Los tres goles celestes en el torneo fueron de pelota quieta.

La selección uruguaya sub 20 continúa dejando detalles de verdadera similitud con su mayor referencia: la absoluta. En este sentido, cosechado en base al trabajo del proceso celeste, hay un aspecto que por el momento está resultando clave en el recorrido de los de Fabián Coito en el Sudamericano: la pelota quieta.

Ante Colombia, el pizarrón le dio la victoria a Uruguay en el último suspiro. Facundo Castro puso un centro al corazón del área, donde apareció Rodrigo Amaral para tocar la pelota en primera instancia, antes de que Mauro Arambarri asegurara el gol en la línea del arco. Ayer ocurrió de nuevo, otra vez con Castro como ejecutante. Tiro libre desde una posición intermedia, directo a la cabeza de Gastón Pereiro para adelantar a la celeste ante Brasil. Nada más comenzado el complemento, pudo haber llegado el segundo gol celeste en un nuevo tiro de esquina que el jugador de Defensor Sporting envió a Erick Cabaco, que no anotó porque el arquero lo evitó tras gran atajada. No hubo tiempo para lamentarse demasiado de esa chance perdida, porque el 2-0 llegaría con la misma fórmula: tiro libre de Castro, que atravesó un mar de piernas hasta llegar a la cabeza de Arambarri.

Las jugadas de pelota quieta son, cuando se repiten con éxito de forma consecutiva, el reflejo de todo un insistente y constante trabajo por parte del cuerpo técnico. Obviamente que después son los jugadores los que tienen que ponerlas en práctica sobre la cancha, bajo fuego real, en medio de toda la emoción y con el cansancio en las piernas. Por todo ello, hay que dar el mérito de este rendimiento a Coito, que hoy está recogiendo los frutos de un trabajo sembrado desde hace muchos meses.

SUDAMERICANO sub 20ÁNGEL ASTEGGIANTE