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Las cuatro ligas del hincha uruguayo

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Giorgino Wijnaldum y Marc Andre Ter Stegen en el Liverpool vs. Barcelona por la Champions League 2019
Soccer Football - Champions League Semi Final Second Leg - Liverpool v FC Barcelona - Anfield, Liverpool, Britain - May 7, 2019 Liverpool's Georginio Wijnaldum celebrates scoring their second goal as Barcelona's Marc-Andre ter Stegen reacts REUTERS/Phil Noble
PHIL NOBLE

FÚTBOL

Cuatro tipos de competencias atraen hoy a los aficionados locales, como si se tratara de mundos muy diferentes

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Las comunicaciones del siglo XXI lo consiguieron: ya no hay barreras para que el aficionado pueda seguir la competencia deportiva que prefiere, cualquiera sea el lugar donde se realice.

Para el público de fútbol, esto significa que la pantalla de televisión está emitiendo partidos las 24 horas del día. Puede ser el Campeonato Uruguayo de primera, partidos del interior, los torneos argentinos o los campeonatos europeos.

El hincha medianamente informado conoce los clubes, los futbolistas y hasta los conflictos de los principales medios. Este festín de fútbol, sin embargo, encierra un riesgo: el hincha uruguayo puede comparar los distintos platos y comprobar que algunos son más sabrosos que otros.

Está claro que la oferta futbolística se divide en distintos niveles de calidad. Puede decirse incluso que existen, a grandes rasgos, cuatro “ligas” que funcionan en forma casi independiente entre sí, salvo por el trasiego de futbolistas de una a otra. El espectador uruguayo las sigue todas, con diferente expectativa y sentimientos.

La liga principal es la Champions League. Allí están los mejores equipos, los mejores futbolistas, se juega sobre los mejores campos en los mejores estadios. El espectáculo, así, se vuelve redondo. Quien puede permitirse el lujo de sentarse a ver partidos martes o miércoles en horario de oficina puede congratularse.

El pequeño problema de ver fútbol sin ser hincha de alguno de los equipos antagonistas se obvia cuando tal o cual equipo nos resulta más simpático, lo que lleva a seguir el curso del torneo con interés e incluso algo parecido a un apasionamento. Más si hay algún futbolista uruguayo presente: ese jugador termina constituyendo un vínculo real con ese mundo que parece tan distinto y distante.

En este nivel puede considerarse también LaLiga española, la Premier inglesa y algunos torneos nacionales europeos más.

La segunda liga son las copas de la Conmebol, en particular la Copa Libertadores. Un trofeo que los clubes grandes del Uruguay supieron conquistar repetidamente, pero ahora aprecian solo de lejos.

El aficionado uruguayo lo sigue, por supuesto, sea por televisión o en vivo (incluso por Facebook, cuando se vio obligado) con la ilusión de avanzar siempre un poco más, una fase más. Pero en los últimos años, ese deseo ha chocado con la realidad, aparejando la consiguiente frustración. Por eso, el seguimiento del espectador uruguayo suele ser breve y al cabo desesperanzador.

La tercera liga es la competencia local, el Campeonato Uruguayo. Que sale del vestuario perdiendo por varios goles en la comparación de canchas, escenarios, figuras, organización, frente a todo lo que trae la televisión internacional.

Claro, está la posibilidad de seguir los partidos en vivo, en la propia cancha, algo que en el caso de la Champions solo está al alcance de los viajeros con buen poder adquisitivo. Ir al fútbol sigue siendo un paseo diferente a cualquiera, un rito en el cual el padre inicia a los hijos, pero la violencia, el frío o la incomodidad le están haciendo mala propaganda.

Esas desventajas se tratan de neutralizar con la pasión que provocan los colores que el aficionado siguió desde niño, lo cual algunas veces se logra. Incluso más, cuando todo se hace en comparación con el “tradicional rival”.

Por todo eso el interés se mantiene, aunque siempre cuesta mucho mantenerlo vivo.

Y hay una cuarta liga, que son los partidos entre selecciones. Allí, los equipos se arman según el pasaporte de los jugadores y no por la cuenta bancaria de los equipos, lo cual empareja las condiciones.

El hincha sabe entonces que aunque los cracks locales emigren muy jóvenes, lo más probable es que regresen cada tanto vestidos con la camiseta celeste.

Está además el lazo emocional que significa la representación nacional, un aspecto que da para mil notas pero que indudablemente juega su papel.

La actual estructura de competencias de la FIFA y la Conmebol determinan que casi todo lo que juegan selecciones como la de Uruguay sea un torneo importante: la Copa América, las eliminatorias o la Copa del Mundo, con poco espacio para los amistosos. Esto origina una inyección de interés constante.

La Selección uruguaya representa entonces, hoy más que nunca, el lazo más poderoso entre el hincha uruguayo y el gran fútbol mundial. Es la única liga donde el aficionado sabe que se puede competir con las potencias. De allí la adhesión que despierta cuando juega en el Estadio Centenario, el furor que provoca cuando se apresta a disputar un mundial.

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