "Torneo Mundial" fue convocado por Pierre de Coubertin, presidente del movimiento olímpico, en 1924, y el campeonato de 1930 fue abandonado por Rimet la noche misma de terminado el Congreso de Barcelona en 1929.

-¿Rimet boicoteó el Mundial del 30 en Uruguay?

-Las investigaciones que llevé a cabo con el especialista francés Pierre Cazal permiten concluir que Rimet trató de generar todas las dificultades posibles, discretamente, con el objetivo de obtener la claudicación de Uruguay. Recién en marzo de 1930, a tres meses del inicio del campeonato, se vio obligado a aceptar la alternativa montevideana.

-¿Y qué queda de su figura?

-Un hombre de aparato cuyo mérito fue encarar la FIFA en el sentido de un aparato de poder monopólico. En eso sí es fundador. Con todo lo bueno y lo malo que eso implica. Era también un político, en el sentido de que su vida fue ejercer el poder a toda costa. No tenía otro principio que el del oportunismo, y supo utilizar el arma de la maniobra y la mentira a un nivel que escapa de lejos al común de los mortales. Era un profesional de los aparatos y también un profesional de la falsedad.

-Usted dice que la historia de la Copa del Mundo escrita por Rimet es “una sucesión ininterrumpida de mentiras”. ¿Cuál fue el objetivo de Rimet al hacer todo eso?

-El objetivo de Rimet fue múltiple. Uno, inmediato, sus intenciones de postular al Premio Nobel de la Paz. Había trabajado con los nazis en 1936 y 1938, con Mussolini y los dirigentes fascistas del fútbol italiano de 1929 a 1934, al servicio del Régimen de Vichy durante todo el mandato de Pétain… pero igual pretendía ser el "Coubertin del fútbol". Coubertin había creado realmente los Juegos Olímpicos con una intención pacificadora. Rimet no había creado nada, y menos aún manifestado una voluntad de paz fuera de lo común. En 1919 había promovido con los ingleses la idea de una nueva federación internacional solo con aliados, y cuando en 1929 Montevideo fue elegida sede del Mundial de la FIFA, se colocó bajo el ala de la FIGC italiana, ultrapolitizada, ofreciendo a Mussolini la posibilidad de crear una Copa de Europa en Roma en reemplazo del Mundial uruguayo. Cuando Alemania anexó a Austria y el famoso Wunderteam de Meisl desapareció, Rimet tampoco se inmutó. Pero más allá de este objetivo personal que lo llevó a arrebatar múltiples méritos ajenos y a rebajar el fútbol olímpico al extremo, Rimet apuntó también a sentar las bases de una historia oficial con una FIFA en el centro de todo, como vanguardia intelectual avanzada, creadora de todo desde el principio, visionaria y perfecta, en contraste con la mentalidad supuestamente estrecha de las asociaciones nacionales y los grupos continentales: en una palabra, una historia al revés.

-El tema del apoyo o no de la FA inglesa a la FIFA es una constante en su libro. ¿Cuál es su conclusión?

-Es quizá el punto clave del libro. Destacar hasta qué punto los dirigentes europeos, y posteriormente los intelectuales europeos del fútbol, se han mostrado serviles con respecto a los discursos y teorías inglesas, que fundaron una cultura de la mentira. En Europa no se dio lo que ocurrió en nuestras tierras: la independencia del fútbol con respecto a los británicos vivida como un proceso de afirmación cultural. En la historia de la FIFA, solo dos hombres encarnaron un "independentismo europeo": los dos fundadores, el francés Guérin y el belga Mühlinghaus. Y así les fue. Para complacer a Inglaterra, los dirigentes holandeses, daneses, belgas y suizos de la FIFA liquidaron la Copa internacional programada en 1905 y pusieron en la presidencia a Daniel Woolfall, asalariado de la FA inglesa, cuyo objetivo era paralizar el desarrollo del fútbol internacional organizado. Para complacer a Inglaterra, Rimet votó la resolución amateurista de Cristriania en 1914, contra la idea de que la FIFA asumiera plenamente el control de la totalidad del fútbol. Para complacer a Inglaterra, adhirió a la idea de renunciar a la FIFA en 1919-1920. En su relato, Rimet pinta a los dirigentes ingleses como llenos de buena voluntad y de deseos de desarrollo en favor del fútbol de Europa. Esa sumisión intelectual a Inglaterra la siguen conservando hoy ciertos historiadores del fútbol en Francia cuando expresan por ejemplo que los Mundiales que se jugaron sin Inglaterra carecen de valor. Pero lo más grave es que a fines de 2017 reapareció en el seno mismo de la FIFA, en la nueva "Historia oficial de la Copa del Mundo". En ese libro se retoman las versiones de Rimet según las cuales se le debe todo a Inglaterra, ¡incluyendo la existencia misma de la FIFA! Esa admiración de Europa Continental por el fútbol inglés tenía sentido antes de 1924, pero no un siglo después. Lo que sucede ahora es que toda Europa está atrás de la candidatura británica para el 2030 y sirve reescribir una historia bien inglesa.

-¿Cómo se vincula el Mundial de 2030 con estos temas históricos?

-La pregunta que uno puede hacerse es: ¿qué ha hecho la AUF a todo esto? Ya que es también víctima de la impostura (la víctima principal puesto que ganó el Mundial de 1924 y salvó el de 1930, por no decir que lo creó realmente) y pretende organizar el campeonato de los 100 años. El problema es que, desde 1932, optó por desechar los aportes del diplomático Juan Antonio Buero en la creación de la Copa del Mundo, y sobre todo, los documentos que demuestran cómo sucedieron las cosas entre 1924 y 1931, publicados en el libro Negociaciones internacionales. Desechando a Buero por motivos de celos de muy bajo nivel, se dio crédito a las versiones de Rimet que son creencia hoy en día en Uruguay. Por borrar a Buero, se cayó en las garras de la historia a la europea. Y eso no nos favorece. Con esa historia, organizar el Mundial de 2030 es una utopía. Solo tenemos chances de organizar el Mundial de los 100 años si sale a luz la verdad sobre Rimet y sobre Gran Bretaña. Enterrar las mezquindades de Rimet y de la FIFA empieza por enterrar las nuestras. No sé si será posible en una época en que la FIFA domina financieramente a las asociaciones.

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