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Leodán, el árbitro del clásico, recibió graciosos pedidos

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CLÁSICO

Tres penales para un lado, cinco para el otro y hasta el ofrecimiento de un kilo más en la frutería. Es que en Tala lo conocen de niño y el humor es moneda corriente.

Ayer Leodán González entrenó en la Plaza de Deportes de su Tala natal. Así lo hace lunes, miércoles y viernes, mientras que martes y jueves viaja a Montevideo para moverse en el Complejo Celeste con el resto del plantel arbitral.

Las bromas, en una ciudad de 7.000 habitantes, están a la orden del día. Más teniendo en cuenta que conocen al árbitro del próximo clásico desde niño. “Ya me pidieron como tres penales para un lado y cinco para el otro. Caminé dos cuadras y me pidieron que no los cocinara. Lo normal de la calle, pero siempre con mucho respeto. Después fui a hacer los mandados y el señor de la frutería me dijo que me daba un kilo más si le cobraba un penal para su equipo. ¿Sólo por un kilo querés un penal?, le contesté. Porque como los conozco a todos me lo tomo con humor y también les respondo algo en broma. Así voy descontracturando el tema y lo disfruto”, contó Leodán, que ayer pasó por varias emisoras, ya desde temprano.

“Es que si hablás con uno, después tenés que atender a todos. No vas a ser selectivo. Además, a mí me llama radio Mariscala y atiendo”, aseguró quien vive feliz en Tala.

“Nunca fue una opción para mí irme a Montevideo. Me gusta Tala por la tranquilidad. Además, viví acá toda la vida y estoy habituado. Montevideo no me gusta y capaz que tendría que vivir en un edificio. Y a mí me gusta más el fondo, el pasto. Quiero mantener a mis hijas cerca de la familia también. Y mi esposa trabaja por acá cerca. La vida nos ha hecho echar raíces por acá”.

CASUALIDAD. Como la mayoría de su colegas llegó al arbitraje por casualidad. Había dejado de jugar al fútbol en OFI por los estudios, estaba haciendo Facultad de Derecho. Y empezó a extrañar. Entonces vio un aviso donde la AUF llamaba a un curso de árbitros y decidió probar. Corría el año 2003.

Al preguntarle cómo era como futbolista, en lugar de responder sobre sus virtudes, contestó: “Me expulsaron una sola vez en mi carrera”. Siempre jugó en clubes de la Liga de Tala. Fue volante central o lateral izquierdo. “Era aplicado, ordenado, responsable tácticamente. Si el técnico me decía que no subiera, no lo hacía. Tenía 18 años y jugaba por diversión, nunca pensé llegar al profesionalismo”.

Haciendo el curso le empezó a gustar cada vez más el arbitraje. “Hice como un clic, empecé a mirar al árbitro en los partidos. Fue algo raro. Como que me llegó el momento. No hay una razón. En mi familia no hay árbitros. Después pasa el tiempo y la profesión te va atrapando y te va gustando más. Al principio lo hacés porque te gusta, hoy por hoy, que llevo tres años en la categoría Internacional, ya lo mirás desde un lado más profesional. Todo va cambiando en la vida”, contó quien hoy sigue estando en cuarto año de facultad porque no dejó el Derecho aunque entre el arbitraje y la familia (con dos niñas chicas), lo va haciendo de a poco en calidad de libre. Dando materias cuando es posible. “Hoy estoy en un impasse, pero me considero joven para retomar. Nunca es tarde”.

El árbitro Leodán González. Foto: Archivo El País.

EL VAR. Ascendió a la categoría Internacional hace tres años, aunque en 2016 sólo hizo de cuarto árbitro. “Es normal que cuando un árbitro sube hace mucho de cuarto porque eso te permite habituarte a un medio que es diferente. Es otro formato, otro medio, otro fútbol. Mis salidas en 2016 fueron todas de cuarto árbitro. Recién en 2017 debuté en el Torneo Sudamericano Sub 17, a un año de haber subido. Y ese mismo año hice el primer partido en Copa Libertadores: Independiente de Medellín-Melgar de Perú”.

Leodán reconoce que dirigir a nivel internacional es distinto, básicamente por el VAR. “El árbitro tiene que seguir manteniendo su esencia de tomar decisiones en el campo. Cuando acierta, el VAR simplemente es un espectador aunque va chequeando cosas. Por más que la tecnología venga y nos invada el árbitro no puede cambiar su esencia. Pero al tener VAR hay procedimientos que son diferentes. Y por eso hoy cambia un poco la forma de arbitrar a nivel local e internacional”, admitió.

Las jugadas polémicas

Christian Ferreyra, Leodán González y Esteban Ostojich
Las presiones no le quitan el sueñoYo para tomar decisiones no estoy pensando si Pedrito o Juancito fueron al Colegio a patear. Si no sería la ley de la selva y ganaría siempre el más fuerte. La paranoia que se arma con el arbitraje es algo normal de todos los años”.

Se preparó para trabajar en el VAR y ya ha estado en partidos importantes como la semifinal de la Copa América entre Brasil y Argentina. Pero sigue prefiriendo estar corriendo dentro de la cancha. “Como dije antes, esa es la verdadera esencia, pero no hay que olvidar que el VAR es un cargo de mucha responsabilidad hoy en día. Hay que ser muy metódico y estar muy concentrado. Yo en los torneos estoy a disposición para lo que me den, pero si le preguntás a cualquier árbitro todos van a elegir la cancha porque es la esencia misma y no la podemos perder”.

Hoy trabaja para una empresa consultora y lo hace a distancia porque sus obligaciones como árbitro internacional le impidieron seguir marcando tarjeta todos los días. Tuvo que cambiar el formato. “Me pasó de irme a Polonia y a la Copa América y estar 70 días afuera. Con los viajes era imposible”, explicó quien cree que siendo internacional se puede vivir del arbitraje.

“Todo depende del estilo de vida al que uno aspire. Al ser internacional uno termina relegando parte de su otro trabajo y por ende de su salario en pos de darle tiempo y dedicación al arbitraje. Hoy todos terminamos posponiendo nuestros trabajos o las posibilidades de crecimiento en esos lugares. Y el arbitraje te lo retribuye. Eso te permite vivir del arbitraje, dependiendo del estilo de vida que cada uno quiera”.

CLÁSICOS. “Tenía ganas de que me tocara, de hacer este clásico. Es hermoso dirigir un clásico. Lo converso con los árbitros de otros países y todos sienten lo mismo o desean dirigir este tipo de partidos”, dijo quien arbitrará su tercer clásico. Podía ser el cuarto si no se hubiera suspendido el de la garrafa.

“La primer designación te sacude un poco. Te cambia todo, sobre todo en lo previo porque cuando empieza el partido hacés las mismas cosas de siempre. Lo que estás habituado a hacer. Y ahora que es mi tercera designación ya sé lo que voy a encontrar. En un clásico cambian muchas cosas, entre otras la intensidad con que se juega. Y cómo lo viven los jugadores. Un árbitro no puede desconocer eso y lo debe respetar”.

Nicolás Tarán y Sebastián Silvera serán sus compañeros el domingo. Para Silvera será su primer clásico. “Es un asistente con muchos años en Primera División, y su primer clásico le llega en un momento de madurez muy bueno. Y sabe que nos tiene a nosotros, que puede contar con nuestro apoyo. Estamos hablando de lo previo porque la verdadera historia se escribe en los 90 minutos. Se lo he dicho: sólo tiene que hacer lo que ha hecho anteriormente. No cambia nada. No hay nada más. Nuestro respaldo será la imagen televisiva. No hay otra forma de analizar un arbitraje. Son las reglas del juego”.

Las polémicas de los últimos días no le quitan el sueño. “Yo estoy súper tranquilo. El equipo arbitral está tranquilo. El año pasado hice también el clásico del Clausura que definía esa tabla y también la Anual. Y nada cambió. Este año capaz que hay un poco más de protestas, pero la verdadera historia se escribe en el partido. Lo único real son los 90 minutos. Yo para tomar decisiones no estoy pensando si Pedrito o Juancito fueron al Colegio a patear. Si no sería la ley de la selva y ganaría siempre el más fuerte. Mi actividad va por otro lado. Me tomo todo esto como algo natural. La paranoia que se arma con el arbitraje es algo normal de todos los años”.

Nada va a cambiar para Leodán el domingo. La rutina será la misma. Espera levantarse tarde, sin despertador si su hija menor, que pide la mamadera, se lo permite. Luego vendrá a Montevideo y se juntará con el equipo arbitral para emprender juntos el camino al estadio Centenario.

familia

Tiene psicóloga en casa pero le debe un premio a su hija mayor

Leodán es el cuñado de Cristhian Stuani. Está casado con Leticia, la hermana mayor del delantero de la selección y del Girona de España. Ella es psicóloga, lo que parece ser ideal para un árbitro. “Es bueno porque pone el pie en el freno ante situaciones muy atrapantes. El fútbol es muy demandante y hay que evitar entrar en ese espiral. Y no llevar una mochila muy pesada atrás. Y en ese sentido la psicóloga hace su trabajo”, contó.
La pareja se conoce de toda la vida pero fue la amistad de Leodán con Cristhian lo que los unió. “Él es más chico, pero compartíamos un grupo de amigos. Y a raíz de esa amistad pude conocer un poco más a Leticia. Ella tenía 15 y yo 16 años. Éramos muy niños. A veces miramos fotos de esa época y nos reímos. En octubre cumplimos 20 años juntos. Es una muy buena compañera de ruta”, agregó el juez. Son padres de Jazmín, de seis años, y Candela, casi de dos. La mayor está en 1° de escuela y trajo muy buenas notas. El padre le debe el premio. “Me lo recuerda cada cinco segundos en casa. Pero voy a cumplir. Hay que premiar las buenas notas”.

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