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Con hinchas, ¡hasta en la cancha...!

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Hueco. Entre la Atilio García y la Héctor Scarone, la azotea de una casa sirvió de “palco”.

La “barra” de una azotea, un fino coro visitante y los alcanzapelotas fueron los parciales más recatados.

El tono de lo que sería el atípico sonido ambiental del partido jugado ayer en el Gran Parque Central, lo anticipó un par de cohetes voladores que explotaron temprano —como lo harían luego tras cada uno de los goles del local— a espaldas de la tribuna Atilio García cuando los jugadores estaban calentando adentro de la cancha.

Esto es, poca gente en el estadio y, por tanto, "audio" típico de una práctica de entresemana; pero entre los cerca de 400 espectadores "legales", pocos imparciales.

Es que había 70 personas autorizadas por cada bando, incluyendo dirigentes y hasta los propios protagonistas del espectáculo, 180 periodistas acreditados —entre ellos varios chilenos y, además de los funcionarios de seguridad del locatario, 20 miembros de la AUF y 15 de la Conmebol, aunque en el caso del organismo local la casi totalidad de sus representantes eran hinchas de Nacional y en el del rector del fútbol continental se trataba de parciales —algunos encubiertos y otros no tanto— adeptos al visitante.

Pruebas al canto: "¡Tarjeta, hermano!", le gritó uno de los periodistas de exteriores de la transmisión partidaria "Pasión tricolor", que reclamó ante un foul a "Papelito" Fernández, después se fue "de mambo" con un "¡chileno muerto de hambre!" dirigido a un trasandino que cometió otra falta, y que cuando Pereiro metió su golazo lanzó, sin sacarse los auriculares y aferrando el "handy" que tenía en una mano, un "¡Nacional, nomá!" que se pudo escuchar en 8 de octubre y Garibaldi.

En ese sentido, los chilenos formaron un coro más organizado y recatado que desde el tramo bajo de la tribuna José María Delgado insistió con un "¡Tino, tino, tino, viva Palestino!", por el cual, seguro, no corren "riesgo" de que les clausuren su cancha en Santiago…

Por si fuera poco, además, hubo hinchas afuera del estadio, y... ¡adentro de la cancha! Los primeros, 7 u 8, estaban en la azotea de una casa lindera al estadio, y los segundos fueron los alcanzapelotas, que aplaudieron a los jugadores tricolores cuando terminaron de calentar y se fueron corriendo hacia el vestuario.

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Hueco. Entre la Atilio García y la Héctor Scarone, la azotea de una casa sirvió de “palco”.

NACIONALJORGE SAVIA

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