BAJO LOS TRES PALOS

Hasta que llegó Óscar Tabárez nuevamente a la selección uruguaya nos habíamos acostumbrado a no ir a los Mundiales. Con él fuimos a todos. Y fuimos competitivos siempre. No solo eso, los juveniles, siguiendo una línea impulsada por Tabárez, también se acostumbraron a ir a las Copa del Mundo.

Tabárez ordenó una selección que traía muchas falencias. Le dio identidad, potenció a un montón de futbolistas. Hizo que el resto del mundo nos viera como un ejemplo a seguir y que nos sintiéramos orgullosos de ser uruguayos. Es inevitable no hacer referencia a cómo en la Copa América de 2019 los periodistas extranjeros aplaudían cada una de las palabras del entrenador.

Su gestión no se puede medir en títulos. Porque el Proceso Tabárez fue mucho más que eso. Y si no, hay que preguntarle a cada uno de los futbolistas que lo tuvieron como DT y que en su gran mayoría se expresaron ayer.

La destitución de Tabárez provocó una grieta enorme en la opinión pública y se generó un dramatismo exagerado.

No hay que desconocer el presente. No creo que a Tabárez lo hayan sacado solo por los resultados, sino también por las formas en la que perdió los últimos partidos, donde se vieron cosas como nunca antes en el Proceso.

El desgaste del modelo Tabárez fue grande. Soy de los que piensa que el entrenador se tendría que haber ido después del Mundial de Rusia por la puerta grande, como se lo merecía. No así.