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Juan Álvez la sigue peleando por su familia

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deberes

FENIX

El defensa de Fénix está muy preocupado por lo económico, sobre todo por sus compañeros que no pueden ir al seguro de paro.

 Eran las tres de la tarde y Juan Álvez, el defensa de Fénix, acababa de almorzar en su casa de Salinas, la que edificó hace tres años tras haber adquirido el terreno. “Ahora en la cuarentena, sin que mis hijas vayan al colegio, no hay horarios. Es casi almuerzo y merienda a la vez”, dijo Juan riendo. En realidad, el único que se levanta temprano es él. Todavía no son las siete cuando ya está en la pista de atletismo corriendo. “Es el único horario que se respeta por estos días. Me levanto desayuno y salgo. Por suerte hicieron una pista nueva acá en Salinas y aprovecho que no hay nadie”, contó quien luego completa el entrenamiento en su casa con los ejercicios de formación corporal. Es más, Juan es el nexo entre el preparador físico de los albivioletas, Antonio Tchadkijian, y sus compañeros.

“Me manda por Whatsapp los trabajos a realizar y me llama por si no entendimos algo. Está siempre comunicándose lo mismo que Omar Garate (ayudante de Carrasco) que nos llama siempre para ver cómo estamos. Y si precisamos algo”.

Tras sus dos horas de entrenamientos, Juan prepara un mate y despierta a Shirley, su mujer. Ambos están dedicados a arreglar el fondo donde están construyendo un parrillero. “Estamos aprovechando un poco para arreglar la casa, esas cosas que con las niñas en el colegio, yendo y viniendo, y entrenando uno nunca tiene tiempo de hacer”.

Por la tarde es hora de que Melina, que cumplirá 10 años en junio, y Luciana de 4, hagan los deberes que les mandan desde el colegio. Y allí está el ojo fiscalizador de Juan.

“Después miramos el informativo a ver cómo va todo esto. Yo no soy mucho se series, pero a veces acompaño a mi señora con alguna novela. Aunque no le doy mucho corte a lo que pasa, hay que acompañar. Y así termina el día, sin mucho más para hacer”.

familia

Poniéndose al día con sus hijas

En épocas normales cuando Fénix entrena de mañana y Juan se lleva el auto, sus hijas salen a las doce menos cuarto y llegan a la una al colegio, porque siguen yendo en Montevideo. Si entrena de tarde, las lleva él y también las va a buscar. “Me estoy poniendo al día con sus travesuras y con verlas crecer porque a veces estando tanto afuera uno se pierde muchas cosas de ellas”.

Si bien disfruta mucho de sus hijas, aunque pongan la casa patas para arriba, el defensa no niega que extraña las prácticas y a sus compañeros. “Es complicado estar encerrado. No es lo mismo entrenar solo que hacerlo con el grupo y con el ‘profe’. Y sobre todo se extraña trabajar con pelota. Tampoco gastás mucha energía entrenando así. Ni haciendo algo en la casa. Si la rutina fuera normal estaríamos todo el día en Montevideo y volveríamos a casa como a las siete para hacer los deberes de las gurisas, cenar y acostarse. Ahora hacés las cosas y te quedan muchas horas libres. Se extrañan los compañeros, que a esta altura son como una familia”, admitió Juan, que lleva ocho años defendiendo al equipo de Capurro.

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Además de entrenar casi dos horas por día, se entretiene arreglado el fondo de su casa.

Álvez es, junto a Pallas, uno de los referentes del equipo de Capurro y está preocupado porque teme que se les termine la licencia y la situación siga igual. Sabe que irán al seguro de paro pero no tiene claro aún si Fénix se hará cargo de lo que falte para cobrar el salario completo. “En el seguro cobrás menos plata y además, la mitad de nuestro plantel llegó hace poco y no tienen la antigüedad necesaria para poder cobrarlo. Ya habíamos hablado con Nacho (Pallas) para tener una reunión con los dirigentes para ver cómo se va a solucionar esto del seguro. Todos tenemos nuestras cuentas que pagar. En mi caso me preocupa sobre todo el colegio de las nenas”, admitió. La suya es la única entrada de dinero en su casa porque su señora se ocupa básicamente de sus hijas.

Capurro

Ocho años con la albivioleta en el pecho

Alvez renovó su contrato con Fénix a principio de año: es su octava temporada en el club y es junto a Ignacio Pallas referente del plantel. “Trato siempre de ayudar a los gurises. De explicarle las cosas que uno ya vivió. Momentos lindos y feos, para que no se sorprendan”.

Además de lo que se viene, que no parece muy auspicioso, los futbolistas de Fénix están con atrasos en sus sueldos. “A los más antiguos nos deben enero y al resto del plantel, febrero. Hoy es eso lo que nos tiene más preocupados. Se fue atrasando la cosa. Uno trata de apretar los pesos lo más posible para la comida, para el colegio, para la nafta. Esa plata no puede faltar. Pero ahora el 10 de abril va a hacer tres meses que no entra nada. Uno sabe que lo va a cobrar pero se complica en el día a día. Siempre al cobrar, voy dejando unos pesos guardados para cuando no se cobra”, contó quien no avisora que las cosas cambien en un lapso corto.

“La veo cada vez más complicada, cada día hay más casos. Hay que cuidarse y cuidar a los demás. Salgo yo solo a hacer los mandados y al volver cumplimos con todo lo que hay que hacer. Además, vive con nosotros mi suegra que es una señora grande que tiene sus nanas y hay que cuidarla mucho. Igual que a las gurisas. Ojalá esto pase y vuelva todo a la normalidad”.

de casavalle

Luchador: dos casas sin haber salido al exterior

A pesar de que nunca jugó en el exterior, y defendió sólo cuatro camisetas: Wanderers, Liverpool, Peñarol y Fénix, Álvez pudo comprarse una casa en la Unión, lo que le permitió salir del barrio Casavalle, donde se crió. Fue cuando jugaba en Liverpool y Palma compró la mitad de su ficha. Luego adquirió el terreno en Salinas, donde vive ahora. Y le dejó la de la calle Pernas a sus padres.
“A mí ser de Casavalle me costó mucho, porque muchas veces te preguntaban de dónde eras y ya te miraban de reojo. Incluso en el fútbol. Pude demostrar que no importaba de dónde venía. Y que siempre miré para adelante sin escuchar las malas voces”, contó el defensa.

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