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Jorge Nasser: “Yo soy muy hincha del fútbol uruguayo”

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Foto: Gerardo Pérez.

ENTREVISTA

El músico es fanático de River y llegó a jugar como profesional en Argentina.

Jorge Nasser entra al Parque Saroldi con la guitarra bajo el brazo y todo el mundo lo saluda. Mucho antes de la música, mucho antes de la fama, era un hincha que nunca faltaba y al que todos conocían. Siempre sigue al River de sus amores, aunque reniegue un poco del fútbol que últimamente ha mostrado.

El fútbol estuvo en su vida desde niño, le ha dedicado canciones y cantó hace pocos días en la celebración de los 90 años del estadio darsenero. Incluso tuvo una carrera en el fútbol oficial argentino, que se cortó muy pronto pero fue justo lo que lo acercó a la música. Y también analiza con frialdad (y originalidad) todo lo que se mueve alrededor de la pelota.

Soy hincha de River por la familia, es algo que se lleva en la sangre, y por el barrio, la Aduana. Vengo de una familia sirio libanesa, todos vinculados al trabajo en el puerto. Mi padre era patrón de remolcador, mis tíos calafates, otro trabajaba en la aduana. El primer recuerdo que tengo de River y el Saroldi es de una vez que nos jugamos el ascenso contra Liverpool. River perdió, la gente gritaba “¡Vendimia!” y yo no entendía. Le pregunté a mi padre si había alguna cosa con el vino y mi padre me dijo: “Después te explico” (se ríe). Subimos al otro año.

Mi primer ídolo fue Morena. Me acuerdo de ir al vestuario y verlo a él juvenil y yo niño. Esto fue siempre muy familiar. La cancha estaba cercada con un caño, como el de las canchas de básquet, que era muy fácil saltar. Entonces, en el entretiempo, nos metíamos con otros niños a jugar al fútbol. Hacíamos una pelota con vasos de refresco y jugábamos los 15 minutos, todos contra todos, haciendo las delicias del público si alguno hacía un gol o se daba un porrazo.

Morena fue mi ídolo hasta que pasó a Peñarol. Ahí empecé a entender lo que es el fútbol. Ser hincha de un cuadro chico te enseña lo que es la vida, porque ganás, perdés y empatás. A veces me resulta difícil entender a los hinchas de cuadro grande que siempre ganan. Y hay una estructura del fútbol en función de esos dos equipos. Debe ser aburridísimo, y por eso esperan el clásico, que es lo parejo, lo diferente.

Yo soy bien de River. No me interesan los otros equipos salvo cuando juegan torneos internacionales. Ahí me gusta que les vaya bien. Pero cuando juegan contra nosotros, que pierdan, je... En realidad yo soy muy hincha del fútbol uruguayo y por supuesto de la Selección.

Me gusta cómo se juega y cómo se vive el fútbol en Uruguay. Así puede haber un futbolista como Luis Suárez, un delantero con todas las virtudes de un defensa, la lucha, la garra, por la forma en que pelea cada pelota. Claro que el fútbol uruguayo no es solamente eso. No todo es trancar con la cabeza, un atributo natural de nuestros jugadores que no es necesario exacerbar.

Aquí siempre se jugó bien. Por ejemplo, hace poco vi los 90 minutos del partido Uruguay-Inglaterra por el Mundial de 1966. Jugamos muy bien, faltó un poquito de audacia. Pero futbolísticamente controlamos el partido y mostramos mejor técnica que los ingleses. Es una mentira que el fútbol uruguayo se haya hecho en base a trancadas y juego brusco. La leyenda negra de que ganábamos pegando es un poco lo que decían los vecinos envidiosos, y nosotros terminamos comprando ese verso.

Y se dribleaba muy bien. Un jugador como Víctor Púa hoy sería enganche. Acá en River jugaba en veinte metros, pero agarraba la pelota sucia, la limpiaba y la pasaba a los delanteros. Castelnoble era un nueve excepcional, finísimo. El Negro Mansilla, Barboza, Pierri, Leo Moura, el Pato Aguilera. River tuvo siempre buenos jugadores. Ha sido un equipo formador de futbolistas. Y ahora hay en muchos clubes jugadores que empezaron en River.

El problema de estos últimos dos o tres años de River no es que se pierda, porque perder es una de las posibilidades que tiene un cuadro chico, sino que no juegue bien. A mí me gustaban los equipos de River que perdían porque erraban muchos goles o porque el arquero rival se disfrazaba y atajaba todo, como pasó muchas veces. Pero lo que no me gusta es que no pase el medio de la cancha, que el equipo no tenga identidad futbolística. Eso me amarga, porque se está traicionando un estilo.

El mejor River que hubo fue aquel de Carrasco. Por lo menos de los que vi yo. Era un play station. Seguí todos los partidos de aquel Clausura 2008. Un técnico con todas sus luces, un sistema innovador, totalmente revolucionario en el Uruguay. Y un plantel que lo interpretaba a la perfección, eso también era muy importante. Un equipazo, un plantelazo.

Después empezaron a tomarle la mano. Cuando perdimos con los grandes luego de ir ganando fueron el cielo y el infierno en el mismo partido. Es muy difícil ganarle a los grandes con esa actitud tan romántica de seguir buscando goles. Esa dificultad para los clubes chicos hace hazañosas las conquistas de Defensor, Danubio y los otros que fueron campeones.La clave para que el fútbol uruguayo salga adelante es que se forme una liga pareja. Como en el fútbol inglés. Que los clubes grandes comprendan que es importante que todos les hagan partido. Y que en los estamentos de la AUF, a nivel arbitral y de organización, no exista ese favoritismo tan exagerado para Peñarol y Nacional, y que en una segunda línea le toca a Defensor y Danubio.

El fútbol uruguayo es demasiado emocional. Depende mucho de recibir un gol o hacerlo. Es uno de los defectos que tiene hoy. Es cierto que los goles cambian los trámites, pero aquí los cambian demasiado. Somos muy permeables al resultado. Los que eran un desastre cuando estaban cero a cero, empiezan a jugar bien con el gol. Si vamos perdiendo atacamos, si vamos ganando cuidamos el resultado. Creo que si el equipo tiene un plan tiene que desarrollarlo, vaya ganando o perdiendo. En el fondo aquí no cayó la ficha de que el triunfo vale ahora tres puntos.

Otra cosa que veo es que aquí los delanteros marcan bien, tienen picardía para robar la pelota, pero los defensas juegan mal. Cuando tienen que salir jugando empieza el nerviosismo. “Mirá si la pierde”, se dice. Se piensa más en lo que se puede perder que en la buena jugada que puede armarse. Una solución es bajar a los delanteros para que jueguen como defensas. Carrasco lo ha hecho.

Me gusta la verticalidad del fútbol uruguayo. El mejor gol fue aquel de Palito Pereira a Chile. Saque del arco por Muslera, la peinada de Cavani y el cabezazo de Palito. Es el mejor ejemplo de esa verticalidad que está en el ADN del fútbol nuestro.

En Argentina llegué a jugar fútbol oficial. Cuando trabajaba en publicidad integraba un equipo de publicitarios. Allá se juega mucho al fútbol, incluso más que acá. Era nueve, con buena técnica, pero por mi altura sin mucha velocidad ni movilidad. Un día me vieron de Barracas Central, que estaba en la “C”, y me llevaron. “¿Vos sos el uruguayo? Vas de seis”, me dijeron. El seis allá es zaguero. Me pagaban 50 dólares por partido, si ganábamos. Ganamos en el debut y con esa plata me compré unos botines Adidas preciosos. En el segundo partido se me clavaron los tapones en el barro, quise girar y me rompí los ligamentos. Me mandaron al hospital y nunca más vi a la gente de Barracas Central. Tampoco volví a jugar al fútbol, salvo para divertirme. Pero estando enyesado comencé a componer canciones, alguien las leyó, gustaron y así comencé en la música.

Periodista deportivo en Buenos Aires

Cuando era muy joven y se sentía agobiado por la dictadura, Jorge Nasser se fue a Buenos Aires. Allí se ganó la vida en varios oficios, entre ellos la publicidad y el diseño de tapas de discos. Y colaboró en revistas de prestigio como Siete y Días y la deportiva Goles.

“Ahí trabajé con una figura enorme como Osvaldo Ardizzone. También con Horacio del Prado, que era el director”, recuerda.

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