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El Mundial conflictivo

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Gianni Infantino. Foto: AFP.

CATAR 2022

La FIFA pretende unir en Catar 2022 a naciones duramente enfrentadas hoy

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quiere que la Copa del Mundo tenga 48 participantes ya en su próxima edición, en Catar 2022. Sería una buena noticia para muchos equipos, que verían su clasificación más accesible al ampliarse el número de cupos. Para hacerlo realidad, sin embargo, Infantino deberá anotarse un enorme triunfo diplomático: reconciliar al país organizador con sus vecinos del golfo Pérsico.

El titular de la FIFA reveló esta semana que se está explorando la posibilidad de que algunas de las naciones de esa área celebren partidos por la fase final del Mundial 2022.

“Si podemos acomodar a algunos de los países vecinos en la región del Golfo que están muy cerca para albergar algunos juegos en la Copa del Mundo, esto podría ser muy beneficioso para la región y para el mundo entero”, afirmó Infantino.

“Hay tensiones en esta región en particular y depende de sus respectivos líderes lidiar con eso, pero tal vez sea más fácil hablar de un proyecto de fútbol conjunto que de cosas más complicadas”, admitió. “Si puede ayudar a todas las personas en el Golfo y a todos los países del mundo a desarrollar el fútbol y llevar un mensaje positivo al mundo sobre el fútbol, entonces deberías intentarlo”.

No parece tan sencillo, incluso para el poder de la FIFA. Desde hace un año y medio, Catar está sometido a un boicot diplomático y comercial de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Egipto, que lo acusan de apoyar al terrorismo.

Sus rivales señalan que el exlíder de Hamas, Khaled Mashal, vive en Doha. Allí también existe una oficina de los talibanes de Afganistán. Se recuerda además el apoyo a los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista más antiguo de Medio Oriente. Tampoco es vista con agrado la posición ambivalente de Catar ante el gobierno chiíta de Irán.

Observadores internacionales señalaron que lo que molesta a los sauditas en realidad es la independencia de la política exterior catarí.

Por este conflicto no se disparó hasta ahora un solo tiro, pero Catar quedó sometido a un virtual bloqueo, sobre todo por parte de su vecino Arabia Saudita, el único país con el cual comparte una frontera seca. En junio de 2017, luego que Arabia Saudita y Emiratos Árabes retiraran a sus embajadores en Catar, ambas naciones cortaron toda comunicación área, marítima y terrestre para aislarlo económicamente. Egipto y Bahrein se sumaron luego a la medida.

Catar es un estado de apenas 11.000 kilómetros cuadrados de tierras desérticas, por lo cual depende de las importaciones de alimentos para subsistir. Pero, a la vez, sus enormes reservas de petróleo y gas natural lo convierten en uno de los países más ricos del mundo, por lo cual hasta el momento su economía no sufrió contratiempos.

Por ejemplo, para solucionar el déficit de leche, ya que el 40% del producto provenía de Arabia Saudita, el emirato trajo desde Estados Unidos 10.000 cabezas de ganado en los aviones de Qatar Airways para garantizarse el suministro de leche fresca.

El último episodio de este enfrentamiento es la decisión de Catar de abandonar este año la Organización de Países Productores de Petróleo, con el fin de mantener una política energética independiente y poner en práctica sus planes de aumentar la producción de hidrocarburos. Arabia Saudita es uno de los principales actores del cártel petrolero.

Las grandes potencias no se inclinaron por ninguna de las partes en conflicto. Según BBC Mundo, Estados Unidos tampoco muestra apuro por solucionarlo.

Los hinchas de Boca podían terminar presos

Si Boca hubiera sido campeón de la Copa Libertadores, se habría originado un grave problema en el Mundial de Clubes de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Boca lleva en la camiseta el auspicio de Qatar Airways, una empresa vetada en Emiratos y los otros países que bloquean a Catar. La legislación de los Emiratos expone a cualquiera que sea visto con publicidad de Qatar Airways a una multa de 135 mil euros y un castigo de hasta 15 años de cárcel. El problema se presentaba también a los hinchas boquenses que podrían haber viajado a alentar a su equipo vestidos con la camiseta oficial.

El bloqueo a Catar alcanza a la televisión y los deportes

Catar anunció en octubre pasado la apertura de un proceso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra Arabia Saudita por piratear la señal del canal deportivo BeIN Sports y causarle pérdidas estimadas en 1.000 millones de dólares.

BeIN Sports acusa a Arabia Saudita de “pirateo masivo apoyado por el Estado”, por haber puesto a la venta unos decodificadores llamados BeoutQ que permiten piratear la señal por satélite del canal catarí.

“Después de la suspensión de las relaciones diplomáticas con Qatar en junio de 2017, Arabia Saudita inició una serie de medidas abusivas específicas contra la emisora global BeIN, con el objetivo de expulsar del mercado a la compañía con sede en Catar y de destruir sus inversiones en Arabia Saudita”, informó la emisora en un comunicado.

Además de piratear la señal de BeIN Sports, el gobierno saudita prohibió la comercialización de sus servicios en el país, bloqueó todas las transacciones financieras de la empresa y el acceso a su página web y a su centro de atención telefónica, según denunció el canal.

Las autoridades de Riad, en tanto, acusaron a BeIN Sports de incurrir en “prácticas monopólicas contra la regulación de competencia leal”.

La compañía catarí aseguró que ha sufrido daños económicos que superan 1.000 millones de dólares y solicitó un resarcimiento completo por sus pérdidas.

No es el único diferendo entre los dos países por temas vinculados con la televisión. Arabia Saudita cerró tiempo atrás la oficina de la cadena catarí Al Jazeera en Riad y le quitó la licencia para transmitir. “Al Jazeera promovió grupos terroristas, como los hutíes en Yemen, y atentó contra la soberanía saudita”, dijo el Ministerio de Cultura saudita.

La cadena Al Jazeera, que opera desde 1996, pertenece al gobierno de Catar. Es considerado el medio local más influyente de Medio Oriente, con oficinas en 80 países y transmisión en vivo en varios idiomas.

Sus críticos le señalan sus posiciones cercanas a los movimientos islamistas. También se señala que funciona, en los hechos, como un órgano de la diplomacia catarí.

BeIN Sports es una filial del grupo Al Jazeera. Opera, entre otros países, en Estados Unidos, Francia y España.

El titular de la compañía es Nassir Ghanim Al-Khelaïfi, presidente a la vez del Paris Saint Germain.

El fútbol paró una guerra e inició otra

Se asegura que el fútbol logró una tregua breve durante la Primera Guerra Mundial, cuando el 24 de diciembre de 1914 los bandos británico y alemán detuvieron oficiosamente los ataques con motivo de la Navidad y aprovecharon para jugar un partido entre las trincheras de Ypres, en Bélgica.

Más recientemente, en 2008, un encuentro entre Armenia y Turquía permitió el acercamiento entre ambos países por primera vez desde el genocidio del pueblo armenio por parte de los turcos en 1915. Pero quedó como un episodio aislado, pues nada cambió después entre las dos naciones.

Lo mismo puede decirse del partido entre las Alemanias Occidental y Oriental por el Mundial 1974 en Hamburgo: todo se desarrolló en paz y armonía, pero ambos seleccionados no volvieron a enfrentarse y la división solo terminó tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Alemania del Este.

Son escasos los ejemplos de acercamientos diplomáticos a través del fútbol. En cambio, el deporte hizo estallar una vez un conflicto. En realidad, las tensiones entre Honduras y El Salvador a fines de la década de 1960 tenían otro origen, político y económico, pero todo se precipitó tras los partidos por las eliminatorias para el Mundial de 1970. Y fue conocida para siempre como la “Guerra del fútbol”.

Los encuentros en las respectivas capitales estuvieron rodeados de insultos y agresiones a las delegaciones visitantes. La clasificación se resolvió a favor de El Salvador en un tercer partido, jugado en México, pero la guerra ya era inevitable. Duró pocos días antes de que interviniera la OEA, pero murieron cerca de 5.000 civiles y soldados de ambos bandos

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