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Nacional ya muestra una sociedad para empezar a crecer

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Diego Rodríguez empezó a rendir en Nacional
Estefania Leal

TRICOLORES

Martín Ligüera tiene un doble cinco que aporta dinámica, circulación en corto, recorridos intensos, presión y buenas asistencias en largo.

Después de un comienzo extraño, con cinco puntos perdidos en tres fechas, resulta fácil entender que para ser un equipo serio y de aspiraciones reales para llegar al tricampeonato, al Nacional de Martín Ligüera le falta aceitar una identidad específica. Esa que controle el juego, que domine la presión y que, fundamentalmente, transmita la sensación de estar equilibrado. Por algún lado se comienza y, en este caso, el DT del tricolor puede haber encontrado los cimientos deportivos de la campaña que aspira a terminar con el logro de otro Campeonato Uruguayo consecutivo. La base, entonces, está en el doble cinco que empezaron a integrar Felipe Carballo y Diego Rodríguez.

Nacional necesita despegar, elevar su nivel de juego y se aprecia como imprescindible que apoye su estructura táctica en los dos mediocentros que no restringen sus movimientos, pero que saben qué es lo que debe hacerse con la pelota. Ahí hay un primer paso esencial. Es, justamente, donde puede ponerse la piedra fundamental de un mediocampo que añada a las funciones de destrucción la inteligencia para agilizar la circulación del balón en una zona donde lo mejor de todo es tocar y no trasladar en exceso.

Con desplazamientos realizados a un ritmo diferente al resto, al que puede acoplarse a la perfección Matías Zunino, enganchar defensa con ataque con dos volantes que distribuyan juego, puede terminar de entregarle la conducción del remate del ataque a un talentoso como Maximiliano Cantera o a Andrés D’Alessandro.

Así presentó Nacional en las redes su partido ante Sud América
Así presentó Nacional en las redes su partido ante Sud América

El “Torito”, si sostiene en el tiempo su rebeldía contra el ritmo de pocas revoluciones del fútbol uruguayo, impondrá las condiciones de las transiciones. Se trata de un jugador que confirmó que domina por experiencia e inteligencia los tiempos de acción y reacción. Anticipa, lee la jugada. Gana cuando sale a cortar. Vuelve con la misma contracción al trabajo que cuando se desprende hacia arriba.

Carballo, en tanto, es el que puede decidir qué caminos deben tomarse para hacer daño. Demostró hasta el cansancio que es tan capaz de lanzar a los laterales, como profundizar con una carrera individual o apelar a la circulación corta y rápida con toques precisos. Además, Carballo pisa el área rival y hasta tiene un remate poderoso.

Tiene pinta de que juntos se van a potenciar. Eso es así porque entienden el juego. Saben agruparse, dividirse la cancha. Con su dinámica proporcionan menos espacio entre líneas a los rivales, especialmente para evitar las combinaciones en tres cuartos de cancha y más ayuda para proteger los pasillos exteriores.

No fallan a la hora de escalonarse para que uno siempre quede más cerca de los zagueros por la franja central. Porque queda claro que lo que no puede ocurrir es que el equipo pierda un eje en el medio, un estandarte de la protección de la línea de los cuatro defensores.

Lejos de embanderarse de forma exclusiva con la vieja teoría de que el 5 debe estar para “romper”, igualmente no defraudan en ese sentido porque tienen calma, temple y mucha capacidad para robar balones.

No es menor que agregan intensidad al juego porque suelen aparecer bien ubicados para ofrecerse como alternativa de pase de sus compañeros o como socio ideal para emprender la acción que demande el juego: presión alta, retroceso para cubrir una zona o carrera larga para interceptar el ataque rival.

Los empieza a acomodar mejor, al menos esa es la imagen que se ofreció en el último partido, el hecho de que Ligüera resolvió darle otra figura táctica al equipo. Aquellos 53 minutos de juego en los que el “Torito” se unió a Carballo ante Progreso en el Gran Parque Central, tras la lesión de Rafael García, fue bajo el concepto de un esquema distinto al que arrancó frente a Sud América en el Parque Viera.

Ahora, teniendo la responsabilidad de repartirse el campo y jugando por detrás de Zunino, Cantera y Alfonso Trezza ni se molestarán ni terminarán siendo improductivos por repetición de características.

Para que ambos puedan ser considerados la “piedra fundamental” del proyecto deportivo de Ligüera en el tricolor les cae como anillo al dedo un concepto vertido con gran claridad por el extinto Johan Cruyff, un entrenador holandés que marcó una huella en el fútbol. Alguna vez supo definir que “no es necesario correr tanto” y que lo principal es “estar en el lugar adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde”. Con sus frases, lo que trató de explicar es que lo imprescindible es entender que muchas veces la velocidad mental termina siendo más trascendente que el correr mucho.

Carballo y el “Torito” no escatiman esfuerzos en correr, pero lo mejor es que se lucen por la lectura del juego y porque están siempre en el lugar que el equipo los precisa. Es el comienzo. Es una sociedad que empieza a crecer. Y la base de un Nacional que tenga una identidad ganadora.

El destaque
Cuatro aspectos clave
Felipe Carballo

1) Tanto Diego Rodríguez como Felipe Carballo cumplen muy bien la tarea de ahogar a los rivales para robarse la pelota. Son eficaces.

2) Ambos tienen la capacidad de mover la pelota entre líneas y también de saltearlas con pases profundos. Aciertan en ambos rubros.

3) A Carballo y al “Torito” les cae bien el salir a cortar juego. Anticipan la acción y terminan interceptando el pase del adversario.

4) A la hora de realizar desplazamientos largos para cubrir sectores ni Carballo ni Rodríguez escatiman esfuerzos.

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