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Lanús eliminó a San Lorenzo y jugará con River en semifinales

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Foto: AFP.

COPA LIBERTADORES

El equipo que dirige Diego Aguirre quedó eliminado en definición por penales.

Foto: AFP.
Lanús 2-0 San Lorenzo (4-3 en penales)

Una noche de emociones. Festejo y desilusión en un mismo escenario. El desahogo de Lanús, después de revertir una serie que lo tenía acorralado; las lágrimas de San Lorenzo, que llegó a la cita fortalecido en lo futbolístico y de espíritu, tras la ventaja que traía del Nuevo Gasómetro. Pero la Copa Libertadores no reconoce favoritos y los granates escribieron un capítulo destacado: ganaron 2-0 en los 90 minutos; celebraron con el 4-3 en la definición por penales, con Andrada como figura, al controlar los remates de Caruzzo y Blandi. Por primera vez, Lanús jugará las semifinales; River, el club argentino que más veces disputó esa instancia, su rival. Se medirán en el Monumental a fines de octubre, entre el 24 y el 26. La revancha será una semana después, en la Fortaleza.

Por momentos, el desarrollo recordó a la final del torneo doméstico de hace un año, cuando Lanús vapuleó a San Lorenzo, de principio a fin, en el Monumental. En el Sur se ofrecía una continuidad del arranque furioso, a puro vértigo y goles, de River frente a Jorge Wilstermann.

Una de las cuestiones a dilucidar era si Lanús todavía estaba a tiempo de despertarse y quitarse de encima los temores que lo invadieron en el Nuevo Gasómetro, ocho días atrás. Todo se clarificó en cinco minutos, tiempo en que expuso sus ideas y echó por tierra las conjeturas preliminares: presionó y ahogó a San Lorenzo, estableció una superioridad desde el arranque. Fueron 30 minutos en los que el equipo que conduce Jorge Almirón ofreció una lección de juego, media hora en la que Lanús se reconoció a sí mismo. Si hasta asomaban sociedades y movimientos como en la recordada tarde en River. Se lució con las trepadas de sus laterales, explotó al máximo las virtudes del uruguayo Alejandro Silva y de Lautaro Acosta por los costados y aprovechó la pericia de un goleador de raza como Sand en el área. Fue un verdadero vendaval de Lanús, siempre con el estratego Román Martínez como eje de ese juego fluido que es una marca registrada en este Lanús. Que puede fallar, pero que nunca dejará de intentarlo. A San Lorenzo, presionado, le costó generarse los espacios y apenas atacó de manera esporádica, como si estuviera aturdido con esta versión del rival, al que en el encuentro de ida maniató y superó hasta con llamativa facilidad.

Apenas superado el cuarto de hora Lanús logró igualar la serie. No sólo por sus enormes virtudes, también encontró una complicidad del "Ciclón", que volvió a sufrir en defensa. Primero, con un mal despeje de Mercier -figura en el primer partido- que Sand capitalizó para abrir el marcador; cinco minutos después, a los 15 del primer tiempo, se volvió a dormir en su área y Pasquini, tras un tiro de esquina, anticipó a todos con un cabezazo suave pero esquinado al segundo poste de Navarro.

Resultaron dos estocadas profundas que dejaron una marca. A partir de ahí, cada pelota que deambuló por el corazón del área de San Lorenzo sembraba zozobra. Golpeado, el "Ciclón" fue un manojo de nervios, una alineación insegura, del libreto extraviado. Merlini carecía de chispa; Mussis volvía a estar impreciso en los pases; Blandi corría en soledad y tanto Paulo Díaz como Rojas sólo apelaron a rechazar la pelota lo más lejos posible. El desconcierto envolvía a San Lorenzo, que encontró un guiño del destino cuando a los 31 minutos el travesaño devolvió un remate de Sand que coronaba una gran jugada, después de una habilitación de Acosta.

La primera respuesta el "Ciclón" la encontró en el disparo de Belluschi, que se estrelló en el horizontal. Fue un respiro, una muestra que estaba de regreso para el resto del partido, ese que se hizo de ida y vuelta, lleno de emoción, con Andrada sosteniendo el 2-0 cuando Lanús ya no tenía la frescura del inicio para redondear las jugadas. Todo se resolvió en la serie de penales, en la que el éxtasis se tiñó de granate gracias a las manos de un hombre de la casa: Esteban Andrada.

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