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La increíble historia del político que se hizo futbolista a los 60 años

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Ronnie Brunswijk
LOUIS ALFAISIE

FUTBOL INTERNACIONAL

Ronnie Brunswijk no puede salir de Surinam porque tiene condenas por narcotráfico en Europa

El fútbol y la política se cruzan todos los días, pero pocas veces de ese cruce surgió una situación tan insólita como la de Ronnie Brunswijk, vicepresidente de Surinam, político y empresario acusado de diversos delitos, a quien se atribuyen 50 hijos, quien se dio el gusto de jugar por su club, el Inter Moengotapoe, durante un partido oficial de la Concacaf frente a Olimpia de Honduras.

De esa forma el mundo conoció a este personaje de un pequeño país sudamericano, con menos de 600.000 habitantes que en su mayoría hablan neerlandés, alejado de las grandes noticias.

En Surinam, por supuesto, Brunswijk es muy famoso. Sus seguidores lo llaman “Robin Hood” por su ayuda a los más pobres. Pero también tiene muchos enemigos, que lo consideran un delincuente que se enriqueció con la política.

The New York Times lo presentó hace unos meses de la siguiente forma: “Paracaidista de élite, jugador de fútbol, ladrón de bancos, líder guerrillero y barón del oro”. El otro rasgo destacado es su paternidad de por lo menos 50 hijos. Su madre comenta que cada tanto se le presentan desconocidos que le piden permiso para abrazarla porque son sus nietos...

“En muchos sentidos, Brunswijk personifica las contradicciones de la pequeña e insular sociedad de Surinam, donde las líneas entre héroes y villanos se desdibujan, la historia se convierte en mito de manera instantánea y la gente ha aprendido que, para mantener la paz social, lo mejor es no hacer demasiadas preguntas”, dijo el diario neoyorquino.

Brunswijk nació en marzo de 1961 en la aldea de Moengotapoe, donde sus padres eran agricultores muy pobres de la comunidad de los cimarrones, formada por los descendientes de las personas esclavas que escaparon de las plantaciones de azúcar pero siguieron siendo una colectividad discriminada.

Ronnie hubiera tenido el mismo destino de miseria de sus nueve hermanos si un sacerdote católico no lo hubiera invitado para que estudiara en un internado de un pueblo cercano, cuando tenía diez años.

A fines de la década de 1970 se mudó a Paramaribo, la capital del país, para continuar sus estudios. Surinam vivía sus primeros días como nación independiente, tras declarar la independencia de la entonces Holanda, hoy Países Bajos. Pero una crisis económica fue la excusa para que un golpe militar derribara a los primeros gobernantes e iniciara una dictadura.

En esa situación, el joven se incorporó al ejército. Allí escaló posiciones: se convirtió en uno de los primeros paracaidistas del país y el dictador Desiré Bouterse lo incorporó a su cuerpo de guardaespaldas.

En 1984, sin embargo, se peleó con Bouterse. Según Brunswijk, porque el dictador había iniciado una violenta represión a los opositores. Desertó del ejército y como rebelde llevó a cabo acciones directas con su grupo guerrillero, denominado “Movimiento Comando de la Jungla”, como asaltos a bancos y robos a mano armada. Y repartía parte de sus botines entre loas cimarrones. Aquí las versiones de su historia difieren, porque Brunswijk asegura que no cometió delitos sino que el dinero que donó procedía de sus ganancias en una mina de oro.

Finalmente, los partidos políticos lograron un acuerdo para el fin de la dictadura. El nuevo gobierno acordó el ingreso de los grupos guerrilleros a la actividad política. Brunswijk lidera hoy el Partido de Liberación General y Desarrollo, con una base firme de votantes en la comunidad cimarrona. Fue elegido dos veces para el Parlamento y llegó a la vicepresidencia gracias a una alianza con el presidente Chan Santokhi.

De aquellos tiempos de conflicto todos tienen su prontuario: se afirma que ambos bandos recurrieron al tráfico de drogas para financiar sus actividades. Brunswijk fue condenado en ausencia tanto en los Países Bajos como en Francia por narcotráfico. Él lo niega y sigue afirmando que su dinero proviene de sus actividades comerciales, sobre todo la extracción de madera. Lo que nadie discute es que tiene mucha plata. Le paga los gastos médicos y hasta los funerales a la población cimarrona, ayudó a los exguerrilleros a reinsertarse en la sociedad. Y también se compró un cuadro de fútbol, el Inter Moengotapoe.

FUTBOLISTA. La semana pasada no resistió la tentación de incluirse en el equipo ante el Olimpia de Honduras por la Concacaf League, el segundo torneo más importante de clubes de la región. Con la camiseta número 61, compartió la alineación con su hijo Damian.

Ronnie jugó los primeros 28 minutos del encuentro. Cuando salió, su club ya perdía 3 a 0. Y después recibió otros tres, para perder 6-0. Según el estadígrafo español Mister Chip, Brunswijk se convirtió en el jugador más veterano, con 60 años y 198 días, en disputar un partido internacional oficial de clubes. El Inter se enfrenta a una misión casi imposible en la revancha, pues deberá ganar por siete goles como visitante. Ese día no podrá contar con su número 61, capitán y vicepresidente, ya que no puede abandonar territorio de Surinam al tener pendientes pedidos de captura por Interpol.

¿Cómo lo tomaron los adversarios? “Es una situación de nuestros rivales, no nos involucramos en eso”, dijo el futbolista de Olimpia Johnny Leverón. El ayudante técnico del club hondureño, el argentino Enrique Reggi, comentó que se enteraron de la inclusión del particular futbolista media hora antes del encuentro, pero le restó trascendencia. “Sin importar quién esté en frente, tenemos que darlo todo”, dijo.

Sin embargo, el asunto no terminó allí. La Concacaf abrió una investigación pues en un video compartido en las redes sociales, Brunswijk parece estar repartiendo dinero en efectivo a sus rivales en el vestuario, antes de retirarse con una camiseta del equipo hondureño. El caso fue remitido al Comité Disciplinario de Concacaf para iniciar una investigación formal.

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