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Sin identidad: Peñarol, un equipo a la deriva

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Foto: Marcelo Bonjour.
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Se fue Pablo Javier Bengoechea, llegó Jorge Da Silva y quedó claro que el tema no era el entrenador. El equipo aurinegro no encuentra el rumbo en este semestre.

El pequeño, de unos siete u ocho años, salió del Centenario llorando. Su padre, que caminaba rápidamente y lo llevaba de la mano, no podía consolarlo. Su amargura era tan grande que no encontraba palabras para explicarle al niño lo que acababa de pasar en el estadio. Peñarol, el equipo que él le enseñó a amar, acababa de ser goleado, como local, por Atlético Nacional de Medellín. Y él no le hallaba explicación.

Tampoco se la encontró el técnico Jorge Da Silva, que así lo admitió en la conferencia de prensa un rato más tarde. "No es fácil encontrar una explicación, más allá de las lesiones que han sufrido jugadores importantes. Nos falta serenidad para encontrar el rendimiento, el fútbol. El nerviosismo y la ansiedad son muy grandes".

En ese mismo encuentro, ocurrido tras la abultada derrota frente al equipo colombiano, el técnico dijo que había puesto su cargo a disposición. "Le dije al presidente que si quieren que dé un paso al costado no hay ningún problema", dijo Da Silva y agregó que le estaba agradecido a Peñarol.

Más allá de las buenas intenciones del "Polilla", que también se proclamó como el único responsable de lo sucedido, llama la atención que un técnico se muestre dispuesto a dar un paso al costado a solo un mes y medio de haber regresado a la institución y tras haber dirigido solamente nueve partidos oficiales.

A propósito de asumir responsabilidades, lo que hizo Da Silva el martes por la noche es lo mismo que hacía Bengoechea constantemente. "El único culpado soy yo", repetía en su particular estilo fronterizo cuando las cosas no salían.

A esta altura queda demostrado que el tema no era la conducción. Bengoechea fue cesado porque no convencía la forma en que jugaba su equipo y se temía que Peñarol realizara una mala Copa, justo cuando la inauguración del nuevo estadio estaba muy cercana y la ilusión de jugar algún partido en el Campeón del Siglo era muy grande.

Sin embargo, con otro entrenador, Peñarol está último en el Grupo 4 de la Libertadores, con un saldo de goles de -7 y aunque matemáticamente aún tiene chance de clasificar, el propio Jorge Da Silva reconoció que con lo que su equipo viene demostrando es muy difícil que puedan lograrlo.

Lo que sí se le puede achacar a Bengoechea (quien ganó los dos torneos que dirigió pero perdió la final frente a Nacional y no pudo ganar clásicos, salvo el amistoso de la Copa Bandes y por penales) es la responsabilidad de haber armado el plantel que heredó Da Silva, salvo Olivera, Murillo y Affonso que llegaron con el "Polilla". Aunque comparando los jugadores del plantel aurinegro con los de la mayoría de los otros planteles del medio, es muy superior. Y lo admite cualquier futbolista de un equipo denominado "chico".

Así las cosas, la explicación parece pasar por la falta de identidad del equipo y de un plantel que su nuevo entrenador admitió que no tiene líderes. Incluso el gerente de fútbol Juan Ahuntchain reconoció que falta una voz de mando en la cancha. Pero la identidad no se compra en la farmacia y es difícil conseguirla cuando llegan jugadores nuevos cada seis meses. Lejos quedaron las épocas en que Peñarol ganaba con el solo peso de su camiseta.

"Los problemas en Peñarol no son nuevos, yo lo vengo diciendo hace por lo menos 10 años. Cambió todo. La esencia, el sentimiento, la pasión, el pasar de generación en generación, lo que significaba estar y jugar en Peñarol. Y lo digo con propiedad porque estuve 15 años en el club y este año cumplo los 50 años de socio. Nadie me va a decir lo que es Peñarol", dijo Fernando Alvez ayer en El País TV.

"Pero cuando yo llegué había referentes. No sólo en el plantel, en todos los ámbitos. Y el vestuario es fundamental. Desde el masajista hasta el equipier. En Peñarol se cambió todo… los médicos eran siempre los mismos, ellos conocían mejor que nadie a los jugadores, lo que tenían y lo que no tenían. Jorge Delgado era un sabio. Te daba la ropa y te miraba a los ojos, sabía cómo estabas, igual que Germinal López. La camilla de masajes es el confesionario de los jugadores y esos fenómenos sabían cómo tratarte. Conocían todo y se lo transmitían a los técnicos de turno. Hoy me parece que todo es mucho más frío, más técnico, más empresa. ¡Si hasta eligen a los jugadores de acuerdo a un perfil! ¿Y quién es el que elige el perfil? ¿Alguien sabe? Peñarol perdió todo: la esencia, sus cosas más íntimas…. Y no le pego en el piso. Digo lo que vengo diciendo hace años, muchos años", agregó el ex arquero aurinegro.

¿Será esa la explicación?

Las caritas del palco.

La goleada ya estaba consumada y los rostros del presidente carbonero Juan Pedro Damiani y del delegado Jorge Barrera lo dicen todo. Y Fernando Morena se agarra la cabeza.

Se perdió el ADN.

Tras la goleada que Peñarol le propinó a Defensor Sporting, el presidente Damiani dijo que se había recuperado el ADN del equipo aurinegro. ¿Lo habrá vuelto a perder?

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Foto: Marcelo Bonjour.

PEÑAROLSILVIA PÉREZ

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