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Justo Sánchez tras su experiencia en los premios The Best de la FIFA

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Justo
Francisco Flores

FUTBOL

El hincha de Cerro que grita por Rampla en honor a su hijo fallecido no ganó, pero cuando regresó a su casa lo esperaba una nueva emoción.

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El miércoles cuando Justo Sánchez y su esposa Nelly regresaron de Milán, donde se llevó a cabo la entrega de los premios The Best de la FIFA, el hombre volvió a emocionarse. Aunque el vuelo se había demorado en la escala realizada en Brasil y llegaron varias horas más tarde de lo previsto, su casa estaba decorada con globos rojos y verdes y una pancarta que rezaba “Bienvenidos, ya somos ganadores”. Y un grupo de hinchas de Rampla Juniors, los amigos de Nicolás Martín (su hijo fallecido), lo aguardaba para darle la bienvenida.

La Secretaría Nacional del Deporte realizó el video con la historia de Justo, el fanático hincha de Cerro que hoy grita más que nadie los goles de Rampla por su hijo. Fue una historia que se hizo viral cuando se festejaba el día del padre en Uruguay. La historia llegó a la FIFA, que lo nominó como uno de los candidatos al premio a la Afición que otorga cada año.

Es que cada vez que yo grito un gol de Rampla pienso que es mi hijo que está ahí”, explica Justo y se emociona hasta quedarse sin voz. Las pausas y las lágrimas en los ojos de Justo y su esposa fueron una constante a lo largo de la entrevista. No fueron las únicas interrupciones. Indio, el perro que era de Nicolás, el joven fallecido en un accidente de tránsito cuando regresaba de ver a Rampla en San Carlos en marzo de 2016, ladraba como si quisiera participar. “A Nelly no le gustaban los perros cuando Nicolás lo trajo a casa. Pero hoy lo adora”.

Los Sánchez se enteraron que habían sido nominados una semana antes de la fecha en que debían viajar a Europa. “Yo le agradezco a todo el mundo. Nos trataron muy bien, estuvimos en un hotel cinco estrellas, pero todo fue muy doloroso. Porque nuestro hijo no está y el premio era para él”, dice Nelly a quien no le gustan mucho las entrevistas.

Fue su primera vez en un avión y la segunda para Justo. “Yo cuando tenía unos 20 años fui a ver a Cerro jugar en Bella Unión y de ahí fui a Brasil. Pero en un avión de esta clase jamás en mi vida había pensado subir”, cuenta Justo sentado al sol en el jardín de su casa de Paso de Morlán, en el barrio Casabó. “Yo le decía a Nelly que se quedara tranquila que lo único que iba a sentir era cuando el avión despegaba y aterrizaba”, explica sobre el vuelo que hizo escala en Brasil y en Portugal antes de llegar a Milán.

CON SILVIA. Los Sánchez vieron por primera vez a Silva Grecco, la madre brasileña que a la postre fue la ganadora al premio a la Afición, en el hotel. “Ella ya había llegado y se presentó. En lo poco que yo entiendo de portugués, la señora se portó bien con nosotros. A ella le habían perdido las valijas y no aparecieron hasta el día de la premiación a última hora. Y yo andaba en el hotel, como ando ahora. Así nomás y de ojotas. Entonces le dije que no se preocupara que si a ella no le llegaban las valijas yo iba a ir a la gala así como estaba. Aunque tuviera que subir al escenario, pero íbamos a ir los dos iguales. Al final, a última hora le aparecieron las valijas y me tuve que poner el traje”.

En la gala, Justo tuvo la posibilidad de conocer a varias estrellas del fútbol. Al argentino Goicochea, a Verón, al campeón del mundo con España, Pujol y al chileno Salas, entre otras que no recuerda. “Cuando ganó la señora sentí que algo me dolía. Porque para mí yo era el ganador. Cuando anunciaron que la ganadora era ella, la bruja Verón se paró, dijo que era una vergüenza y se fue”.

No fue lo único que le cayó mal al hombre de 74 años. “A los cuatro muchachos que viajaron con nosotros, que fueron los que hicieron el video para la Secretaría del Deporte y que nos cuidaron como locos, los ubicaron a mil metros nuestro. Y cuando dijeron que la ganadora era ella, que yo me levanté, la felicité y le di la mano, se pararon como 25 personas, todas brasileñas, que estaban con ella. Y sentadas ahí. Eso me dolió. A mi entender, ya se sabía que iban a ganar los brasileños. Lo supe antes de que saliéramos de acá, porque una cosa es Brasil y otra Uruguay. Esa parte me dolió. A mí el premio no me interesaba. Y si lo hubiera ganado ya lo hubiera llevado a la sede de Rampla, porque mi hijo lo hubiera querido así. Mi hijo daba la vida por Rampla”, explicó sobre Nicolás, su único hijo quien alrededor de los 13 años se volvió fanático de los picapiedras, pese a que su padre lo había hecho socio de Cerro desde que nació y lo llevaba de chico a todos los partidos del equipo albiceleste.

“Fue una experiencia muy linda, le agradezco a todos, pero mi dolor no me lo saca nadie”, acota Nelly. Y Justo admite que tras la muerte de su hijo, primero se enojó mucho con Rampla, pero luego encontró en los picapiedras una familia. “En parte yo canalicé mi dolor yendo a gritar por Rampla. Fui 70 años hincha de Cerro, pero hubo un momento en que Cerro se olvidó de mí. Cuando pasó lo de mi hijo sólo dos personas de Cerro levantaron el teléfono para decirme ‘Caballo, lamentamos lo que te pasó’. Porque a mí me dijeron Caballo toda la vida. ¡Sólo dos personas de todo Cerro! En cambio, el otro día cuando llegamos nos estaban esperando los hinchas de Rampla. Los mejores amigos de mi hijo, el Gordo Pico y el Negro Richard. Y los dos lloraron con nosotros. Ellos fueron los que esparcieron las cenizas de mi hijo en la tribuna donde iba él en la cancha del Olímpico. Hasta Raúl, el papá del Chino Recoba -que nos trajo del aeropuerto- se emocionó”, relata el hombre, hoy jubilado como mecánico naval.

“Nosotros no tenemos nada. Somos nosotros dos, el perro y estas cuatro paredes. Es todo lo que tenemos. Pero somos más felices que muchos porque hoy tenemos una familia, la de Rampla”, agrega quien llevó a Milán la bandera que dice “Nico presente”, la misma que lleva a todos los partidos del equipo dirigido hoy por Eduardo Espinel.

Camiseta
Regalo. Con la camiseta que le obsequió Diego Godín tras haber ganado el clásico de Milán. Foto: Francisco Flores. 

CAPITÁN. El día antes de la gala, Justo recibió una visita muy especial en el hotel: la de Diego Godín. El zaguero acababa de jugar su primer clásico con Inter y de ganarle 2 a 0 a Milan. Le llevó de regalo la camiseta que había usado. “Vinieron estos muchachos de la Secretaría y me dijeron que tenían una sorpresa para mí. Yo ya me imaginé que era él. Salimos a la puerta. No podía estacionar ahí en la puerta donde estacionó y lo querían multar, pero dijo ‘vengo a ver a un amigo, hagan lo que quieran’. Yo había llevado la camiseta firmada que me había regalado Richard Pellejero, el capitán de Cerro. Se la di y le dije ‘de capitán a capitán’. Y me dio la que había jugado el clásico”, contó sobre el capitán celeste a quien conocía de su pasaje por Cerro.

“Para mí Cerro es Cerro y voy a ser hincha hasta que me muera. Que no hayan estado bien conmigo cuando murió mi hijo, no tiene nada que ver. Hoy soy hincha de los dos, pero en Rampla encontré una familia. Isabel Peña, la presidenta que está ahora, fue la que me contó dónde se ponía siempre mi hijo y las cosas que le decía a los jugadores. Cosas que yo ni sabía porque mi hijo no hablaba mucho, era bastante cerrado, como soy yo. Era un buen gurí, pero no se expresaba”, aclara y muestra el tatuaje que tiene en el brazo con el nombre de su hijo.

“Al principio Rampla me dio mucho rabia, porque por Rampla había muerto mi hijo. Fui al cuarto y arranqué la bandera y hubiera prendido fuego todo. Pero después reaccioné y me di cuenta que Rampla no tenía la culpa. Por eso digo y sostengo que no hay Dios, porque si no no podría haber tanta injusticia como hay en el mundo. Fijate el botija este Agustín de 17 años, que falleció el otro día. Pobrecito”, finaliza.

“Pobre madre, no puedo dejar de pensar en ella”, agrega Nelly. Y allí se quedan los dos, acompañados por Indio, el perro que “Nico” trajo a casa cuando era apenas un cachorrito. Y no pudo disfrutar porque falleció unos meses más tarde.

Hernández

El traje para viajar a Milán

Pablo Hernández, el coordinador de proyectos especiales de la Secretaría Nacional del Deporte, acompañó a Justo a comprarse el traje para llevar a la gala de Milán. “Mi ropa y la de mi mujer la compró la Secretaría. Y este muchacho Hernández fue conmigo a comprar el traje. Y la señora de Hernández la acompañó a mi mujer. Yo le dije que eligiera él lo que le gustaba que yo me lo probaba y si me quedaba bien ya estaba”, cuenta Justo.

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