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Presidentes en Peñarol: políticos, profesionales y líderes

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El cargo fue alguna vez un objetivo político; desde 1958, con Gastón Güelfi se iniciaron los fuertes liderazgos. 

Francisco Simón, nacido en Montevideo en 1870, era un abogado muy cercano a José Batlle y Ordóñez. Trabajó en el diario El Día, fue diputado y senador. Y además, el primer presidente del Club Atlético Peñarol votado en elecciones por sus socios. Si bien la campaña electoral fue muy diferente a la actual, sin publicidad ni entrevistas en los medios, estaba comenzando una historia que conoció ayer un nuevo capítulo.

El CURCC tuvo presidentes británicos, con directa vinculación a la empresa ferroviaria en cuyo seno funcionó el equipo: Frank Henderson (1891-1899), Frank Hudson (1907-1909), Roland Moor (1907-1909) y Percy Segfield (1909-1913). En la famosa asamblea del 13 de diciembre de 1913, cuyos alcances legales o sociológicos son motivo de tantas discusiones ligadas al decanato, se designó a un uruguayo de origen inglés, Jorge H. Clulow, alto funcionario de la Compañía del Gas.

A Simón (1916-1917) lo sucedió Félix Polleri (1918 y 1920). También legislador, abandonó a José Batlle y Ordóñez cuando el debate por el régimen colegiado de gobierno y se sumó al riverismo. Entre sus dos períodos, el presidente fue César Batlle Pacheco, hijo mayor de Batlle y Ordóñez, también legislador y que con los años sería titular de la AUF.

Por eso, en la lista de presidentes de Peñarol se pueden distinguir tres épocas: la del predominio político, la de los “profesionales” y la de los “líderes”, denominaciones que responden a los grandes rasgos de los dirigentes.

En 1921 se inició el mandato de Julio María Sosa, que se extendió hasta 1928. Sosa pasó del batllismo a formar su propio sector para aspirar a la presidencia de la República. En forma simultánea era titular del Consejo Nacional de Administración. Fue el primer presidente aurinegro con características de líder.

Resulta significativo cómo las disputas internas del Partido Colorado se trasladaban también a Peñarol, cuya presidencia era (lo sigue siendo) un puesto de alta visibilidad pública. Por ejemplo, fue dura la rivalidad entre Alberto Demichelli (1933-34), uno de los principales hombres de la dictadura de Gabriel Terra, y Luis Giorgi (1930, 1935-1936, ingeniero batllista que participó en la construcción de la Rambla Sur y de la represa de Rincón del Bonete.

El periodista Franklin Morales, que estudió la actividad de los presidentes aurinegros (también los de Nacional) en su libro Peñarol, Nacional, ignorada herencia de Batlle y Aparicio (Arca, 2003), comentó en su obra esa situación. “El club ha reflejado más nítidamente las rivalidades dentro del Partido Colorado y del gobierno de la República que los propios avatares de la cancha y sus consecuencias en los comités políticos internos”, escribió. Esa particularidad fue atenuándose hacia la mitad del siglo XX, aunque se mantuvo la filiación colorada de los presidentes.

Antes de Demichelli pasaron por el cargo un ingeniero agrónomo, Arturo Abella, y un arquitecto, Juan Antonio Scasso, autor del diseño del Estadio Centenario y director de Paseos Públicos de Montevideo.

A partir de la década de 1930, lo habitual fueron mandatos breves, a cargo de profesionales -a veces comerciantes- de nota en su área. Y aunque siempre fueron colorados, no todos participaron en política. Pedro Viapana, comerciante, ocupó el cargo en 1934. Francisco Tochetti Lespade (1940) fue director de Ancap. Alberto Mantrana Garín (1938) era abogado, además de historiador del club. Eduardo Alliaume (1939, 1941-1951 y 1957) se desempeñaba como comerciante importador. Bolívar Baliñas (1941-1942) era abogado y llegó a ser ministro de la Suprema Corte de Justicia.

El único militar que presidió Peñarol fue el mayor Armando Lerma (1943), opositor a la dictadura de Terra. Constante R. Turturiello (1944-1948) era abogado y José Buzzetti (1952-1955) ingeniero hidráulico. Raúl Previtali (1956) fue contador general de la Nación.

Las elecciones de 1958 marcaron el triunfo de Gastón Güelfi, comerciante importador y productor rural, entonces con 38 años, que lo hicieron el presidente más joven en la historia del club. Los éxitos deportivos alcanzados determinaron que fuera reelegido cinco veces y su ciclo solo terminó con su temprana muerte en 1973, al otro día de concretar el pase de Fernando Morena.

Con Güelfi se inició el tiempo de largos mandatos, en el cual los presidentes forjaron su propio estilo y un fuerte liderazgo. Su sucesor fue Washington Cataldi, quien lo había acompañado desde 1958, primero como secretario general, luego como vicepresidente. Cataldi, comerciante industrial, también ejerció como diputado colorado y subsecretario de Industria. Fue presidente desde 1973 hasta 1984 y regresó en 1991-1992.

El tercer gran nombre de esa época de líderes es el de José Pedro Damiani, banquero y asesor financiero, con actuación en campos tan diversos como el básquet y la política, una vez más. El Contador, como se lo llamaba, fue tesorero en los tiempos de Güelfi-Cataldi, pero representaba una corriente interna propia y varias veces se postuló como candidato opositor.

Después del contador Carlos Lecueder (1985-1986), que gobernó con el apoyo del “cataldismo” y el “damianismo”, Damiani llegó por fin a la presidencia en 1987. Estuvo tres años, hasta el regreso de Cataldi, y lo sucedió en 1992. Y como Güelfi, falleció en ejercicio en 2007. Su hijo Juan Pedro, desde hacía tiempo dirigente, completó el mandato bajo el título “coordinador institucional”. En 2008 fue elegido presidente y volvió a ganar las elecciones en 2011 y 2014. Su retiro abre una nueva era.

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