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El método Torque

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Foto: Marcelo Bonjour.

TORNEO CLAUSURA

Le plantó cara a Peñarol y empató sin renunciar a su idea.

Foto: Marcelo Bonjour.
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Foto: Marcelo Bonjour
Foto: Leonardo Mainé

Torque se golpea el pecho orgulloso porque es el único equipo uruguayo que nunca perdió con Peñarol. Sin embargo, tiene motivos más valederos para presumir. El principal de todos es su propuesta futbolística.

Que el equipo dirigido por el argentino Pablo Marín se hubiera ido del Campeón del Siglo con una derrota hubiera sido una gran injusticia. Peñarol ganaba porque tiene a un goleador implacable y en racha como el “Toro” Gabriel Fernández, que convirtió un mal disparo de Viatri en asistencia al cabecear el balón a la red a los 39’. El 1-0 le dio más confianza a un aurinegro con poco juego asociado y muy errático en la mitad del terreno, con Guzmán Pereira dejando en un par de ocasiones pelotas cortas que se convirtieron en situaciones de peligro para el arco defendido ayer por Thiago Cardozo.

Sin salida clara, Peñarol no tuvo juego por afuera y tampoco claridad para poner pases entre líneas, por lo que Viatri prácticamente quedó aislado y Fernández debió bajar muchos metros para entrar en contacto con el balón.

Lo de Torque fue distinto. En los primeros seis minutos ya había generado tres llegadas casi sin esfuerzo, porque su juego era armonioso, colectivo, fluido, con movilidad para explotar los espacios. Su pecado fue no haber aprovechado las buenas ocasiones que tuvo para convertir.

Lo habitual en estos casos es que cuando el equipo menor perdona al grande, éste le pasa factura y termina anotándole. Fue exactamente lo que ocurrió, pero aquí hay otro mérito de Torque: no haber renunciado nunca a sus métodos para llegar al gol.

Cuando los celeste tuvieron la pelota la manejaron inexorablemente siempre mejor que Peñarol, por lo que hay que ser claro en el concepto: Torque fue más equipo que el aurinegro. Pero no solo eso, sino que en el plano individual ganó los duelos, porque la mayoría de los enfrentamientos individuales tuvieron a un futbolista celeste llevándose la pelota, a veces con claridad y otras a los tumbos.

Desde lo conceptual, si bien los dos equipos trataron de ser verticales, la diferencia estuvo en las formas, porque Peñarol lanzó pelotazos largos, mientras que Torque buscó poner balones a espaldas de los zagueros a través de envíos a ras del piso y con efecto para que pasaran el obstáculo aurinegro y quedaran en posición cómoda al atacante. Y así llegó el empate, con un gran centro de Mauricio Gómez (de prodigiosa pegada) para un cabezazo furibundo de Gonzalo Sena.

El 1-1 dejó varias sensaciones: de justicia con el trámite; de pérdida de dos puntos para los aurinegros, que si bien continúan primeros en el Clausura ven peligrar el primer lugar de la Anual, por más que sigue dependiendo de sí mismo al tener el clásico en el horizonte; y de un punto ganado para Torque, que lo alejó un poco más del descenso.

Pero por sobre todo, dejó la sensación de que Torque juega bien al fútbol. Y eso es lo que más reconforta.

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