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Archivo El País

Pelé: la cumbre de su fama, a 50 años del gol 1.001

El astro brasileño marcó esa conquista ante Peñarol en Montevideo por la Supercopa. Antes, visitó la sede de Nacional y vistió la camiseta aurinegra.

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Pelé en la sede de Nacional con el presidente Restuccia y Cococho Álvarez.

Hace medio siglo, Pelése encontraba en la cumbre de su fama: en un partido contra Vasco da Gama en Maracaná había conseguido su milésimo gol, una marca para el asombro. Con los años se comprobó que le habían contado los tantos con excesiva generosidad, incluyendo algunos convertidos en partidos de exhibición o benéficos y hasta los que hizo en un torneo militar. Incluso así, los números no eran exactos y el supuesto gol mil fue otro. Pero esa es otra historia.

El gol 1.001, por lo menos siguiendo esa cuenta “oficial”, lo marcó en Montevideo, ante Peñarol, luego de recibir múltiples homenajes. En aquellos días no había dudas que era el mejor futbolista del planeta y representaba una enorme atracción. Y eso que todavía no había ganado su tercer mundial con Brasil.

Santos, su equipo, dedicaba buena parte del año a viajar por el mundo para ofrecer amistosos y recaudar dólares, en un anticipo de las giras mundiales que alguna vez harían las grandes bandas de rock. Pero también intervenía en los torneos oficiales, en Brasil o América del Sur.

A fines de 1969 tomó parte de la Supercopa de Campeones Intercontinentales, un certamen oficializado con retroactividad por la Conmebol en 2005, junto a Peñarol, Racing de Avellaneda y Estudiantes de La Plata.

El momento del gol 1.001 de Pelé, frente a Peñarol.
El momento del gol 1.001 de Pelé, frente a Peñarol.

El 3 de diciembre de ese año, le tocó presentarse ante Peñarol en Montevideo. Su gol mil estaba fresco en la memoria, pues ocurrió el 19 de noviembre.

La delegación del Santos llegó al Aeropuerto de Carrasco el martes 2 de diciembre cerca del mediodía, en vuelo de Aerolíneas Argentinas. Lo esperaba la prensa y también numeroso público. Entre entrevistas y saludos, Pelé estuvo 45 minutos en la terminal.

El equipo brasileño se alojó en el hotel Columbia. Y Pelé, luego del almuerzo, se encerró en su habitación hasta las seis y media de la tarde. A las siete lo visitaron sus compatriotas de Nacional: Manga, Celio Taveira y el técnico Zezé Moreira. Ya estaba convenido que O Rei visitaría la sede tricolor, por lo cual se fue hacia la avenida 8 de Octubre en el auto de Celio, el goleador que tenía su propio programa musical en la radio uruguaya.

En Nacional lo esperaba toda la directiva encabezada por Miguel Restuccia. Como reconocimiento por los mil goles, el club le entregó una réplica del monumento a La Carreta de Belloni. Restuccia aprovechó para invitarlo al homenaje a Emilio Cococho Álvarez, que se realizaría una semana después, pero Pelé advirtió que sería imposible, porque tenía partidos con el Santos el día anterior y el día posterior.

Pelé regresó al hotel, donde siguió atendiendo a la prensa hasta las once de la noche. “Siempre me resultó difícil jugar en el Estadio Centenario”, comentó entre otras cosas. Y adelantó que su mayor ambición era ganar el Mundial de México con Brasil el año siguiente, tras lo cual se retiraría.

Pelé luciendo la camiseta de Peñarol.
Pelé luciendo la camiseta de Peñarol.

Veinte horas después, Pelé estaba en el Centenario para jugar ante Peñarol. Se vendieron alrededor de 60.000 entradas, con precios que iban desde los 50 pesos para los taludes a los 450 para la platea América.

Con los años se le reprochó a Pelé haber comercializado cada uno de sus actos. Incluso Los Simpson le dedicaron un chiste en una de sus emisiones: el astro brasileño daba el puntapié inicial a un partido, lo aprovechaba para pasar un aviso y recibía por ello una bolsa llena de dinero. Pero también debe decirse que en sus años de mayor fama era muy accesible para la prensa. Y un genio de las relaciones públicas. Esa noche, entró al campo de juego vestido con la camiseta de Peñarol sobre el uniforme blanco del Santos.

Las crónicas de la época aseguran que fue un “espectáculo brillante”. Cracks no faltaban. Por Peñarol jugaron Mazurkiewicz, Figueroa, Matosas, Forlán, Goncálvez, Caetano, Nilo Acuña (luego Joya), Rocha, Spencer, Onega y Losada. Por Santos lo hicieron Jair Estevão, Ramos Delgado, Joel, Carlos Alberto, Clodoaldo, Rildo, Manoel María, Negreiros, Luis Carlos, Pelé y Edú. Además de O Rei, allí estaban Carlos Alberto, Clodoaldo y Joel, que serían campeones mundiales en México.

A los 17 minutos, Negreiros metió la pelota en profundidad sobre la derecha de la defensa aurinegra. Pelé picó como sabía hacerlo y sacó un zurdazo inatajable para Mazurkiewicz. Había sido el gol 1.001.

Sin embargo, Peñarol lo dio vuelta. Al rato hubo un corner, ejecutado por Losada. El golero Jair pareció dominar la pelota, pero se le escapó de forma poco creíble y Spencer empató. Ya en el segundo tiempo, Onega hizo el gol del triunfo rematando por arriba de Jair. El aurinegro terminaría conquistando aquella Supercopa.

El arquero santista estuvo realmente flojo esa noche. Y su técnico Antoninho le prendió fuego ante los periodistas uruguayos: “No tenemos golero... Gilmar se retiró, Claudio fue operado de meniscos y nos quedan Jair y Aguinaldo. Los dos son iguales...”, dijo.

Cuando terminó el encuentro, Pelé se sacó la camiseta blanca de su equipo y se la regaló a un chico alcanzapelotas. El muchacho dejó la cancha y se fue por la escalera entre las tribunas Amsterdam y Olímpica observado por todo el estadio. Fue la última vez que Pelé jugó en Montevideo.

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