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Ser negriazul

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Escribir de Liverpool es escribir de mi vida. De la primera vez que llegué de la mano de mi padre, quien me transmitió un sentimiento, que inculqué a mis hijos Belén y Juan Manuel, quienes lo adquirieron con igual pasión.

En un país casi “bipolar” en materia futbolística, sentirse parte de estos colores genera una suerte de rebeldía. Desde niños, ante la típica pregunta: “¿De qué cuadro sos hincha?”, limitando la respuesta como una forma de coacción a solo dos opciones, el hincha de Liverpool se fortalece, su pecho se agranda y responde: “¡Yo soy de Liverpool!”. Nos llena de orgullo ser de un cuadro que, en 100 años, siempre mantuvo una línea de conducta principista, defendiendo dentro y fuera de la AUF, valores que perduran hasta el día de hoy.

Aunque es tan solo un cuadro de fútbol, no me imaginaría mi vida sin Liverpool. El recuerdo de mi padre, las idas a la cancha horas antes para palpitar la emoción de la previa en Belvedere, las comidas en Lomas, las reuniones con dirigentes de la talla del “Chiche” Larrea, que comandó una clase dirigencial única para la época, en la cual los problemas eran iguales o peores que ahora. Las charlas técnicas del gran Ondino Viera y Andrés Prieto, las sopas que hacía Morrongo en la concentración, la faraónica Operación Coraje. Dirigentes que no se cansaban de repetir que Liverpool tenía todo para ser el tercer grande. “Falta convencimiento”, decía mi padre, “nada más que eso, Adrián”. “La vida es para los soñadores”. ¡Si será verdad, viejo! Por eso, estos 100 años son muy especiales. A seguir soñando, que bajo el mando de José Luis y con el apoyo de todos, lo mejor está por venir.

ADRIÁN LEIZA - EXNEUTRAL DE LA AUF

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