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El primero y...¿el último? Diego Forlán

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Diego Forlán y el festejo de su gol a Villa Teresa. Foto: F. Ponzetto

Diego Forlán tiene muchos clásicos encima, pero recién a los 36 años, va a vivir su primer clásico con la camiseta de Peñarol.

Raro para un futbolista uruguayo de dilatada trayectoria, pero no para él, porque se fue del Uruguay antes de cumplir los 18 años.

Su carrera en el profesionalismo comenzó en la Argentina, en Independiente de Avellaneda, donde llegó después que su padre entablara contacto con un amigo del fútbol: el “Pato” Omar Pastoriza, contemporáneo de Pablo Forlán en aquellas titánicas luchas de la Libertadores entre Independiente y Peñarol.

Diego, con 17 años, se encontró solo en un mundo que lo avasalló. Venía de jugar en las formativas de Peñarol y Danubio, pero necesitaba un empujón fuera de fronteras, donde el peso de su apellido no se tuviese en cuenta.

Ese salto lo dio a los 18 años. Independiente lo lanzó a la fama grande. El rojo de Avellaneda lo tuvo en sus filas desde 1997 hasta 2002. Ahí fue figura. En Independiente jugó varios clásicos. Y se lució. En 91 partidos marcó 40 goles, muchos a Racing, el rival de todas las horas.

Pero en el recuerdo quedará su último clásico, el del 26 de agosto de 2001, cuando anotó 1 a 0 a los 36’ del segundo tiempo, pero el albiceleste igualó en la hora. Fue su despedida con empate 1-1.

En 2002, se le abría la gran vidriera europea en el Manchester United, uno de los clubes más importantes de Inglaterra. Fue gravitante cuando le tocó entrar. Y marcó su perfil en los clásicos, fundamentalmente, ante el Liverpool.

“Me acuerdo como si fuese hoy”, rememora Pablo, su padre. “Estábamos en Inglaterra y le tocó viajar a Liverpool con el Manchester. No sabíamos si iba a jugar o no. Él tampoco, porque Ferguson nunca da el equipo antes, lo da sobre la hora del partido. Y faltando dos horas para el clásico, le dice que va a ser titular. Jugó un partidazo. Hizo los dos goles del Manchester, que después de 10 años, ganaba al Liverpool de visitante. Fue 2 a 0, lo ovacionaron cuando se fue”, agrega.

Las historias clásicas de Diego empezaron en la tribuna, no en la cancha. “Lo llevaba siempre al Centenario. A él, y a Alejandra, ellos me acompañaban a los clásicos, siempre en la América. Diego fue de vivirlos mucho. Cuando fue profesional, los seguía de donde fuese. Y hoy lo va a poder jugar”, dice Forlán padre.

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Diego Forlán y el festejo de su gol a Villa Teresa. Foto: F. Ponzetto

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