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Festejos sin excesos

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Dedicatoria. Los jugadores de Peñarol ofrecieron la Copa a los hinchas desde el centro de la cancha, antes de retirarse para concentrarse en las finales.
Darwin Borrelli

Los campeones ahorraron fuerzas para las finales y apenas festejaron; la copa se la llevaron dos niños.

No importaron los dos años sin levantar una Copa, ni los disgustos que el equipo atravesó en este tiempo. Peñarol sabe que va a precisar todos sus recursos para ganar a Nacional en unas finales a tres partidos y por eso decidió que ayer no gastaría ni una gota de sus energías para festejar la conquista del Torneo Clausura.

Todo el mundo guarda en la memoria todavía lo que ocurrió en 2008, con ese desmedido festejo aurinegro que terminó sacrificando la conquista del Uruguayo en favor de Defensor Sporting. Eso es justo lo que se pretendió evitar a toda costa y por ello los campeones protagonizaron un sobrio festejo sobre la cancha. Tras el pitazo final, antes que nada más, círculo en el centro del terreno de juego, con todos los jugadores abrazados y olvidándose por un instante del ruido a su alrededor para escuchar la arenga de Antonio Pacheco, en la que el capitán hizo el último llamamiento a la prudencia para pasar a pensar en las finales.

Bengoechea y su cuerpo técnico contemplaban la escena desde la distancia. Después, cada uno de los miembros del plantel aurinegro recibió su medalla, antes de que el "Tony" levantase el trofeo y lo brindase a la hinchada. De la vuelta ni se habló y en apenas minutos ya no quedaba ni un sólo protagonista la cancha del Estadio. La alegría se trasladó al vestuario, donde un grupo de privilegiados hinchas esperaba a que fueran saliendo los futbolistas.

Entre ellos no podía faltar Tita Picarelli, histórica fanática del carbonero, que no dejó marcharse a nadie de allí sin antes recibir su beso y su felicitación. Migliore fue de los que más rápido abandonó el lugar, a pesar de que fue uno de los más eufóricos en su festejo. "Era una promesa pendiente", se fue diciendo. Marcel Novick justificó los hechos asegurando que siempre se tomaron el Clausura como un objetivo secundario para afrontar el principal: las finales. "Lo conseguimos y en nuestra cabeza tenemos claro que este logro es para pensar en lo que se viene. Por eso estamos tan metidos ya en la primera final", dijo a Ovación el volante aurinegro.

Y entonces, ¿hubo alguien ayer que le prestara algo de atención a la copa conquistada? Por lo menos hubo dos personas. Santiago Domínguez y Franco Correa, de unos 13 años. Los dos son hijos de funcionarios del club y ambos escoltaron sonrientes la "olvidada" copa del Clausura desde el vestuario hasta el ómnibus, por los ya oscuros pasillos internos del Centenario.

Al menos alguien se acordó de ella...

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Dedicatoria. Los jugadores de Peñarol ofrecieron la Copa a los hinchas desde el centro de la cancha, antes de retirarse para concentrarse en las finales.

PEÑAROLJORGE ALDEA

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