Publicidad

Es familia: Federico apuesta al grupo

Compartir esta noticia
Federico Rodríguez posa junto a sus mascotas. Foto: Ariel Colmegna.
[[[ ]]]

Anotó cuatro para Boston River, el club que lo devolvió al fútbol.

Al otro día de haber anotado cuatro goles por primera vez en su carrera, Federico Rodríguez se despertó contento, en su apartamento de Pocitos junto a su esposa Tatiana y sus dos perros. Sin embargo, la muerte de Mario, el utilero del club, empañó la felicidad de sus goles. Y para él fueron sus primeras palabras. "Ya no estaba trabajando. Tenía cáncer y sabíamos que podía pasar, pero cuando pasa igual te afecta".

Federico volvió de Europa en junio del año pasado y "Tito" Sierra lo acercó a Boston River, que hacía años que esperaba por ascender. "Me gustó el club, el grupo, la gente humilde y trabajadora, pero todos tirando para el mismo lado. Boston River es una familia. Para el club estar en Primera es un sueño y cada partido es histórico", contó.

"Uno siempre espera lo mejor, pero hacerle cinco goles a River es algo que nunca hubiera imaginado. Tuvimos el mérito de seguir atacando y no tirarnos atrás como hicimos en el partido anterior con Defensor Sporting, quizás por los nervios del debut", agregó mientras trataba de poner orden entre sus perros: el bulldog inglés Otto y el cachorrito adoptado Teo.

"El gol que más me gustó fue el que se la tiré por arriba al golero, el 2 a 1. El tercero y el cuarto fueron lindos goles, pero no por la definición sino por la jugada. Llegamos tocando. Hicimos un partido perfecto en lo grupal".

Se fue a Europa cuando tenía sólo 19 años. En ese momento vivía en Belvedere con su madre, cursaba primero de facultad de Medicina y se destacaba en Bella Vista. Antes, fue presentado en la sede de Peñarol donde se puso la camiseta, pero se fue al Sudamericano Sub 20 y de allí a Italia. Se quedó cuatro años y medio en el viejo continente. "De un día para el otro todo cambió. Pasé de no jugar en Bella Vista a ser el goleador e irme a Europa".

Estuvo seis meses en Génova, luego lo compró Bologna, que lo dio a préstamo un año a Wanderers y seis meses a Piacenza. Sus últimos meses en Europa fueron en Locarno de Suiza. Podía haber seguido en el fútbol europeo, pero prefirió volver para iniciar de cero.

Su experiencia europea no fue lo que esperaba. "No tuve la oportunidad de demostrar lo que podía dar. En Bologna, por ejemplo, llegué tarde porque venía del Mundial Sub 20, pero nunca entrené con el equipo. Llegaba el fin de semana y me iba para mi casa. Es frustrante. Yo igual pensaba que me iba a llegar la chance, pero nunca pasó. Por suerte estaba el "Ruso" Pérez, que me aguantó la cabeza. Igual volví con la tranquilidad de que si no jugué no fue porque no anduve, sino por otras cosas. Me quedó la espina de saber qué hubiera pasado si me hubieran dado la oportunidad. Pero ya está, hay que mirar hacia adelante", asegura hoy a los 25 años.

"Es difícil decir que no a irte, porque no es solo lo deportivo, lo económico pesa mucho. El contrato que me ofrecían a mí, que tenía 19 años, era muy difícil de rechazar. Lo pensé, porque estaba Peñarol y la Copa Libertadores, pero lo económico en el fútbol es importante porque la carrera es corta. Si volviera atrás, me iría, pero pediría para quedarme al menos seis meses en Peñarol a préstamo al menos. Además, ese año Peñarol llegó a la final de la Libertadores. Hubiera sido lindo. Pero en ese momento no se me ocurrió. Uno piensa que por algo lo compraron y va con una gran ilusión de triunfar en Italia".

Volver a insertarse en el fútbol uruguayo no le costó. "El cambio más brusco no es en el juego, sino en la infraestructura. Acá la mayoría de los equipos no tiene las mejores condiciones para entrenan. Allá tenés todo y te tratan como a un dios. Tenés tres utileros, tres doctores y todos están pendientes de que estés bien y tengas todo. Igual yo ya sabía como es Uruguay: jugué en Bella Vista en la B y en la A y no me olvidé de mis raíces. Además, acá se suple con lo humano todo eso que no hay. Por suerte yo en Bologna estuve con varios uruguayos y en el vestuario nos juntábamos a tomar mate, pero ellos van, se cambian, entrenan y se van. No hay grupo. Esa es la gran diferencia entre los sudamericanos y los europeos. Ellos son muy fríos y acá siempre apostamos al grupo".

"ME CAMBIÓ LA VIDA".

Se enamoró por una foto y la remó.

Conoció a Tatiana cuando vino a jugar a Wanderers en 2013. Ella trabajaba con la novia de su hermano. Federico vio una foto en su Facebook y le pidió que se la presentara. "Fue medio complicado, tuve que remar. No quería porque soy jugador de fútbol. Por la fama, pero con hechos tuve que ir demostrando. Se fue conmigo cuando volví a Europa, estuvo en Italia y en Suiza y me hizo muy bien cuando no jugaba. Me cambió la vida y al volver nos casamos". Tatiana no fue la única en viajar a Europa, el bulldog inglés también fue.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Federico Rodríguez posa junto a sus mascotas. Foto: Ariel Colmegna.

BOSTON RIVERSILVIA PÉREZ

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad