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El primer logro de los cracks

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Equipazo. Los campeones, con varias caras conocidas, levantan los brazos en lo que sería uno de sus primeros títulos.
ARCHIVO EL PAIS

En 1977, la Celeste ganó el torneo juvenil con chicos que fueron estrellas.

En 1977 Uruguay volvió a dominar el continente por quinta vez. Aquel equipo dirigido por Raúl Bentancor se quedó con el Campeonato Sudamericano juvenil organizado en Venezuela. Uruguay logró el torneo de forma invicta, marcando el inicio de varias carreras exitosas para muchos de aquellos chiquilines que comenzaban a hacer sus primeras armas.

Fernando Álvez, Hugo De León, Daniel Enríquez, Víctor Hugo Diogo, Mario Saralegui, Ariel Krasouski, Ruben Paz y Venancio Ramos son solo algunos de los nombres que integraron aquel plantel y que años más tarde terminaron formando parte de la historia más rica de los clubes grandes de nuestro país, de equipos del exterior y también de la selección uruguaya.

"Teníamos un cuadrazo... ¡Y eso que había varios que no jugaban! Por darte un ejemplo: De León y Paz alternaban, entraban a veces. A mí me cambió la vida y al resto creo que también. Hicimos una base importante para que después cada uno haga una buena carrera", reconoce a Ovación el propio Krasouski.

"Se formó un grupo hermoso que hasta el día de hoy nos seguimos viendo y estamos en contacto. Fue la primera vez que llevaron jugadores del interior a integrar una selección juvenil. Yo viajaba de San José a Montevideo todos los días", agrega.

El equipo tenía condiciones para trabajar totalmente distintas a las actuales. "No tenía nada que ver con lo que es ahora, pero éramos muy maduros y muy profesionales para la edad que teníamos. Entrenábamos a muerte e hicimos una preparación intensísima. Cuando hacíamos fútbol nos prestaban la cancha del Complejo Militar y cuando nos tocaba hacer físico salíamos a correr por los canteros de Avenida Italia", cuenta.

La Celeste integró el Grupo B del torneo junto a Argentina, Venezuela, Paraguay y Perú. Se clasificó segunda a la fase final detrás del elenco guaraní. El equipo sumó seis unidades producto de dos partidos ganados (en esta época se otorgaban dos puntos por victoria) y dos empates.

"Se vivía de otra manera. No había tanta publicidad, ni estas cosas que existen ahora como las redes sociales. Me acuerdo que el único periodista que fue a cubrir el torneo fue Carlos Muñoz, que fue por una radio pequeña. En los partidos finales sí llegaron otros", recuerda Ariel.

La parte decisiva la jugaron Uruguay y Paraguay, clasificados del Grupo B, y Brasil y Chile, de la otra zona. Jugaron todos contra todos, pero la Celeste y la verdeamarela se cortaron del resto y prácticamente jugaron un torneo aparte. Ambos finalizaron con cinco unidades (dos victorias y un empate cada uno), pero el saldo de goles favoreció a Uruguay, que se terminó quedando con el campeonato.

"Fue un equipo donde hubo pocas variantes. Jugamos casi siempre los mismos y eso nos ayudó muchísimo. De hecho, en aquel proceso el único partido que perdimos fue recién contra Rusia en la semifinal del Mundial", explica el exvolante.

El título quedó en manos de Uruguay. Fue el primer logro de muchos cracks.

Once gritos en siete encuentros

La Celeste finalizó el certamen con un saldo de gol ampliamente positivo. En siete encuentros convirtió once tantos y apenas le anotaron dos. Amaro Anadal fue el máximo artillero del de aquel equipo con cuatro gritos. Detrás lo siguieron Ariel Krasouski y Venancio Ramos con dos. Alberto Bica, Víctor Hugo Diogo y Eliseo Rivero anotaron un tanto cada uno.

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Equipazo. Los campeones, con varias caras conocidas, levantan los brazos en lo que sería uno de sus primeros títulos.

HISTORIA DE LOS SUB 20Á. ASTEGGIANTE / W. VIOLA

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