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Tiene un sueño en dos colores

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Álvaro Gutiérrez junto a su hija Guadalupe en su casa. Foto: Fernando Ponzetto
FERNANDO PONZETTO

Álvaro Gutiérrez aún no analiza su futuro; disfruta de la familia y de la perra que apareció una mañana en Los Céspedes.

Gutiérrez no quiere apresurarse a definir su futuro profesional, pero analiza unas ofertas que ha recibido desde el exterior.

"Ahora estoy disfrutando como loco, porque tuve un año y medio muy exigente, primero con Nacional y luego en esta experiencia afuera. Mi vida cambió totalmente en cuanto a responsabilidades y proyecciones. Ahora estoy teniendo un poquito de tranquilidad, arreglando mi casa, haciéndole una casita en el árbol a Guadalupe y acompañando a mis hijos. Federico está en su primer año de Cuarta de Defensor Sporting y Santiago arrancó en la Séptima de Nacional. Los llevo, los traigo, trato de estar con ellos; lo que no pude hacer en los últimos tiempos. Sabiendo, sin embargo, que se ha manejado la posibilidad de alguna oferta del exterior. Pero bueno, ahora afortunadamente tenemos un poquito más la posibilidad de analizar si nos sirve o no nos sirve. O de ver con más tranquilidad lo que queremos", dice refiriéndose también a sus colaboradores, su ayudante Mario Picún y los preparadores físicos, los profesores Marcelo Giarruso y Gabriel Gutiérrez.

Hay técnicos que después de haber dirigido a un grande, les cuesta hacerlo en un equipo en desarrollo. No es el caso de Gutiérrez. "El tema es así: hoy llegar a un equipo grande y salir campeón cuesta mucho. Y entonces uno se cotiza y debe aprovechar esos momentos. Pero yo no tengo problema. Y sé que algún día me voy a retirar dirigiendo a Bella Vista gratis. Porque sé además que va a volver a competir", aseguró convencido sobre el club con el que se consagró, como futbolista como Campeón Uruguay en 1990, lo que le permitió estar en la historia de la institución.

Celeste.

El diálogo es interrumpido por los ladridos de Celeste, la perra de la familia. "Es muy guardiana", aclara Guadalupe. La perra es también un recuerdo tricolor. Es que el "Guti" se quedó con algo más que el título del torneo Apertura y del Uruguayo durante su pasaje por el primer equipo de Nacional.

Una mañana, al llegar a Los Céspedes, vio que había unos cachorritos caminando por el lugar. Las cocineras le contaron que alguien había tirado cuatro perritos y que ya habían colocado a dos. Entonces Gutiérrez se llevó uno y su ayudante Mario Picún otro. El nombre "Celeste" se lo puso Guadalupe, pero seguramente no fue por la actuación de su padre en la selección uruguaya ni por aquel penal que anotó en la final de la Copa América de 1995 frente a Brasil.

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Álvaro Gutiérrez junto a su hija Guadalupe en su casa. Foto: Fernando Ponzetto

historiasSILVIA PÉREZ

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