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Goleada I: Morena, Maneiro y Paz, los nombres ganadores

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Foto: archivo El País.

HACIENDO HISTORIA

Peñarol dominó los torneos locales en 1978 de la mano de sus figuras, en especial su goleador, y extendió ese gran momento a febrero de 1979, con un 4-0 clásico.

Bajo el sol estival y las luces del Estadio Centenario, los episodios se repiten, aunque cambien los nombres de los protagonistas o la tribuna que festeja. En el pasaje entre las décadas de 1970 y 1980, con una diferencia de cinco años, cada club grande pudo celebrar una victoria con goleada en un clásico de verano, mientras el rival se encontraba en crisis.

Peñarol le ganó 4-0 a Nacional en febrero de 1979 por la Copa Montevideo. Y en febrero de 1984, Nacional derrotó a Peñarol 4-1 por la Copa Ciudad de Montevideo. Casi igual todo, hasta en el nombre del certamen. Ambos resultados provocaron euforia en su momento, aunque en perspectiva reflejaron apenas un instante de la evolución de ambas divisas en tiempos en que la Libertadores era la mayor ambición, al extremo que perder en las semifinales representaba una grave frustración.

Aquel febrero de 1979 se recicló la vieja Copa Montevideo, aunque reducida a un cuadrangular que los clubes grandes compartieron con Quilmes de Argentina, invitado porque había obtenido (sorpresivamente) el Torneo Metropolitano el año anterior, y Olimpia de Paraguay. Los asunceños, dirigidos por Luis Cubilla, se quedaron con el torneo, anticipando su gran año, campeones de la Libertadores y la Intercontinental. La realización de la Copa Montevideo se decidió pocos días antes y encontró a los clubes grandes recién en el inicio de su pretemporada. Cuando se disputó el clásico en la última fecha, todo estaba definido, por lo cual asistieron apenas unos 20.000 espectadores.

En el caso de Nacional, la situación era de gran inestabilidad. Una asamblea del club terminó con gritos y acusaciones, debido a la postura cada vez más radicalizada de la oposición al presidente Miguel Restuccia. Y en lo deportivo, el argentino Pedro Dellacha había asumido como técnico hacía pocos días. Las dos figuras del equipo en 1978, Alfredo de los Santos y Juan Ramón Carrasco, habían sido transferidos a River argentino, que en parte de pago cedió al mediocampista Víctor Marchetti. El mismo día del clásico de la Copa Montevideo, el tricolor incorporó a Waldemar Victorino. Estaban además los veteranos de 1971 Juan Carlos Blanco y Julio César Morales, que habían regresado del fútbol europeo, según pensaban muchos, simplemente para retirarse en el club.

Peñarol, en cambio, venía de conquistar todos los títulos locales de 1978: la Liguilla de la temporada anterior en enero, el Uruguayo, la Liga Mayor y la Liguilla en diciembre. Y Fernando Morena estaba en la cumbre de su rendimiento: entre partidos oficiales y amistosos había convertido 75 goles ese año. El club mantuvo al plantel casi intacto, lo mismo que al técnico, el brasileño Dino Sani.

El 21 de febrero, Peñarol salió a la cancha con Jorge Fossati; Mario Zoryez (luego Rodolfo Abalde), Walter Olivera, Nelson Marcenaro, Juan Vicente Morales; Julio Rodríguez, Lorenzo Unanue, Ildo Maneiro; Manuel Anzorena, Fernando Morena y Ruben Paz (Washington Olivera). Nacional lo hizo con Rodolfo Rodríguez; José Moreira, Juan Carlos Blanco, Raúl Moller, Adán Machado; Eduardo de la Peña, Carlos Luthar (Juan Carlos Pereira), Nelson Agresta; Alberto Bica, Albino Freire (Washington Ocampo) y Julio César Morales.

A los 20 minutos, el aurinegro ya había encaminado el partido, con un golazo de Manuel Anzorena (uno de los varios artiguenses de su plantel de la época) y otro gol de su coterráneo Ruben Paz, este tras un desborde de Morena. A los 33 minutos, Moreira cometió un duro foul y fue expulsado por el árbitro Edgardo Codesal, aquel que luego se nacionalizó mexicano y dirigió la final del Mundial de 1990. Y casi enseguida también vio la roja Cascarilla Morales, por un codazo.

Parecía todo listo para una amplia goleada, pero Peñarol prefirió cuidar el físico y no exigirse. Nacional, tras un rato de cautela, comenzó a atacar con mayor ambición aunque con poca gente. Por largo rato no pasó nada más. A los 75’ hubo un penal para Peñarol y Rodolfo Rodríguez se lo atajó a Morena.

Tres minutos después se produjo otro penal en el área tricolor. En la protesta fue expulsado Machado. Morena convirtió esa vez. Poco después, Maneiro, que llegaba a su clásico número 50 con ambas camisetas, hizo el cuarto con un cabezazo medido por sobre el arquero.

El duelo, tan desparejo esa noche, se volvió duro y cerrado durante los inmediatos dos partidos por la Copa Libertadores, que terminaron empatados. Peñarol ganó la serie en los enfrentamientos ante los equipos ecuatorianos y pasó a la serie semifinal, donde no pudo superar a Boca e Independiente. Fue sin embargo campeón uruguayo nuevamente. Pero por el camino perdió a su mayor estrella: como el técnico de la Selección uruguaya, Raúl Bentancur, insólitamente dejó a Morena afuera de sus citaciones, y por consiguiente de la lista de intransferibles, Peñarol lo vendió a Rayo Vallecano en agosto de 1979.

Su ausencia resultó tan difícil de disimular que el aurinegro organizó su “repatriación” en 1981, con una inversión enorme. En aquel momento, el Nacional de Victorino y de los veteranos Blanco y Morales era campeón de América y del mundo: la goleada clásica de febrero de 1979 parecía haber ocurrido siglos atrás.

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