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Un empate que dejó paz para todos

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Foto: Francisco Flores

CLÁSICO

El 1-1 dio más ventaja en la punta a Peñarol y Nacional bancó 45’ con 10 hombres tras la expulsión de Gonzalo Bergessio.

Como pocas veces, todos pueden considerar que el 1-1 del histórico clásico entre Peñarol y Nacional jugado en el Campeón del Siglo fue un éxito.

Lo fue desde el punto de vista organizativo, desde el de la seguridad, desde la concurrencia, desde el orden y finalmente -y lo más importante, porque en definitiva se trataba de un partido de fútbol- desde lo deportivo.

Quizás el único que podría tener algún reproche sea Gonzalo Bergessio, pero no porque su expulsión haya sido injusta (roja merecidísima por doble amonestación ante dos faltas al mismo jugador, Walter Gargano), sino consigo mismo porque dejó a su equipo con uno menos en un momento clave (ganaba Nacional 1-0 y se terminaba la primera parte) por dos faltas insólitas en la mitad de la cancha.

Analicemos el resultado: Peñarol tenía la gran responsabilidad de recibir en su estadio el primer clásico en 90 años en la casa de uno de los dos equipos grandes. Por lo tanto, era una presión. Así lo reconocieron el técnico Diego López y el futbolista Giovanni González luego del partido. Para peor, el equipo venía en baja tanto futbolística como anímica tras haber sido eliminado de la Copa Libertadores por Flamengo cuatro días antes. Por todas esas circunstancias, el empate fue bueno y hasta muy bueno teniendo en cuenta que tanto Fénix como Cerro Largo, quienes eran sus principales perseguidores, habían perdido el sábado. Eso significa que el aurinegro abrió un punto más de ventaja en la tabla: ahora lidera por cinco y solo restan nueve.

Nacional afrontaba por primera vez un clásico como visitante-visitante. Tenía la necesidad de sumar y, en lo posible de a tres, para que su rival no se le escapara en la Anual, que es a la tabla que punta, pues el Apertura hace rato que lo tiene perdido. Había cuidado a sus futbolistas titulares para este encuentro, pero se encontró con que tuvo que jugar durante los últimos 45 minutos con uno menos y se la bancó. Y estaba el otro tema, el del orgullo, de no perder en casa del eterno rival. Entonces, para Nacional también fue bueno el empate.

De hecho, la batalla táctica la ganó Álvaro Gutiérrez por sobre Diego López, porque presentó un equipo compacto, solidario, que supo cuándo salir jugando y cuándo sacar lejos la pelota. En el debe le queda lo poco que atacó. Es cierto que en la segunda mitad tuvo uno menos, pero en la primera apenas llegó dos veces sin que Dawson tapara algún mano a mano de esos que habitualmente tiene y gana.

Más allá de que sobre el final “Guti” se animó y mandó cambios ofensivos, en realidad Nacional llegó al CDS a no perder y lo consiguió, por lo cual tuvo éxito.

Peñarol, en tanto, tuvo más la pelota, pero no lo aprovechó y, lo que sí se le debe reprochar es que volvió a dilapidar una situación ventajosa al tener un futbolista más durante todo un tiempo y no apabullar al rival. Lo preocupante es que le ocurrió por segunda vez en cuatro días, porque ante Flamengo disputó los últimos 27’ con uno más y tampoco pudo hacerle daño.

Tuvo el balón en el medio, pero careció de claridad por las bandas y tampoco logró meter un pase entre líneas para inquietar. Viatri y “Toro” Fernández quedaron aislados en ataque y ni siquiera sobre el final les llovieron centros para tratar de generar una pelota sucia que llevara peligro.

La falta de peso ofensivo y gol de Peñarol empieza a generar murmullo en las tribunas. Igualmente, su éxito fue no haber perdido y ser ahora un líder más cómodo, al punto de dejar el Apertura prácticamente sentenciado.

El histórico primer clásico en el CDS se saldó con un 1-1 producto de dos goles en contra, lo cual revela también lo que fue el partido. Pero lo que más debe celebrarse es que fue en paz.

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