Entrenadores y científicos rusos, de la vieja Unión Soviética, llegaron al Uruguay después de que la selección eliminara a la poderosa URSS del Mundial de México 1970.
Hubo un acuerdo entre las asociaciones de entrenadores para que los soviéticos pudiesen llegar a nuestro país a comprobar "in situ" el trabajo que se hacía para sacar tantos cracks y lograr tener un fútbol de primer nivel mundial.
Por aquellos tiempos, Nacional y Peñarol dominaban el concierto sudamericano con luz.
Estuvieron meses. Yendo a todas las canchas. Haciendo informes y recopilando datos.
Los entrenadores rusos cargaban con libretas de apuntes y los científicos comprobaban todo, hasta la alimentación de los futbolistas.
Después de varios meses de ardua tarea, los soviéticos emprendieron el regreso a su país.
Cuando llegaron, los esperaban ansiosos. Los rusos querían saber cuál era la fórmula mágica de los uruguayos. La respuesta fue simple: "no sabemos qué hacen ni cómo lo hacen, el fútbol uruguayo es un milagro".
Y lo es. Por eso hoy están los "Maxi" Gómez, los "Chorry" Palacios, los De la Cruz y tantos más... son hijos del milagro. Milagro inexplicable, por cierto.
DESDE EL ARCO