Tras el partido entre Argentina y Bolivia en Córdoba, Messi llegó al antidoping, el médico de la Conmebol le dijo que no podía dejar la muestra si no presentaba el documento, y alguien de AFA debió ir a buscarlo al vestuario de apuro.

JORGE SAVIA

Quizá es lo que pasó con la habilitación del "Campeón del Siglo"; ya que, es cierto: no alambrar dos tribunas es una señal de rebeldía contra la violencia y a favor del público; pero Peñarol llegó a inaugurar el estadio con River Plate, sin más documento que el de su noble propósito, frente a la vigencia de normas aprobadas por los clubes: una exige el alambrado; otra dice que aquella sólo puede ser revisada por la asamblea; una tercera indica que hay un plazo mínimo de 15 días para convocarla; y una cuarta señala que, tras dicho lapso, para citarla con carácter de "grave y urgente" se precisa cierta cantidad de firmas, y luego determinado número de votos.

Si Peñarol no dio esos pasos, por más fantástica y "pesada" que sea su obra, le pasó como dice Maradona: "Se le escapó la tortuga"; o igual que a Messi en el antidoping, y tuvo que ir a buscar el documento —alambrado— de apuro.

EL ANÁLISIS