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La muerte no tenía amarilla

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Final del Mundial 74; Barreto, que fue línea, mira el saludo de Cruyff y Beckenbauer, los capitanes de Holanda y Alemania. Foto: Archivo El País

Ramón Barreto fue el uruguayo que más “tocó pito” en el fútbol mundial. 

Algún día iba a pasar, claro; y pasó: fue el viernes por la noche. Entonces, cabe la metáfora; al menos para los que recuerdan aquel clásico de los 70 donde, antes de empezar, el juez tuvo un rapto que dejó a los capitanes descolocados: la muerte no le arbitró su paso por la vida con la tarjeta amarilla en el bolsillo y, a los 75 años, le sacó la roja directa al "Canario"

Es que el puntual y aséptico currículum de Ramón Barreto como árbitro, dice y destaca que es el único en toda la historia que actuó, como asistente en su caso, en dos finales consecutivas de los campeonatos mundiales: Alemania 74, cuando el local le ganó por 2 a 1 a Holanda; y Argentina 78, cuando lo albicelestes salieron campeones por primera vez al vencer por 3 a 1, también a los holandeses, luego de un alargue.

No es para cualquiera. De ahí, más allá de la lógica incidencia que tiene la parte afectiva, pues Barreto en su momento fue instructor de la escuela de árbitros, la elocuente despedida que Jorge Larrionda le brindó desde su cuenta de twitter, al llamarlo "el más grande".

Al fin y al cabo, además de esas dos citas mundiales, Barreto estuvo presente en muchísimos partidos, de toda clase: de gran trascendencia e importancia; y de los otros, loa locales, en el Uruguay y en el extranjero, desde donde lo contrataron en forma especial durante muchos años, que simplemente —o nada más y nada menos— se consideraban bravos, complicados.

Incluso, tal vez por encima de esas dos finales de mundiales en las que fue designado para actuar de línea, hay otras instancias que marcan mejor cuál era la dimensión de su figura, de acuerdo a las responsabilidades que dejaban en sus manos.

En el marco de la disputa del Mundial de 1974, el "Canario" fue designado por la FIFA para arbitrar el partido entre las dos Alemania, Occidental y Oriental, Federal y Democrática, las que separaban el muro de Berlín y la guerra fría, y las que hicieron que Luis Maria Bello —enviado del diario La Nación de Buenos Aires— escribiera desde Hamburgo: "Por tácito acuerdo, no se habla del trasfondo de las cosas; pero, en todo caso, habrá hoy en las dos Alemania espectadores de tres categorías: hinchas químicamente puros en las tribunas del estadio; frente a las cámaras de televisión millones de seres que inevitablemente confundirán las imágenes del fútbol con las que devuelve el espejo de la historia; y, finalmente, en Bonn y Berlín (capitales de los entonces dos países) hombres de gobierno asistirán por control remoto al desarrollo de un test cuyas demostraciones tendrán la virtualidad de un cheque girado sobre el porvenir".

En el cráter de aquel volcán, que inclusive ponía en erupción la lava de grandes intereses internacionales, la FIFA "sentó" al "Canario", y lo mandó al frente con un silbato; pero no estaba equivocada: el 22 de junio de 1974 en el Volksparkstadion, Alemania Oriental le ganó 1-0 al organizador del mundial y lo relegó al segundo lugar del grupo 1, que completaban Chile y Australia; sin embargo, no pasó nada. Al contrario. Surgieron comentarios como el de Clarín de Buenos Aires, que escribió: "Las dos Alemania continúan, pero el reino de los suspicaces se encuentra desierto, sobre todo después que el rival del otro lado del muro venció a los locales".

En otras palabras: Ramón Barreto ofreció garantías totales, que no sólo le valieron la designación como línea para la final entre Alemania y Holanda; fue el juez de la final de fútbol de los Juegos Olímpicos dos años más tarde. En Montreal, la República Democrática de Alemania (Oriental) venció a Polonia 3 a 1, y terminó felicitado por los protagonistas de tamaña instancia.

Igual, por encima de la reseña sobre su trayectoria, al menos para las generaciones que no lo vieron actuar, vale la descripción acertadísima de Pablo Forlán: "¿Sabés quién me hace acordar hoy a Ramón cuando arbitra? Este muchacho Ubríaco, por cómo les habla a los jugadores, tiene cancha..."

Así era Barreto. Tenía "carpeta" y no sólo imponía presencia por su físico, alto, grande; o por haber "tirado los guantes" en algún gimnasio. Poseía una picardía innata, no impostada, de voz baja, que distendía, descontracturaba; aunque a veces se pasara un poco de la raya, dando lugar a que se dijera que "canchereaba" porque casi no tocaba el pito cuando cobraba una falta.

Por eso fue que antes de aquel clásico de los 70, que venía muy picado de antemano, cuando se fue a hacer el sorteo rompió la amarilla delante de los dos capitanes: "Hoy sólo tengo la roja, tamos´"?; y tenía otra escondida, claro. No como la muerte, que el viernes pasado le sacó la única tarjeta con la que arbitró la vida del "Canario".

La patente...

"Yo dirigía a El Salvador en las Eliminatorias para el Mundial de Alemania y fuimos a jugar a México, que en vez del ida y vuelta, compró el hexagonal para jugarlo de local; empezó robando. La subsede nuestra era Monterrey y México iba a ir a jugar ahí, para darle vuelo al torneo, pero como antes le ganamos a Canadá, nos llevaron al Azteca, se dieron cuenta que éramos rivales de cuidado. El juez era un argentino y Barreto estaba en la terna. En eso se acerca, me da la mano y me dice: ¡Cuidá la patente!; por lo menos me avisó: nos habían afanado.(Juan Faccio)

VIO AL "9" POR LA TV Y ¡QUERÍA IR A LA CASA A BUSCARLO!.

"Yo jugaba en Palmeiras contra Corinthians, él arbitraba y hubo lío: "El 9 te está manoseando", le dije. ¡No! ¿Qué me va a manosear?, contestó Después fue a casa, vio por TV lo que pasó, ¡y quería ir a buscarlo y pelearlo!" (Héctor "Lito" Silva).

De Melo al Cerro: un autodidacta.

Nacido en Melo, los padres lo mandaron de adolescente con un hermano mayor que vívía en el Cerro; y empezó arbitrando partidos en la Liga del Cerro, donde lo vio Esteban Marino, que era juez internacional, y lo llevó a la órbita de la AUF. Barreto fue, sin dudas un verdadero autodidacta.

La prohibición a Figueredo...

Eliminatorias del 86. Chile ante Paraguay en Santiago. Terna uruguaya: Cardellino, Filippi y Martínez Bazán. Antes, Eugenio Figueredo fue al vestuario de los jueces. Luego, con la presidencia de Barreto, AUDAF le prohibió por un tiempo ir a todo lugar donde hubiese árbitros uruguayos.

Qué puedo decirte, gracias!!

Ramón Barreto arbitró, como juez y de asistene, en tres Mundiales: 1970, 1974, y 1978. Ayer, en su cuenta de twitter, Jorge Larrionda puso: "Ramón, qué puedo decirte, simplemente gracias!! Merecidamente hablarán de tus hazañas y tu notable carrera, sos el MÁS GRANDE

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Final del Mundial 74; Barreto, que fue línea, mira el saludo de Cruyff y Beckenbauer, los capitanes de Holanda y Alemania. Foto: Archivo El País

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