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"Yo era demasiado hincha"

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Waldemar Victorino

Waldemar Victorino se negó a jugar en Peñarol.

Yo no quise jugar en Peñarol. Cuando estaba en River se interesaron por mi pase, pero le dije al presidente del club, Eduardo Castro Quintela, que no quería ir porque era demasiado hincha de Nacional. A los 15 días llegó la oferta tricolor y no lo dudé. Ponerme la camiseta de Nacional y la de la Selección fue lo más grande que me pasó. Y ya uno de mis primeros partidos en Nacional fue un clásico por la Copa Libertadores de 1979, un partido muy cerrado que terminó cero a cero.

Los clásicos son partidos aparte, que se viven con mucha intensidad. Así era en mis tiempos y siguen siendo así. Jugábamos a muerte pero eso no me impedía tener amigos en Peñarol. Por ejemplo el Indio Olivera, Chicharra Ramos, Ruben Paz, Fernando Alvez, Fernando Morena... Jugábamos con todo y después seguíamos siendo amigos. Claro, con varios coincidíamos en la Selección. Con muchos de ellos me sigo viendo.

Nunca me puse nervioso en un clásico. Mi caso fue especial: llegué al fútbol profesional sin haber hecho inferiores. Nací y me crié en La Boyada. Y ahí jugaba en el cuadro del barrio, con su cancha en Santín Carlos Rossi y La Boyada. Eran partidos tremendos, sin alambrados y con las hinchadas gritando ahí nomás, por eso no me preocupaba jugar después en el Estadio Centenario. Claro que hacerlo con tribunas llenas, con toda la expectativa, era algo increíble. Fue de las cosas más maravillosas que me ocurrieron. De La Boyada me fui a Progreso y después a River.

Jugando por River ya le había convertido varios goles a Peñarol. En un clásico, los dos primeros fueron por la primera rueda de 1979. Ganamos 3 a 0. Me acuerdo claramente del partido, jugamos muy bien y fuimos muy superiores. Claro que también tuvimos partidos de los otros...

Los clásicos tienen algo que lleva a que el resultado sea siempre incierto. A veces puede ganar el que viene peor, por eso son tan lindos y despiertan tanta atracción.

Mi gran año fue 1980 y le pude hacer otro gol a Peñarol. Fue de palomita, sobre la Amsterdam y ganamos 3 a 1, por la primera rueda del Uruguayo. Fue de noche, sobre un barrial impresionante.

En el partido por la segunda rueda de aquel año no pude hacer goles. Peñarol hizo marca hombre a hombre, como la que hacía Nacional entonces, y terminó cero a cero. Pero a los pocos días salimos campeones.

Mis últimos clásicos fueron a principios de 1982. Me había ido a préstamo a Deportivo Cali y volví para la Liguilla. Y el último fue por el torneo Copa de Oro, un partido que perdimos 2 a 1. Al poco tiempo pasé al Cagliari y no volví a jugar en Uruguay. Anduve por varios países y me retiré. Ya estaba cargado de años y quería dejar el recuerdo de los años que jugué con la tricolor.

Sigo siendo hincha y por eso me alegro cuando gana Nacional. Además, hay muchas jugadores que yo entrené cuando trabajé en técnicas de definición en el club. Por ejemplo, Pereiro y De Pena hace poco, Rodrigo Amaral más recientemente.

Hombre de goles decisivos.

Waldemar Victorino estuvo poco más de tres años en Nacional, pero en ese período fue campeón uruguayo, de América y del mundo, siempre con goles suyos. Había llegado de River, después fue a Cagliari y a su regreso defendió a clubes de Argentina, Ecuador, Venezuela y Perú.

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